Jesús Ferrero
(Sara es la voz solista y el coro lo forma el pueblo, como debe ser desde la antigua Grecia, y la moderna).
SARA:
Dios envió a Hitler
para que destruyese Alemania,
y luego envió a Merkel
para que destruyese Europa,
y luego envió a Cameron
para que destruyese Gran Bretaña.
CORO:
¿Y a quién envió Dios, oh Sara,
para convertir España
en la morada de la eterna corrupción?
SARA:
Quizá envió a varios, a bastantes,
para que la devastación fuese muy amplia.
Aunque basta con echar una ojeada
a los medios
de comunicación
de masas
para poder localizar
la cueva de Alí Babá
y los cuarenta ladrones
(aunque son algunos más).
CORO:
Los pensamientos de Dios
solían ser inescrutables,
y rara vez trasparentes,
pero ahora no.
Sabemos, como tú nos dices,
por qué nos envió a Merkel,
al celeste Cameron
y a la legión de buitres
que asolan toda región
desde las cumbres pirenaicas
al peñón de Gibraltar
(donde al parecer vivieron
los últimos hombres de Neandertal).
SARA:
Cierto, en los últimos tiempos
Dios busca la trasparencia.
Se lo agradeceremos siempre.
CORO:
Se lo agradeceremos, Sara,
como a ti te lo agradecemos,
oh, matriarca de las matriarcas
que estás sin duda en el cielo
fumando un Montecristo
con Cristo y Terenci Moix.
SARA:
Me encanta
vuestro sentido del humor, mancebos,
pero dejadme que siga
con mi narración:
“Esto es lo que hay”
-me ha dicho Dios al oído-,
“un mundo de ladrones, de necios,
de mandriles
que parecen recién llegados
de la oscura noche de los tiempos.
Preparaos para lo peor,
y no bromeo,
que quien avisa no es traidor,
no lo es, no, no, no”.
CORO:
Que quien avisa no es traidor
y donde las dan las toman.
Ja, ja, ja. Jo, jo, jo.
SARA:
Y donde las dan las toman
por delante y por detrás,
con amor o sin amor.
Ja, ja, ja. Jo, jo jo.
CORO:
Jo, jo jo. Ja, ja ja,
y tras las risas la pena
mientras entonamos todos
la canción de la tristeza
viendo cómo repiten
la misma farsa de siempre
y premian a los más viles
con doblones de oro y plata
que siguen guardando en Ginebra.
Ah, míseros de nosotros, ah, infelices,
¿qué delitos cometimos
pagando nuestros impuestos?
¿Por qué nos sigue castigando
con tanto tesón el cielo
y nos relega al infierno de la indigencia perpetua?
¿Para eso no hay respuesta,
Sara, Sarita, Sara?
SARA (Bailando la danza del vientre):
Para eso no la hay
ni la habrá mientras no cambie
lo que tiene que cambiar.
Ya veis que en algunos trances
Dios sigue siendo
el inescrutable.
Ah, el horror, el horror,
decía aquel señor
que conoció el corazón de las tinieblas.
Ji, ja, jo. Ji, ja, jo.
CORO (Bailando la danza del vientre a la par que Sara):
Ji, ja, jo. Ji, ja, jo.
Ah, el horror, el horror.