He venido enfatizando la tesis de que la ciencia, concretamente la ciencia entendida como física, sólo puede surgir en base a unos presupuestos que no constituyen universales antropológicos, es decir: tales presupuestos pueden perfectamente estar ausentes de una civilización dada, por esplendorosa y brillante que esta sea. Señalaré un contrapunto: universal antropológico, rasgo inherente a toda sociedad humana (sea arcaica o próxima a nosotros), sí lo es desde luego la música; no cabe una comunidad humana sin música, mientras que sí cabe una comunidad humana sin ciencia (lo cual obviamente no quiere decir sin conocimiento y simbolización).
Por otro lado, aunque con ciertas cautelas, a la hora de delimitar el marco histórico he aceptado la tesis de que el pensamiento jónico es el primero que responde a las premisas que posibilitan la física, y en consecuencia también la metafísica (concebida como esa disciplina que viene tras la física y surge como resultado de aporías internas a la misma). Pues bien, hay quizás razones para extremar tales cautelas, siendo prudencia mínima al respecto matizar la tesis de la manera siguiente:
En la civilización jónica se daría desde luego una suerte de revolución en relación al pasado de los propios griegos (el universo de Anaximandro no es el mundo de Homero, para simplificar), pero no forzosamente una revolución en relación a civilizaciones de hecho geográficamente cercanas. En un libro que lleva por título L' Encre des savants. Réflexions sur la philosophie en Afrique (1), el filósofo senegalés y profesor en la universidad de Columbia, Souleymane Bachir Diane, se alza contra la idea misma del llamado milagro griego, recordando al respecto que el propio Platón en el Timeo señala la deuda del pensamiento griego con la civilización egipcia. El autor reivindica la universalidad de la filosofía en base al hecho de que las interrogaciones elementales relativas al entorno y a nuestro destino se hallan presentes en toda sociedad humana, insistiendo en la equivalencia salva veritate de toda lengua en relación a toda otra lengua. Al respecto es muy de agradecer su crítica de la idea aun imperante (aunque a veces no explicitada en por temor su crudeza la incorrección política) de que lenguas como el alemán y el griego tendrían una suerte de potencialidad innata que las haría mayormente aptas a la expresión de determinaciones conceptuales(2). Pero más allá de esta cuestión lingüística que por mi parte doy por zanjada, persiste un debate a la vez antropológico político y filosófico.
El egiptólogo y filósofo J. Molongwa Bayi Bayi, que realiza una tesis doctoral sobre cuestiones colindantes me pone en la pista de los trabajos de Cheikh Anta Diopp (1923-1896): antropólogo, historiador, egiptólogo, epistemólogo, físico nuclear, químico y... filósofo. Lo que sigue es fruto del intercambio de reflexiones con Molongwa Bayi Bayi al respecto.
Diopp se propone recuperar la filosofía desde las "cenizas de la ciencia" ( idea interesante si se entiende desde las crisis de la ciencia). Sin embargo la matriz de la ciencia no es ubicada por el autor (también senegalés como Bachir Diane) en los mismos parajes que aquí he venido considerando.
En el plano antropológico, Diopp, siguiendo los trabajos de Louis Leakey fija el origen de la humanidad en la región de los grandes lagos, valle del Omo (África oriental), emergiendo homo sapiens hace aproximadamente 150000años. Y desde tal cuna habría que situar el proceso que condujo después a la civilización faraónica. Diopp se opone a las tesis de Levy- Bruhl que tiende a presentar el hombre africano como a-histórico (siguiendo a su juicio -lista problemática- las trazas de Hume, Voltaire, Kant, Hegel y... el propio Marx).
Lo que aquí nos concierne mayormente no es la radicalidad en la denuncia de una ocultación (con ribetes colonialistas) del verdadero peso de la cultura que se forja en África para cristalizar en el valle del Nilo, sino la reivindicación explícita por Diopp de que a estos ancestros deberíamos no sólo el arte, el monoteísmo, la escritura, la medicina, la arquitectura, la agricultura y la matemática, sino también la física (mecánica, astronomía...) y la filosofía (3). Aunque tratándose de esta última disciplina Diopp establece una radical diferencia entre la filosofía idealista, que conservaría aspectos místicos y la filosofía materialista que sería con mayor legitimidad atribuible en exclusividad a los griegos (4). Mas en cualquier caso, en la cultura del valle del Nilo (que tendría en ella misma la base de su devenir histórico) habría que buscar el cordón umbilical de esa actitud del espíritu que caracteriza a la ciencia.
En concreto, para Diopp es en la cultura del valle del Nilo que habrían surgido por un lado la rigurosa separación del mito y del concepto, separación de lo imaginario y la necesidad; por otro lado la conciencia de esta singularidad de constituir un pensamiento regido por la implacable exigencia de la necesidad, constituyendo ambos la condición mínima tanto de un pensamiento científico como de un pensamiento filosófico.
Una de las tesis que Diopp combate es la que intenta encontrar para la cultura del valle Del Nilo filiaciones orientales (5) . Consecuencia de esta diatriba sería un viraje por el cual la antigüedad egipcio-nubia viene a ser estudiada como una civilización propiamente africana(6), lo cual tiene implicaciones, así expresadas por Jesús Molongwa "el antiguo Egipto jugará en relación al África Negra el mismo rol que la civilización greco-latina para la cultura occidental".
Molongwa hace referencia al proyecto político de que África asuma la confrontación que supone intentar alcanzar sus potencialidades, desplegar todo aquello que circunstancias históricas han impedido(7). No obstante en el marco de estas reflexiones, la cuestión que interesa es la de determinar hasta qué grado Jonia es por así decirlo original Y al respecto, Diopp es radical (8): Africa sería la verdadera fuente de lo que hoy, bajo forma de ciencia y de filosofía, tendría vigencia como universal y que -como hemos visto- la historiografía filosófica y científica, tan venerable como escolástica, tiende a atribuir a la herencia griega (9).
La tesis es no sólo consistente sino verosímil y en todo caso los discípulos de Diopp la sostienen con rigor y aun con pasión...Sin embargo: ¿significa ello que es ilegítimo volcarse sobre el mundo griego, y concretamente jónico, en una reflexión que apunta a determinar cuáles son los presupuestos que posibilitan la emergencia de una disciplina a la que (como proyecto general de dar cuenta de la naturaleza y desde Tales de Mileto a Einstein ) designamos como física, y cuáles son las razones por las que la física se convierte por sí misma en metafísica? Retomaré esta pregunta.
(1) Présence Africaine, París, 2013. Ideas análogas son recogidas adimismo en su más reciente Bergson postcolonial. CNRS, Paris 2016
(2) No es necesario al respecto referirse una vez más a las posiciones en ocasiones irritantes de ciertos autores de inspiración heideggeriana. Pero sí es conveniente señalar que ciertos indiscutiblemente grandes como Hegel han tendido a quitar peso al pensamiento árabe y judío en la historia de la filosofía. Los argumentos (a veces meras coartadas) no faltan. Así, del simple hecho que la forma de cópula (S es P) sea la manera usual de expresar en lengua griega la pertenencia de un atributo a un sujeto ha dado pie a algunos a excluir que la problemática ontológica (sintetizada paradigmáticamente en la célebre sentencia de Parménides), sea expresable cabalmente en lenguas (así el árabe) que tienen otra estructura predicativa. Mas allá de este problema concreto, el hecho de que una lengua no-indoeuropea como el Vascuence disponga hoy de excelentes traducciones de algunos de los grandes clásicos (Aristóteles en primer lugar), es un buen indicio de la arbitrariedad que supone el jerarquizar las lenguas en potencial filosófico.
(3) « Le Nègre ignore que ses ancêtres, qui se sont adaptés aux conditions matérielles de la vallée du Nil , sont les plus anciens guides de l'humanité dans la voie de la civilisation; que ce sont eux qui ont créé les Arts, la religion (en particulier le monothéisme), la littérature, les premiers systèmes philosophiques, l'écriture, les sciences exactes (physique, mathématiques, mécanique, astronomie, calendrier...), la médecine, l'architecture, l'agriculture, etc. à une époque ou le reste de la Terre (Asie, Europe: Grèce, Rome...) était plongé dans la barbarie ...» C A DIOP, Alerte sous les tropiques. Articles 1946-1960. Culture et développement en Afrique noire, Paris, Présence Africaine, 2006, pp. 48. Citado por Jesús Molongwa en un trabajo aun no publicado que forma parte del temario de su tesis.
(4) « Si nous considérons l'école idéaliste grecque (Platon, Aristote, les Stoïciens), aucune différence essentielle n'apparaît avec l'Égypte, puisqu'aussi bien il s'agit d'une pensée égyptienne à peine modifié: partout dans la cosmogonie platonicienne et dans la métaphysique aristotélicienne, le mythe cohabite pacifiquement avec le concept. Platon pourrait même être appelé, à juste titre, Platon-le-Mythologue. Mais les choses changent radicalement avec l'école matérialiste grecque; les principes, les lois d'évolution de la nature deviennent des propriétés intrinsèques de la matière, qu'il n'est plus nécessaire de doubler, même symboliquement, d'aucune divinité, ils se suffisent à eux-mêmes. De même toute cause première de nature devine est rejetée; le monde n'a été créé par aucune divinité, la matière a toujours existé »
(5) Uno de los soportes de su tesis sería el descubrimiento de que la genética y la morfología de su propia lengua senegalesa, el Wolof, estarían emparentadas con las del valle del Nilo. Ello pondría en grave aprieto la tesis de cierta egiptología oficial que veía en la faraónica una cultura importada de oriente. Parenté génétique de l'égyptien pharaonique et des langues négro-africaines: processus de sémitisation, Dakar-Ifan, les Nouvelles Éditions Africaines, 1977. Recuérdese que la existencia o no de una comunidad de problemática y enfoque afecta también al lazo entre Grecia y Oriente. Por ejemplo El filósofo francés Frédéric Nef (LA forcé du vide Seuil, Paris 2011) la reivindica, poniendo en paralelo la lógica de los escépticos y la lógica indú, concretamente en pensadores como Nägärguna. Nef se alza además contra la idea de que la "sabiduría" oriental se hallaría determinada por la búsqueda de la salvación mientras que el pensamiento occidental estaría mayormente marcado por exigencias cognoscitivas e insiste en el papel que ha jugado en ciertos de los grandes pensadores (de Platón a Pascal ) la búsqueda de equilibrio en el alma individual.
(6) « Si nous considérons l'école idéaliste grecque (Platon, Aristote, les Stoïciens), aucune différence essentielle n'apparaît avec l'Égypte, puisqu'aussi bien il s'agit d'une pensée égyptienne à peine modifié: partout dans la cosmogonie platonicienne et dans la métaphysique aristotélicienne, le mythe cohabite pacifiquement avec le concept. Platon pourrait même être appelé, à juste titre, Platon-le-Mythologue. Mais les choses changent radicalement avec l'école matérialiste grecque; les principes, les lois d'évolution de la nature deviennent des propriétés intrinsèques de la matière, qu'il n'est plus nécessaire de doubler, même symboliquement, d'aucune divinité, ils se suffisent à eux-mêmes. De même toute cause première de nature devine est rejetée; le monde n'a été créé par aucune divinité, la matière a toujours existé » Diopp. o.c. P.412. Con independencia del grado de veracidad de la tesis de fondo no deja de resultar curioso que se emparente a Aristótles con Platón en el marco de una filosofía idealista.
(7) "La consciencia histórica es el fundamento donde debe apoyarse la cultura africana repensada y renovada, tomando a la cultura faraónica como referencia a la luz de la racionalidad científica contemporánea. En este sentido, reconstruir las teorías científicas y filosóficas de la tradición negroafricana milenarias para fundar un corpus de ciencias humanas africanas contemporáneas es capital. África tiene la necesidad de re-construir su propia escuela" escribe.
(8)« L'Égypte est la mère lointaine de la science et de la culture occidentale (...) Autant la technologie et la science modernes viennent d'Europe, autant, dans l'antiquité, le savoir universel coulait de la vallée du Nil vers le reste du monde, et en particulier vers la Grèce, qui servira de maillon intermédiaire »Ibid., p. 12.
(9) Ibid., pp. 199-200.
