Víctor Gómez Pin
Veamos someramente el contenido concreto de este pensamiento reivindicado por Diopp, al que me refería en la anterior columna y que Jesús Mogonwa llega a a calificar de "ontología faraónica".
Tendríamos por un lado las escuelas de (en nombres helenizados) de Hermópolis, Heliópoles, Menfis y Tebas, en las que se darían las primeras tentativas de explicar a la manera de los presocráticos el origen del universo. La base de esta cosmología podría ser hallada en documentos grabados en las pirámides que datarían de 2600 antes de Cristo. Jesús Mogonwa explicita:
"Se trata de unos documentos elaborados en una época en la que aún no existían los griegos en la historia, y donde las nociones de filosofía china o hindú eran un sinsentido, desde el punto de vista lógico".
La cultura científico- filosófica egipcia sería pues no sólo fuente de la griega sino efectivamente ajena a influencias chinas o hindús. Allí se habría concebido la tesis de una materia primordial denominada Noun, indeterminada cualitativamente y carente de límites, la cual contendría en potencia los astros, así como los seres vivos y los humanos. Bajo el nombre complementario de Kheper, Noun constituiría una suerte de ley actualizadora de arquetipos; arquetipos concebidos por el propio Noun en su forma de la divinidad Ra, premonición del Dios-verbo (1). La analogía, a veces explícitamente establecida entre este Noun primigenio y el Apeiron (lo infinito o ilimitado de Anaximandro), queda sin embargo matizada por el hecho de que el Noun fuera precisamente concebido como una divinidad. De hecho cada vez que se abriría la hipótesis de un principio explicativo, este se acompañaría con la idea de una divinidad correlativa, aunque Diopp (p.389) señala que progresivamente la idea del principio se vaya imponiendo sobre la idea de divinidad.
Tendríamos pues un doble componente idealista (arquetipos en Ra)-materialista (aire humedad, tierra y fuego en acto) que sería una de las fuentes tanto de las religiones reveladas como del pensamiento pre-socrático. En concreto, por lo a este último se refiere, desde el Nous de Anaxágoras a las polaridades heracliteanas, pasando por los arquetipos platónicos, la deuda en relación al pensamiento faraónico sería enorme. Asimismo, la lógica habría sido avanzada por los egipcios dos mil años antes que la sistematizara Aristóteles y lo mismo cabría decir de la geometría y la aritmética.
Aspecto importantísimo es que una teoría reivindicativa de la potencia de lo numérico no sólo tendría matriz en el pensamiento africano sino que perduraría en alguna de las culturas actúales, como la concepción del mundo de los Woyo del Congo, en las ideas cosmogónicas de los Dogon del Mali y sobre todo en el peso que otorgarían al simbolismo de los números los Bambara, también en Malí.
No insisto en este breve resumen de las tesis de Diopp, colaboradores y discípulos relativas a las implicaciones políticas, aunque para los intereses de esta reflexión no puedo dejar de considerar un par de aspectos, sin duda problemáticos, que me llevan a seguir considerando legítima la posición consistente en volcarse sobre Grecia, y en concreto sobre el pensamiento jónico, a la hora de interrogarse sobre qué supuso el nacimiento de la física y qué llevó a la emergencia de la filosofía.
(1) Jesús Molongwa enfatiza al respecto el peso de un párrafo de Diopp (Ibid,p.390): « Il suffit que Ra conçoive les êtres pour qu’ils émergent dans l’existence. Il ya donc un rapport évident, objectif, entre l’esprit et les choses. Le réel est nécessairement rationnel, intelligible, puisqu’il est esprit, donc l’esprit peut appréhender la nature extérieure. Ra est le premier Dieu, le premier Démiurge de l’histoire qui ait créé par le verbe. Tous les autres dieux sont venus après lui et il existe un rapport historique démontrable entre la parole de Ra, le Ka -ou la raison universelle présente partout dans l’univers, et en chaque chose- et le logos de la philosophie grecque ou le Verbe des religions révélées. "L’idée objective" de Hegel n’est autre chose que la parole (de Ra) de Dieu, sans Dieu, une mythification de la religion judéo-chrétienne, comme l’a remarqué Engels »