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Vivir para ver

Por 10 de marzo de 2008 Sin comentarios

Vicente Verdú

Todos los amantes consiguen estimular su relación mediante las oportunas sorpresas, siendo la sorpresa -en el regalo, en el beso, en el encuentro, en el viaje- el mole del buen amor. El mole que mola en la relación picante y que la adoba hasta el apetitoso punto de su reinauguración.

Como un paño que saca brillo a la superficie de un objeto, la sorpresa realiza sobre lo conocido la función de devolverle luz. Cuando la relación se alarga y las sorpresas decaen, una humedad melancólica (una algia del corazón) se posa en la bandeja donde hasta momentos antes se servían acontecimientos impronosticados y conmovedores.

La previsibilidad es la madre de la descomposición. La rutina siempre actúa como un eficaz roedor de casi cualquier cosa y sólo cuando la edad no desea saber más, cambiar nada más, no conocer a más gente, lo rutinario cumple un papel feliz. La felicidad consistente en la conclusión o el acabamiento en un perfil personal y circunstancial que define y cerca la seguridad del territorio.

La edad avanzada halla en la rutina una confiada forma de protección porque un más allá desconocido se hace temible y un trastorno, cualquiera que sea, no conllevará sino algo peor. Antes, sin embargo, de ese último intervalo biográfico, la sorpresa es adrenalina, composición de color y sabor. Con la sorpresa, aumenta el nivel de deseo y degustación puesto que en el sistema general de la comunicación, la noticia es su máxima materia prima. Noticia y sorpresa se cruzan en su búsqueda de impacto. Es tanto más valiosa y emotiva una noticia cuanto más sorprendente es. En la prensa, en la televisión, en la publicidad, en la ciencia o en la religión, la noticia, el milagro, la hecatombe, la serendipity forman una comunidad de la misma naturaleza. Gracias a lo sorprendente creemos que el mundo no ha revelado todavía la totalidad de sus secretos, ni el amor o la película ha dado todo de sí. En consecuencia merece la pena permanecer aún en la sala. Vivir para ver.

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Vicente Verdú

Vicente Verdú, nació en Elche en 1942 y murió en Madrid en 2018. Escritor y periodista, se doctoró en Ciencias Sociales por la Universidad de la Sorbona y fue miembro de la Fundación Nieman de la Universidad de Harvard. Escribía regularmente en el El País, diario en el que ocupó los puestos de jefe de Opinión y jefe de Cultura. Entre sus libros se encuentran: Noviazgo y matrimonio en la burguesía española, El fútbol, mitos, ritos y símbolos, El éxito y el fracaso, Nuevos amores, nuevas familias, China superstar, Emociones y Señoras y señores (Premio Espasa de Ensayo). En Anagrama, donde se editó en 1971 su primer libro, Si Usted no hace regalos le asesinarán, se han publicado también los volúmenes de cuentos Héroes y vecinos y Cuentos de matrimonios y los ensayos Días sin fumar (finalista del premio Anagrama de Ensayo 1988) y El planeta americano, con el que obtuvo el Premio Anagrama de Ensayo en 1996. Además ha publicado El estilo del mundo. La vida en el capitalismo de ficción (Anagrama, 2003), Yo y tú, objetos de lujo (Debate, 2005), No Ficción (Anagrama, 2008), Passé Composé (Alfaguara, 2008), El capitalismo funeral (Anagrama, 2009) y Apocalipsis Now (Península, 2009). Sus libros más reciente son Enseres domésticos (Anagrama, 2014) y Apocalipsis Now (Península, 2012).En sus últimos años se dedicó a la poesía y a la pintura.

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