Al otro lado (Auf der anderen seite) es del género de películas que pasan pronto al lado oscuro del otro lado. Su guión ha recibido ya un puñado de premios, Cannes incluido, pero su visibilidad sigue siendo baja y, probablemente, se desvanecerá por completo en unas semanas sobre las pantallas en las grandes capitales y acaso no lucirá nunca en los cines de las ciudades pequeñas y medianas.
La actual distribución en manos de unas pocas productoras internacionales, las salas del centro comercial en poder de una sola marca cinematográfica conducen a que los filmes que no pertenecen a ese grupo no lleguen a ser exhibidos nunca ante la población local.
Es necesario estar en Madrid o en Barcelona, en Valencia o en Sevilla, para optar a una oferta más diversa, la que debiera tener a su disposición cualquiera. En este caso contrario, como ocurre como Al otro lado, su disfrute, su conmovedora historia, su inteligencia narrativa, quedará para unos cuantos privilegiados.
No se pierdan, de todos modos, si está a su alcance la película de Fatih Akin, un alemán de sólo 35 años, nacido en Berlín pero de fuerte raíces y antecedentes turcos.
El interés de la historia en cuanto historia a secas, el primor de los actores, la eficacia de la narración, la emoción y la sorpresa, la intriga y la fluidez, la delicadeza y el dolor, convierten la cinta en algo más que una buena ocasión para pasar el rato. Varios críticos españoles, como Carlos Boyero, han contribuido a ensalzar el interés de esta película pero, como una responsabilidad cultural, ciudadana, humana, cada espectador alumbrado por esta experiencia cometería un oscuro pecado si no propiciara a otros la luz incipiente para llegar hasta el interior de la sala y gozara de su "otro lado". En Madrid, en versión original, en los Verdi. (Otra película suya, Oso de Oro del Festival de Berlín 2004 fue Contra la pared (Gegen die wand), que veremos en vídeo esta misma tarde, antes de ponernos a cenar).
