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Eder. Óleo de Irene Gracia

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1989

Fue una Navidad muy especial. La alegría de la libertad se extendió por media Europa y por contagio y simpatía a todo el mundo. También la angustia de un futuro todavía incierto, sobre todo en países como Rumanía, el único donde el dictador pereció violentamente. Aquellas imágenes de una ejecución sumaria, tras una farsa de juicio, fueron la única pieza sangrienta y repugnante de un dominó que fue cayendo suave y pacíficamente hasta liberar el entero continente. Buena parte de lo que somos hoy empezó en aquellos días de noviembre y diciembre de 1989, de los que ahora conmemoramos el veinte aniversario. Esta celebración ha sido uno de los acontecimientos del año actual y sobre ella he escrito en El País Semanal el texto que doy a continuación.

Veinte años después Las dos décadas transcurridas desde la caída del Muro de Berlín han cambiado Europa y el mundo Aquella noche del 9 de noviembre de 1999 cayó en Berlín una mera pieza de dominó. Luego fueron cayendo en cadena muchas piezas más, sin interrupción, hasta cambiar la faz del continente europeo. Y en cierta manera del planeta entero. Fue la primera en caer, pero no la causa última del hundimiento del mundo soviético. La corriente de fondo que condujo a la desaparición en una noche de aquel Muro, que se había erigido también en poco más de una noche en 1961, 28 años antes, fue la previa quiebra del sistema soviético, erosionado por la ineficacia colosal de la economía de Estado, la esclerosis de su casta dirigente, el agotamiento de su ideología y su incapacidad para mantener la carrera armamentística en la recta final de la guerra fría. Construido para impedir precisamente la fuga hacia el Oeste, fue la presión de quienes querían salir del país la que directamente lo derribó. El gesto de los alemanes tenía algo de premonitorio, tanto en la esfera europea como en la mundial. Al mundo bipolar y congelado de la guerra fría, que había garantizado la estabilidad del planeta, iba a sucederle un nuevo mundo globalizado, caracterizado por la desaparición de fronteras comerciales, económicas y financieras, el incremento de las comunicaciones y de las migraciones e incluso la aparición de una nueva división internacional del trabajo. El Muro había sido la clave de bóveda sobre la que se sostenía la aparentemente sólida arquitectura de la guerra fría. La capital del Reich hitleriano, dividida en 1945 entre las cuatro potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial, fue durante los 44 años de división de Europa y del mundo en dos bloques el punto de mayor tensión y lugar de confrontación entre los dos sistemas. No es extraño que fuera precisamente ahí, en este punto crucial de intersección de las fuerzas enfrentadas, donde se resolviera y terminara una etapa singular y difícil de la historia del mundo. Aquel continente dividido y en buena parte ocupado militarmente es ahora un continente unificado donde se gozan los mayores niveles de libertad y de bienestar del mundo. La frontera que lo partía y le separaba del imperio soviético se ha desplazado hacia el este y limita ahora con los restos del imperio ruso, donde no ha menguado la idea de un poder expansivo y con derecho de vigilancia sobre el continente. Esto se produce ahora gracias a las necesidades energéticas europeas y al fabuloso caudal de gas y petróleo de los yacimientos rusos. El peligro de una guerra nuclear desencadenada por las dos superpotencias, que se cernía sobre Europa y el mundo en 1989, ha desaparecido. Otros peligros han venido a sustituirlo, pero ninguno con la fuerza y la verosimilitud de aquella promesa de destrucción total. Nada que ver, en todo caso, con lo que había en Europa hace dos décadas, como era una amenaza directa de destrucción mutua asegurada esgrimida por unos arsenales instalados y preparados y por centenares de divisiones blindadas listas para actuar a uno lado y otro lado del telón de acero. Y una nueva Europa mestiza y multicultural, por primera vez toda entera continente de recepción de inmigrantes, ha emergido precisamente en el momento en que Estados Unidos se mira en el espejo europeo para reformar su sistema de salud y repensar el papel del Estado. No es, sin embargo, una situación tranquilizante, porque estos cambios no se produce sin resistencias. La aparición de populismos xenófobos, la resurgencia de un integrismo cristiano y los brotes de nacionalismos y de chauvinismos que a veces protagonizan gobiernos perfectamente civilizados son los últimos y más preocupantes frutos de esta mutación del continente europeo. El eje del mundo también se ha desplazado, del Atlántico al Pacífico. Europa, que había sido el mayor campo de batalla mundial durante el siglo XX y la región donde se almacenaban los mayores arsenales destructivos, se ha convertido en un continente menos relevante y en todo caso el más tranquila del mundo, después del último brote de violencia étnica en los Balcanes. Desde aquella noche admirable de noviembre de aquel año también admirable de 1989, los europeos occidentales pudieron empezar a darse cuenta de que había terminado una etapa de su historia. Lo que correspondía a partir de entonces era hacerse cargo de sus propios asuntos, sobre todo en seguridad y defensa, después de esos 50 años en los que la garantía de paz y estabilidad no pertenecía a sus gobiernos y sus ejércitos sino a los Estados Unidos. La unificación del continente, la adopción de alguna forma de identidad política común y la creación de la moneda única se convirtieron en cuestiones urgentes. El actual aniversario ha sido un excelente momento para revisar esos 20 años y comprobar el retraso de Europa respecto a aquellos propósitos, parcialmente colmados con el Tratado de Lisboa, revisión a la baja de la fracasada Constitución Europea, cuya entrada en vigor se ha conseguido justo para el último mes de 2009. Sucede todo esto en el mismo momento en que se configura una nueva geometría política mundial en la que destacan dos actores de primer nivel, condenados a emparejarse, como son Estados Unidos y China, y el protagonismo de nuevos actores, como Brasil e India. La Unión Europea que sale de las celebraciones de este 20 aniversario aparece así como un agente internacional menor, con menos vocación de protagonismo que ansias de protegerse. Todavía, y quizás para siempre, gigante económico y enano político. (P.S. Liu Xiaobo ha sido condenado a 11 años por el régimen de Pekín. Su delito, la promoción de los derechos humanos a través de Carta 08, la iniciativa de un grupo de intelectuales en favor de la democracia y el Estado de derecho en China, en la misma línea que Carta 77, el grupo de checos encabezado por Vaclav Havel que estuvo en el origen de la Revolución de Terciopelo, hace 20 años. Enlace con el texto en inglés de la Carta 08).



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25 de diciembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Camila y su cesto de mimbre

Durante mucho tiempo, tuvimos como ritual para el nuevo año el de reunirnos con varios amigos en casa de Camila. Sentados en el piso y en medio de una gran algarabía, poníamos en un cesto de mimbre un trozo de papel con nuestro nombre, un deseo personal, un propósito y un vaticinio para el año que comenzaba. Muchos llegábamos a la cita con nuestras respuestas meditadas, pero en algunos eneros fue especialmente difícil predecir o anhelar cualquier cosa, en medio de la incertidumbre de la crisis. No obstante, hacíamos el ejercicio de imaginar mínimamente nuestras vidas, de ambicionar o adivinar algo que podría ocurrirnos. Antes de concluir esa velada anual, se leían los escritos del encuentro ocurrido doce meses antes y se contrastaban con los recién incluidos en el cesto. Aquella lectura era un verdadero recorrido por las aspiraciones pospuestas y los planes incumplidos, aunque en ese entonces sólo atinábamos a reírnos y a seguir proyectando nuevas fantasías. Pocas veces acerté con los augurios de qué ocurriría en mi Isla, aunque creo haber cumplido con una buena parte de lo que me propuse para mí misma, más por testarudez personal que por reales condiciones para lograrlo. Entre los participantes de aquel festejo, se repetía llamativamente el anhelo de radicarse en otro país, seguido ?a mucha distancia? de las apetencias del corazón y de las ansias de un techo propio. En cada encuentro alrededor del cesto, notábamos que el número de los que lograban emigrar aumentaba. La llamada ?fiesta de los papelitos? se convirtió así en el pase de lista de los ausentes, en el inventario de las ilusiones de todo un grupo de amigos que ?ante la falta de expectativas? prefirió levar anclas. Hasta Camila, nuestra dulce anfitriona, se fue a miles de kilómetros de su pequeña casita de Ayestarán. Por estos días, puede que esté repasando la montaña de empeños y profecías que escribimos y acumulamos ?año tras año? en su sala. Sé muy bien que ella conserva esas hojas amarillentas cual testimonio de una generación desperdigada, clara constancia de quienes no dejamos de soñar ni siquiera en los períodos más duros.

Un abrazo fuerte en este fin de año a todos esos ?palitos chinos? regados por el mundo, a los comentaristas de este blog, a los bloggers cubanos de adentro y de afuera, de una tendencia u otra, a los traductores de Generación Y que ?de manera voluntaria? hacen mis textos asequibles a tantos, a los que transcriben los textos que dicto vía telefónica y después los colocan en Twitter, a los que envían mis posts a miles de emails en todo el mundo y me llaman a casa para contarme lo que mi minusvalía como internauta no me permite saber. A todos, felicidades, suerte y constancia para este 2010 que comienza en unos días.



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24 de diciembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Para remontar el año

Al fin del año el mundo se acaba, y para contribuir con su renacimiento celebramos y ofrendamos, deseándonos bienestar.  Esa memoria atávica todavía nos exalta con la promesa de sus saberes y la incertidumbre del porvenir. Pero si lo moderno construye la memoria como una economía del olvido, de la fiesta colectiva nos queda todavía el lenguaje, que nos recuerda mejor, entre cuentos y recuentos de fin del año.  Frente a la zozobra de lo ilegible, el lenguaje nos sostiene, circular y locuaz. Y enumeramos sus mejores momentos para no olvidarnos de lo que es capaz; para celebrar lo mucho que puede el lenguaje contra el olvido, a pesar de lo mucho que puede el hombre contra el hombre.

Lo dice mejor el poema de José Emilio Pacheco que transcribo, celebrando el Premio Cervantes.

Comparto también, entre finales y recomienzos, la palabra de Roberto Méndez, poeta cubano de certidumbre madura;  de Luigi Amara, poeta mexicano de sutil diseño verbal y ensayista conversable, como lo demuestra su recomendación de lecturas del año; y de Meagan Morse, estudiante estadounidense que cree, con buena fe, que el español puede hacer lo que el inglés no puede: albergar a los inmigrantes pobres. 

José Emilio Pacheco: La flecha

        

No importa que la flecha no alcance el blanco


Mejor así
        

No capturar ninguna presa
        

No hacerle daño a nadie 


pues lo importante
 es el vuelo         la trayectoria          el impulso
        

el tramo de aire recorrido en su ascenso
        

La oscuridad que desaloja al clavarse


vibrante
        

en la extensión de la nada

 

Roberto Méndez: Ofrenda

Las flores amarillas sobre la mesa

son mi única ofrenda

para este fin de año.

Parcas, silvestres,

tienen el tallo áspero

de la terca resistencia,

las corolas marcadas

por el polvo y la desmemoria

del sitio que las vio nacer.

¿Cuánto valen para ti?

(ayer costaron cinco pesos)

Nada mejor he podido guardar para estos días.

Nada.

Quiero abrir la ventana

y mostrarlas al aire.

¿Serán de San Lázaro, del Niño y su Madre,

o del caos

que ya las está devorando?

Ponles otra gota de agua

(mañana tendrán el precio de la esperanza).

 

La Habana, diciembre-2009

 

Luigi Amara: Mis favoritos del año

 

Lorrie Moore, Pájaros de América. Emecé

Una cuentista estupenda que retrata la vida cotidiana con crueldad y humor implacable (aunque “retrato” no es la palabra: es pura ficción).

 Charles Burns. Black Hole. Phanteon

Una enrarecida novela gráfica que sí cumple con el par de características del género: sí es una novela y su gráfica es admirable.

 Jimmie Durham, Entre el mueble y el inmueble. Alias

Ya quisieran muchos autonombrados escritores componer un libro con la libertad e inteligencia de este artista plástico. Una prosa diferente.

 Elsa Cross, Bomarzo. Era

Una largo y poderoso poema que explora las consecuencias de las posposiciones y los viajes imposibles.

 Michel Onfray, La fuerza de existir: manifiesto hedonista. Anagrama

Con una prosa llena de pólvora que hacía mucho no se veía en filosofía, Onfray arremete contra los pilares idealistas (y pacatos) de nuestra civilización.

 

Meagan Morse: Crónica de inmigrantes

La madre no tiene quién

La madre agitó el bolígrafo, intentando que asome la última gota de tinta negra sobre un trocito de papel. Pero el bolígrafo no tenía suficiente tinta como para terminar la carta a su hermana. La madre volvió la vista a la única ventanita rajada de su apartamento ruinoso. Vio la llovizna constante y gris del otoño de Providence.

Era otra vez octubre, el mismo de los últimos quince octubres en que la madre había esperado una llamada que le diera su turno. Quince octubres en la lista de espera para un apartamento público subsidiado no había disminuido su paciencia, sólo había arruinado el paraguas que empuñaba para salir a visitar a su asistente social. Este asistente era uno de los pocos hispanohablantes de la agencia; la madre tenía mucha suerte de haberlo encontrado. El primer viernes de cada mes, ella tomaba el bus 41 hasta la Oficina Pública de Vivienda para hablar con él y averiguar dónde estaba en la lista de espera, esperando, y ocultando esa esperanza, que hubiera avanzado su número.

Aguardando el bus bajo el paraguas, que  servía mejor para mirar las estrellas que para protegerla de la lluvia, la madre pensó en su hijo, producto de la escuela norteamericana. Vio al niño, escuálido y casi ahogado en su ropa holgada de segunda mano: su esperanza para el futuro. Pensó con un rasgo de abyección, soy hija de mi hijo. Es él quien llama a las agencias de vivienda y habla con el casero. Será él quien tome las clases de capacitación que yo no puedo tomar y solicite los trabajos que yo no puedo pedir.

Esa noche, sola en su cama y temblando de frío bajo su manta andrajosa, la madre escuchó la gotera de agua en el techo. Ahogada en la duda que seguía a cada viernes infructuoso, caviló, ¿Cuando conseguiré el apartamento? Hasta que lo obtenga, ¿cómo viviremos?

Pero como el bolígrafo agotado que esta mañana dejó a su mano muda por falta de tinta, ella no encontró ninguna respuesta.

 

Años de pobreza

Demasiados años después, mientras las termitas devoraban los muebles y todas sus pertenencias, Pilar pensó en el día que se mudó a Providence. Fue un caluroso día de verano; las paredes blancas de su nuevo apartamento brillaron tan resplandecientes como el sol tras su ventana.

Pero pronto Pilar se había percatado de que  la estufa del piso vecino emitía vapores nocivos. Los gases penetraban sus paredes y al entrar, se transformaron en fantasmas de los tres hijos y el marido que ella había dejado en su país natal. Esos espíritus la acompañaban constantemente y aunque a Pilar le encantaba ver a los niños que tanto extrañaba, no le hablaban; sólo andaban por la casa, como vagabundos, pidiéndole con los ojos que volviera. Los fantasmas la estaban volviendo loca de tristeza cuando por fin pidió al casero, Apolinar Moscote, por favor, que arreglara la estufa. Apolinar negó que hubiera un problema.  Los servicios legales la tenía caminando en círculos, rellenando el mismo papeleo, y en pos de un administrador hispanohablante.

Finalmente consiguió otro departamento, tan blanco como el primero. Pero sus esperanzas se estrellaron el día que  cayó por un tramo de escaleras al pisar  un canto de madera astillada.  Se rompió la cadera y se dislocó una rodilla. El departamento de servicios humanos y el hospital la tenían dando vueltas, rellenando el mismo papeleo y buscando a un hispanohablante para ayudarla a solicitar el seguro médico.

Con el apoyo de un médico que escribió varias cartas al casero, quien también se llamaba Apolinar Moscote, Pilar logró trasladarse a un apartamento del primer piso. Allí, un rumor interrumpió la soledad de su pobreza: el zumbido de una colonia de termitas que  comía las paredes y el techo. Se lo informó a Apolinar, pero éste se negó a llamar a los fumigadores.

Empezó a caer una lluvia furiosa que parecía querer borrar la faz de la tierra. Pilar se encerró en su cuarto, a esperar, mientras las termitas seguían engullendo el apartamento. Cuando escampó, cuatro años, once meses y dos días después, las termitas habían devorado todo, hasta los huesos de Pilar.

 



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24 de diciembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Victoria

 

Victoria

 

En aquella película llamada "Amadeus", había un momento en que el mediocre Salieri levantaba compungido los ojos al cielo para quejarse así: " Señor, si necesitabas de alguien que cantase tu gloria entiendo que no te acordaras de mi, un pobre músico sin talento, pero, ¿era necesario que eligieses a un cretino como Mozart?".

Resulta curioso constatar la existencia de innumerables salieris preguntándose quejumbrosos cosas como: "Si era necesario renovar la literatura de principios del siglo XX y buscarle salidas hasta entonces insospechadas, ¿había por fuerza que recurrir a un nazi?".

Tal es exactamente el caso de Hnut Hamsun, un hombre de origen campesino que en tosa su vida apenas si alcanzó 250 días de escolarización, y cuya formación literaria fue nula. A pesar de lo cual cuando llegó a ser  galardonado con el premio Nobel (1920), sus libros se vendían en todos los países cultos, ganaba dinero a espuertas y gente tan diferente como Thomas Mann, Kafka, Hesse, Brecht o Singer le tenía por el padre de la literatura moderna universal. Por suerte, incluso Molotov sentía por él una admiración tan grande que intervino personalmente para que no fuese fusilado en el curso de los procesos seguidos en todo Europa a partir de 1945 contra los peores colaboracionistas de los nazis. Al final a Hamsun no lo mataron físicamente pero  aparte de retirarle oficialmente todas las medallas y honores le despojaron de su dinero y fue a parar a un manicomio hasta poco antes de su muerte, ocurrida con los 90 años cumplidos.

Su primera novela, Hambre (1890) es un larguísimo y enloquecido monólogo interior en el que ya resuenan ecos de Joyce y Kafka. Victoria (1898) la escribió cuando ya estaba en posesión de una fuerza  narrativa que llevaría a su máxima expresión en la Trilogía del vagabundo: Bajo las estrellas de otoño (1906), Un vagabundo toda con sordina (1909) y La última alegría (1912).  Tanto en Victoria como en cualquiera de estas novelas están presentes dos de los rasgos que mejor caracterizan a Hamsun. El primero es la ruptura radical con la técnica narrativa entonces al uso. A fuerza de excelencia, los Zola, Twain, Dickens, Flaubert o Dostoyevski habían llevado la novela a un callejón sin salida porque era imposible ir más allá que ellos. Pero, y habla ahora el Salieri de turno, ¿era necesario recurrir a un bárbaro del Norte para hacer saltar en pedazos las sutiles leyes no escritas en las que se basaba la estructura arquitectónica de las maravillosas novelas que todavía escribían los autores antes citados?

  Fuese necesario o no, Hamsun y su éxito fulminante y universal pusieron de manifiesto que era posible escribir sin atenerse a las reglas de juego que hasta entonces parecían inamovibles.

El otro rasgo distintivo de la escritura de Hamsun ya claramente visible en Victoria y que será llevado a su máxima expresión en la Trilogía, es una prodigiosa capacidad para la narración que se mantiene incólume pese al tiempo transcurrido desde su redacción y, lo cual es aun más mágico, se transmite al lector incluso a través de la traducción. La trama no puede ser más sencilla: el protagonista es hijo de un molinero y pese a que logrará autoeducarse y llegará a ser un joven y exitoso escritor, a lo ojos de su amor de toda la vida, una niña rica llamada  Victoria, nunca dejará de ser un criado y, por ende, siempre lo tratará como a tal, pese a que también ella está enamorada del joven poeta. Lo que diferencia a Victoria de la infinita serie de relatos de tema similar es esa capacidad narrativa de Hamsun a la que estoy haciendo referencia y que le permite desarrollar lo que podría llamarse una visión periférica, gracias a la cual el ámbito de significación que crea el narrador par inscribir la historia tiene tanta o más importancia que la peripecia misma. Es más: desde las primeras páginas queda claro que el desencuentro entre los amantes es insoluble y que la verdadera peripecia es la construcción de un mundo (él ámbito de significación al que ante antes me refería) en el que  habrá de vivir el amante cuando la amada, víctima de su propia contradicción, desaparezca. Es posible que quienes hayan leído antes la trilogía que esta novela tengan ya la mirada maleada, pero en la relación del joven hijo del molinero con la naturaleza hay como un anticipo de la inmersión que vivirá en los bosques el vagabundo de la trilogía.  Porque no se trata del regreso a un medio del que el hijo del molinero nunca debió salir, como tampoco el vagabundo parece que lo haya abandonado nunca. El bosque y sus habitantes, los olores y el frío, la soledad, el roce de la tierra o los ruidos que producen las ramas al rozar entre ellas son los reflejos de una sensibilidad para la que la ciudad y todo lo que esta representa son terra ignota. Y de la que  resulta extrañamente sencillo dejarse expulsar.

 

Victoria

Knut Hamsun

Nórdica libros



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24 de diciembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Arte entre tiburones

Al parecer, hay dos versiones sobre la muerte del marchante francés Ambroise Vollard en 1939, y en las dos interviene indirectamente Arestide Maillol. Según la primera, Vollard murió accidentalmente al ser golpeado por un bronce de Maillol que se deslizó por la repisa situada tras los asientos de su coche cuando el chófer del vehículo frenó bruscamente. De acuerdo con la otra versión, fue precisamente el chófer quien le asesinó al golpearlo repetidamente con la estatuilla de Maillol. En esta versión menos romántica el chófer era un asesino a sueldo de otro marchante. Sea como fuera, Vollard, a su muerte, era un hombre extraordinariamente rico que había convertido el arte en negocio con una habilidad sin precedentes. Picasso fue uno de sus artistas más notables, aunque es probable que su mejor operación financiera fuera la compra de 250 lienzos a un endeudado Paul Cézanne por 50 francos cada uno. Estos cuadros fueron vendidos, más tarde, por 40.000 francos y actualmente aquel fabuloso conjunto costaría en el mercado entre 3.000 y 4.000 millones de euros.

Quien ha calculado el valor de los lienzos de Cézanne y recordado el misterio de la muerte de Vollard es el economista y experto en arte Don Thompson en el libro El tiburón de 12 millones de dólares, publicado en Londres el año pasado y recientemente traducido aquí. El libro de Thompson, rigurosamente documentado, puede ser leído desde varios ángulos. En apariencia, y como indica el subtítulo de la edición española, debe considerarse un estudio sobre la economía del arte contemporáneo y la función de las casas de subastas internacionales, como Christie's y Sotheby's a la cabeza. También es la historia pormenorizada de un gran fraude en el que los especuladores se mueven con la misma impunidad que los más distinguidos tramposos de Wall Street. Por último, El tiburón de 12 millones de dólares podría utilizarse como un excelente informe para explicarnos cómo ha podido convertirse en hegemónico un arte fraudulento auspiciado por engranajes mercantiles en los que la ignorancia con respecto a la gran tradición artística (incluida la vanguardista) sólo es superada por la codicia.

Este último aspecto es el que más me interesa, dado que las demás cuestiones quedan suficientemente aclaradas por el propio Thompson con un alud de datos difíciles de desmentir. En otras palabras, lo atractivo, creo, es preguntarnos cómo se ha impuesto, casi sin resistencia, una idea tan reaccionaria del arte para que tanta gente traduzca el valor artístico en términos económicos y mediáticos hasta encontrar lógica la confusión del estilo artístico con la marca comercial. Thompson demuestra de manera fehaciente cómo en las últimas décadas la imposición de la marca haigualado por completo el mercado del arte y los otros mercados.

La selección de artistas-marcas se ha realizado con los mismos criterios que la de los otros protagonistas emblemáticos del engranaje mercantil, con un creciente desinterés por el talento artístico a favor de la "capacidad de impacto". La consecuencia inmediata de este proceso ha sido la sistemática postergación de todos aquellos que no encajaban en el prototipo u ofrecían resistencia desde su particular concepción artística.

De hecho, el arte mercantilmente hegemónico de nuestros días, y el único visible en los medios de comunicación, es un arte en el que no hacen falta artistas ni críticas niconaisseurs, ni público si quiera, con tal de que unos subasteros suficientemente poderosos hagan visibles marcas reconocibles. El impacto de la marca, metamorfoseado en obra, es el que influirá en los pujadores millonarios y en los responsables de los "museos contemporáneos", quienes, con dinero público, contribuirán a certificar el valor artístico de lo que inicialmente en la mente de los especuladores, es una operación especulativa.

Naturalmente, el tiburón al que se refiere Don Thompson en su título es el de Damien Hirst, el mayor fabricante de productos de impacto en los últimos lustros y taxidermista más bien mediocre, como lo demuestra el hecho de que su renombrado escualo conservado en formaldehído se deterioró hasta el punto de tener que ser sustituido por otro ejemplar. La elección de Hirst es acertada porque el carácter diáfano de su trayectoria lo hace representativo: no tanto, por supuesto, desde la perspectiva de sus propuestas materiales (lo que nos llevaría a la enojosa e irresoluble cuestión qué-es-una-obra-de-arte) sino del encaje en el engranaje que proporciona al mundo los artistas-marca. Thompson analiza con perspicacia cómo un tiburón australiano mal disecado, al que se ha titulado con perfecta arbitrariedad La imposibilidad física de la muerte en la mente de alguien vivo llega a ser valorado en 12 millones de dólares y, en consecuencia, es transformado en una obra de referencia para el arte contemporáneo.

La supuesta provocación de Hirst es, desde luego, un puro cálculo, pero esto, aunque evidente para todo, no evita que se incorpore al circuito de la autoridad artística, y a esa autoridad se remitirán compradores particulares, museos contemporáneos públicos y bienales de arte encargadas de mostrar lo que verdaderamente cuenta. Lo retrógrado de la concepción que toma como baluarte a los Damien Hirst o Jeff Koons no se fundamenta en la lluvia de millones que cae sobre las cabezas de los que acatan el sistema, sino en la exclusión de los que, con igual o mayor talento, no lo acatan. El mercado usurpa todo el territorio pero, como afirma el crítico de arte Jerry Saltz, "el mercado es una tormenta perfecta de palabrería, interpretaciones sesgadas y especulaciones, una combinación de mercado de esclavos, parqué de bolsa, discoteca, teatro y burdel, donde una casta cerrada y cada vez más numerosa celebra unos rituales en los que los códigos de consumo y distinción se manipulan a la vista de todos".

A pesar de esta evidente manipulación, la tormenta perfecta se abate sobre todos los ámbitos privados y públicos. Con impecable lógica mercantil, los inversores compran productos que puedan reportarles rápidos beneficios; pero lo más demoledor es que los grandes museos acepten las mismas premisas e incorporen a sus fondos, como muestras del arte actual, las mercancías colocadas en el escaparate por los especuladores. En los últimos años, centros de referencia como el MOMA de Nueva York o la Modern Tate de Londres se han plegado a las exigencias de los subastadores y, con frecuencia, si no han adquirido determinadas obras ha sido porque algún nuevo rico ruso o algún excéntrico millonario japonés los ha superado en las pujas. A escala local, cientos de "museos de arte contemporáneo" han actuado según la misma servidumbre, creando así un canon sobre lo que significaba contemporaneidad en el trabajo artístico. A nadie le ha importado que Hirst confesara que eran sus técnicos, y no él, quienes llevaban a cabo las obras que él firmaba. Nadie ha reaccionado porque ya nadie, en las llamadas instituciones artísticas, puede oponerse al poder de Christie's y Sotheby's, y aún menos a las opacas maneras fraudulentas de los Madoff del arte.

Con todo, el escándalo no es tanto económico como artístico. Situado en las antípodas de la vanguardia, sin inconformismo espiritual alguno, el arte oficioso que resulta de estos mecanismos de selección es un arte acomodaticio y servil, por más que, al tener que responder a las piruetas impactantes que exige el mercado, quiera presentarse como provocador y original. Sin ningún género de dudas, las denostadas academias de bellas artes de los tiempos antiguos eran menos dirigistas que los grandes subasteros actuales, y los salones, aquellos ridículos salones que fueron objeto de las burlas de la modernidad, mucho más revolucionarios que la mayoría de nuestros museos de arte contemporáneo, tan estúpidamente arrodillados ante el poder y tan excluyentes. El escándalo no es tanto que un tiburón mal disecado, tras su transformación en obra de arte, quede valorado en 12 millones de dólares, sino que los depredadores devoren cualquier talento que trate de ir a contracorriente.

 El País, 18/12/2009



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24 de diciembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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El Obama definitivo

La lista de los Nobel de Medicina y Fisiología, galardón creado en 1901, es un buen baremo para calibrar la calidad de la medicina norteamericana. En la última década sólo un año no ha sido para sus investigadores. En los últimos 40 años, se ha ido de vacío sólo en siete ocasiones. Estados Unidos está en cabeza de la investigación desde la Segunda Guerra Mundial. Tiene la mejor medicina, los mejores investigadores y hospitales, y a la vez uno de los peores sistemas de salud del mundo desarrollado. Es una medicina cara e ineficiente, y además escandalosamente injusta. Todo cuesta el doble que en el resto del mundo desarrollado. Pero la esperanza de vida es más baja. El número de personas que quedan fuera de cobertura crece de forma constante y se calcula que puede estar ya en 47 millones.

La reforma del sistema de salud norteamericano es la piedra miliar de la presidencia de Obama. Si la culmina, habrá alcanzado el principal objetivo que se proponía. No es únicamente una cuestión de equidad con quienes están ahora sin cobertura médica, sino de viabilidad de un sistema que clama por su reforma desde hace 70 años. De ahí que desde el primer día haya sido el tema al que más tiempo, energías y reuniones le ha dedicado. Durante más de medio año la Casa Blanca ha conducido el proyecto como si fuera una campaña electoral. Se trataba de convencer naturalmente a los senadores y congresistas para que dieran su voto, pero también de cambiar la opinión pública y frenar los ímpetus de la derecha republicana y de los grupos de presión hostiles. No ha sido una batalla, sino una verdadera guerra de desgaste, en la que no han faltado las mentiras y las canalladas propias de las guerras. La derecha le ha acusado de organizar tribunales para dictar la eutanasia contra ancianos y minusválidos, de querer socializar la medicina y de recortar la actual asistencia a los ancianos (Medicare). Obama ha dejado muchas plumas en el combate. Su popularidad ha caído. Sus propósitos de presidencia transversal por encima de los partidos (bipartisan) han quedado en nada. Ha tenido que partirse la cara para hacer el más mínimo paso y lo ha conseguido con un retraso preocupante respecto a sus propósitos: la reforma debía estar lista y aprobada justo después del verano, y no lo estará probablemente hasta principios del año próximo: lo mismo que con el cierre de Guantánamo. Al acercarse al primer aniversario de su instalación en la Casa Blanca, Obama está llegando a su punto crítico, el momento en que finalmente será posible atisbar el perfil con el que va a pasar a la historia. Durante este año ha pronunciado de momento los mejores y más bellos discursos. Pero ya hemos visto qué ha sucedido cuando se ha pasado de las palabras a los hechos. La realidad es de pedernal: dura y exasperante. Hasta aquí llega su yes we can. Ahora resulta que el maravilloso primer presidente negro de los Estados Unidos no convence a nadie, ni a una derecha que le detesta ni a una izquierda que esperaba mucho más de él. Ha decepcionado en Afganistán, a unos porque ha fijado una fecha para empezar la retirada y a otros porque es responsable de una escalada. Ha decepcionado en Copenhague, a unos porque no creen en el cambio climático y a otros porque le consideran responsable de dinamitar el proceso multilateral, y lo ha sustituido por una declaración de los que más contaminan en la que no se cifran objetivos ni compromisos. Va a decepcionar también con la reducción del arsenal nuclear, que no gusta a quienes piensan que EE UU debe mantener su supremacía pero tampoco a quienes piden reducciones más drásticas. Y decepcionará también con su reforma del sistema sanitario, que para la derecha significa una intromisión intolerable del Estado donde no le llaman y para la izquierda un paso más que insuficiente, sin opción a una sanidad pública, que seguirá dejando a muchos norteamericanos e inmigrantes fuera de toda cobertura (27 millones, según cifras de Financial Times). Esto es Obama y esto será Obama en el futuro: palabras sublimes y hechos mediocres. A menos que tropiece con una circunstancia excepcional, de las que marcan una presidencia. Puede ser adversa: un enfangamiento en Afganistán que desemboque en un Vietnam insoportable. O favorable: que una constelación de voluntades, hasta ahora inexistente, conduzca a la creación del Estado palestino y a la paz. Sólo un imprevisto, o la economía, claro, pueden cambiar esta imagen que está a punto de convertirse en definitiva. Si es un hecho negativo, teñirá de gris incluso sus ya mediocres logros y Obama será como Carter, Johnson o como máximo Clinton. Si es positivo -esa paz imposible en Oriente Próximo; o una nueva era de prosperidad-, entonces los teñirá de oro y será Lincoln y Roosevelt, como había soñado.



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24 de diciembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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REGALO DE NAVIDAD: Paul Auster

Como un regalo navideño a los lectores de Moleskine Literario, les ofrezco este especial gráfico aparecido en The Guardian titulado: Auggie Wren's Christmas Story por Paul Auster, illustrated por ISOL y editado por Faber and Faber. 'Auggie and I have known each other for close to eleven years now. He works behind the counter of a cigar store on Court Street in downtown Brooklyn, and since it's the only store that carries the little Dutch cigars I like to smoke, I go in there fairly often.''It turned out that Auggie considered himself an artist ... As I flipped through the photo albums and began to study Auggie's work, I didn't know what to think ... all the pictures were the same.''He suddenly interrupted me and said, "You're going too fast. You'll never get it if you don't slow down." He was right of course. If you don't take the time to look, you'll never manage to see anything.''Earlier that same week, a man from the New York Times called me and asked if I would be willing to write a short story that would appear in the paper on Christmas morning... I told him I would give it a try. The moment I hung up the phone, however, I fell into a deep panic.''I found myself unburdening my troubles to Auggie. "A Christmas story?" he said after I had finished. "Is that all? If you buy me lunch I'll tell you the best Christmas story you ever heard."' '"It was the summer of seventy-two," he said. "I don't think I've ever seen a more pathetic shoplifter in my life ... He took off like a jackrabbit ... I chased after him for about half a block, and then I gave up. He'd dropped something along the way, and since I didn't feel like running any more, I bent down to see what it was. It turned out to be his wallet ... Robert Goodwin. That was his name. ... I felt kind of sorry for him.' '"Every once in a while I'd get a little urge to send it back to him, but I kept delaying and never did anything about it. Then Christmas rolls around and I'm stuck with nothing to do."' '"I finally get to the apartment I'm looking for and ring the bell. Nothing happens. I assume no one's there ... and just when I'm about to give up, I hear someone shuffling to the door ... 'Is that you Robert?'"'"She has to be at least eighty, maybe ninety years old, and the first thing I notice about her is that she's blind. 'I knew you'd come, Robert,' she says. 'I knew you wouldn't forget your Granny Ethel on Christmas.'"''"What I did next was positively crazy and I've never forgiven myself for it. I go into the bathroom and stacked up against the wall next to the shower, I see a pile of six or seven cameras. Brand-new thirty-five-millimetre cameras, still in their boxes ... I figure this is the work of the real Robert."'"I felt so bad about stealing the camera, I hadn't even used it yet. I finally made up my mind to return it, but Ethel wasn't there anymore."' '"And now you've got your Christmas story, don't you?"



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24 de diciembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Doce por José José

José José. Fuente: univisión Excelente idea: Ediciones Cal y Arena, luego de una noche de copas amenizadas por versiones mal cantadas y etílicas de las canciones de El Príncipe de la Canción, José José (como terminan todas las noches de copas de Latinoamérica) decidió convocar a 12 escritores mexicanos para que se inspiren en igual número de canciones del genio mexicano. El resultado incluye covers literarios de Ana Clavel, Guillermo Fadanelli, Ana García Bergua, Eduardo Antonio Parra, Rafael Pérez Gay, Carmina Narro, Roberto Diego Ortega, Luis Miguel Aguilar, Héctor de Mauleón, Anamari Gomís, Roberto Pliego e Iván Ríos. Yo hubiera hecho un cover literario de La Almohada, la historia de mi vida. En fin, dice la nota:Los textos inspirados en canciones como ?Gavilán o Paloma?, ?Una mañana?, ?Payaso?, ?La nave del olvido?, ?Si me dejas ahora? y ?El triste?, son un acercamiento a un momento de la cultura popular, tanto que Pérez Gay no tiene duda en que José José va a quedar a la altura de José Alfredo Jiménez o Javier Solís. ?En algún momento se le va a recordar como otro de los grandes de la canción porque José José deja un poco atrás al bolero para constituir lo que es la balada romántica que surgió en los años 80 y de la cual él es eso precisamente, el Príncipe de la canción?. Tampoco Ana Clavel tiene duda de que el libro es una especie de reconocimiento al papel que en la vida y en los ?corazones más sensibleros? de esa docena de escritores tiene la figura de José José. ?Además él en su vida personal ha llevado un registro de sus propias canciones, ha sido Gavilán, ha sido Paloma, ha sido volcán apagado, ha sido El Triste. Tuvo sus momentos gloriosos porque tenía una voz portentosa y una manera única de interpretar, y sigue siendo la voz del corazón abierto?. Iván Ríos Gascón por su parte asegura que él descubrió todo un universo al escuchar con atención las canciones de José José. ?Realmente no había medido la genuina dimensión de lo que significa José José como personaje, como cantante y sobre todo el contenido de sus baladas románticas?a un gran momento de la cultura popular y lo situan, como dice Pérez Gay, a la altura de José Alfredo Jiménez o Javier Solís. ?José José deja atrás al bolero para constituir la balada romántica surgida en los 80?. Si en su texto Roberto Diego Ortega señala que José José diseñó la fórmula perfecta de su voz, una esfera definida por la intensidad erótica y el corazón hipersensible?, Rafael Pérez Gay declara que su relación con el Príncipe ?es larga, añeja y muy afortunada, siempre me pareció un gran cantante, de enorme éxito, pero destruido por el triunfo demoledor de sueños que llega con el éxito?. [...] Los doce autores que fueron invitados a participar y trabajaron sobre una canción de José José, se dejaron llevar por la inspiración, por los celos, la traición, la soledad, la mentira, el abandono, el adulterio y la pasión que contienen todos los temas interpretados por el cantante. Ana Clavel se adentró en 40 y 20 para contar la historia de un cuarentón que se relaciona con una chica de 20 cuyos primeros años fueron el paraíso. Una frase de la canción fue determinante: ?Dicen que tú eres dulce primavera, no saben que yo guardo un verano que cuando te miro te quemas?. Para ella ?Esa incandescencia de un hombre mayor enamorado de una chica más joven me sirvió de pretexto para contar una historias que va de sorpresa en sorpresa, desde el momento en que él está a punto del suicidio cuando lo deja la chica. Ahí comienza la historia?, relata la escritora ana Clavel. En tanto que Guillermo Fadanelli apostó por "Me basta" para relatar que ?Todo comenzó cuando abrí una puerta que debió mantenerse siempre cerrada?, Carmina Narro se inspira en ?Será? para contar que no sabe cuándo empezó todo pero desde las primeras líneas parafrasea: ?Será que te llevaste algo de mí... el día que te fuiste... Será que estaba acostumbrado a ti...? y Héctor de Mauleón crea un retrato perfecto de ?El Triste? a través de una historia contada en primera persona es un caminador eterno de la ciudad pero siempre en soledad.



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23 de diciembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Renunció Abel Posse

Abel Posse renunció. Fuente: la gaceta tucuman Y doce días después y con todo el mundo en contra, el escritor Abel Posse renunció al cargo de Ministro de Educación en Argentina. "Me fui a los 10 días porque no quería irme muerto a los 40" dijo el renunciante. No pudo más. Dice la nota en Página12:Con sólo doce días frente al cargo, Abel Posse renunció como ministro de Educación de Mauricio Macri. Luego de que el jefe de Gobierno decidiera nombrarlo sin escuchar los cuestionamientos de los gremios docentes, los organismos de derechos humanos y la oposición porteña, el cónsul de dos dictaduras se convirtió en el funcionario más fugaz de la gestión PRO. Posse cosechó un rechazo unánime luego de afirmar que estaban ?ilegítimamente encarcelados los militares que lograron el cometido de aniquilar a la guerrilla en sólo diez meses?, que los ex detenidos-desaparecidos eran un ?residuo de subversivos? y que los jóvenes están ?drogados y estupidizados por el rock?, entre otras frases memorables. El principal candidato a reemplazarlo es el diputado Esteban Bullrich. Macri decidió pedirle la renuncia a Mariano Narodowski para darle un cierre al escándalo de espionaje de Ciro James, que cobraba un sueldo de seis mil pesos mensuales en el Ministerio de Educación. En su lugar, eligió a Posse, que consiguió unificar en su contra a todos los gremios docentes, a la totalidad de los opositores y a estrellas de rock, como Andrés Calamaro, León Gieco y Litto Nebbia, entre otros. También lo cuestionaron los jueces de la Corte Suprema Carmen Argibay y Eugenio Zaffaroni y se diferenciaron de él diversos ministros del propio gobierno macrista (en primera fila, Narodowski). Tras el pedido de que no lo dejara jurar en el cargo, Macri decidió seguir adelante con su designación y le pidió que no hiciera más declaraciones sobre el pasado, sino que se dedicara a hablar de educación. En público, lo defendió como ?un intelectual provocador?, un argumento que no convenció a muchos. ?Esperemos que este hombre entienda qué lugar debe ocupar?, murmuraban en el gabinete, mientras Macri le tomaba juramento el 11 de diciembre, hace menos de dos semanas. Sin embargo, el ministro ?que cosechó dos marchas en su corta gestión? desobedeció el pedido del jefe de Gobierno y siguió adelante con su raid mediático. ?Qué me va a retar Macri. ¡A mí no me reta nadie!?, se jactó, en un reportaje con Página/12. Los macristas pensaban coronar el cambio de ministro con la creación de un consejo asesor, al que querían sumar al filósofo Santiago Kovadloff, al rabino Sergio Bergman, al ex ministro de Educación de la Alianza Andrés Delich. Pero luego de las primeras declaraciones del ministro, todos huyeron despavoridos. En las segundas líneas del ministerio tampoco habían caído nada bien sus declaraciones sobre el rock y se quejaban de que iba sólo una o dos horas por día. ?No estaba cómodo con cómo lo estaban tratando la prensa y los sindicatos?, explican su renuncia cerca de Macri, en donde detallaron que Posse presentará hoy su renuncia formalmente. ?Habló como escritor y la tribuna era otra?, sentencian en Bolívar 1. Si bien la noticia representa otro dolor de cabeza para Macri ?para colmo, le cae el día en que relanzó la Policía Metropolitana? entre los macristas había cierto alivio por la salida del ministro problemático.



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23 de diciembre de 2009
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El Boomeran(g)
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