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Escrito por

Jean-François Fogel

Jean-François Fogel Periodista y ensayista francés, trabajó para la Agencia France-Presse, el diario Libération, el semanal Le Point y el mensual Le Magazine Littéraire. Ha vivido una parte de su vida en España donde empezó una segunda carrera como asesor para empresas de prensa. Fue asesor del director del diario Le Monde, desde 1994 a 2002, y sigue trabajando en la concepción y la remodelación continua del sitio Internet creado por el vespertino. Es maestro y presidente del Consejo Rector de la Fundación Gabo. Ha publicado varios libros sobre literatura francesa y sobre América Latina, entre los que destaca  un ensayo sobre el periodismo digital, Una prensa sin Gutenberg (Punto de Lectura, 2007).

En 2010 se dedicó a renovar los seis sitios de los diarios del grupo francés SudOuest, donde continua siendo asesor de la estrategia digital. En los últimos años, se encargó de la creación de una plataforma de información digital para el grupo France Televisions, una de las tres más importantes de Francia. Asesora a varios medios en Europa y América Latina tanto en la concepción de sitios, como en la organización de la producción digital. Es director del Executive Master of Media Management, del Instituto de Estudios Políticos de Paris (Sciences Po).

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ALGO PASÓ EN CUBA

En Cuba, la noticia principal no es la capacidad gástrica de un comandante pre-jubilado, es lo que pasó en la XVI Feria del Libro de La Habana. Sometiéndose a un jerarquía clásica de la información, Mauricio Vicent, corresponsal del diario El País en la capital cubana, dedica su título y su “lead” (primer párrafo) a la declaración de Raúl Castro: “Fidel va mejorando por día” y “se le consulta todo”. Pero lo fundamental, lo verdaderamente revolucionario es el resto de su texto publicado en la edición del diario del sábado (hoy sólo los suscriptores tienen acceso).

César López, el poeta al que rinde homenaje la feria, pidió al evento, en un discurso público, superar “cualquier limitación que en el transcurso de los años pueda haber mostrado, soportado y sufrido nuestra cultura”. Y citó de manera favorable a grandes escritores exiliados: Guillermo Cabrera Infante, Heberto Padilla, Reinaldo Arenas, Severo Sarduy, Gastón Baquero y hasta Jesús Diaz, fundador de la revista Encuentro de la Cultura Cubana. Raúl Castro estaba presente, después estrechó la mano del poeta y por la noche, tanto las palabras como las felicitaciones del hermano de Fidel estaban en las noticias del telediario.

Para entender el enorme paso adelante que representa este acontecimiento, hay que recordar las dos etapas de la historia de los intelectuales en Cuba:

1. Fidel Castro, en sus “palabras a los intelectuales”, el 30 de junio de 1961, define la regla del juego “dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, nada”. Entonces, sólo existe la categoría del artista revolucionario. Y así fue durante décadas, pues Fidel no era ni un José Stalin, capaz, en su brutalidad, de hacer algo para proteger a Boris Pasternak o Ilya Ehrenburg o cuidar la obra de Serguéi Eisenstein.

2. Alfredo Guevara, Presidente del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematograficos (ICAIC) repite mezzo-voce, a principio de los años 90, algo como “la Revolución puede aceptar artistas no-revolucionarios, pero no aceptará artistas anti-revolucionarios”. Era el principio de la política favoreciendo la salida de los artistas hacia el exilio. Tenían el derecho a volver a Cuba, a comprar allí su casa, etc., bajo una condición: callarse sobre la actividad política y la libertad en su patria, sobre todo hablando en presencia de la prensa.

Lo que cuenta Mauricio Vicent es obviamente algo nuevo, que no se esperaba. Es imposible saber si es el fruto de la enorme agitación provocada por el retorno de burócratas que se dedicaron, en los años 60 y 70, a perseguir a los artistas e intelectuales con especial énfasis en contra de los homosexuales. O si se trata de una verdadera apertura.  Podríamos hacer malas bromas al notar que la Revolución se reconcilia con los muertos y que faltan los exiliados vivos en las palabras de César López. Pero algo es algo. Y algo pasó en Cuba.

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12 de febrero de 2007
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RELATO DE UN NÁUFRAGO

Con todo respeto para el maestro Gabriel García Márquez, hoy le robo un título pues no hay otra manera de contar la historia del capitán del ejército colombiano, Leonardo Nur Rancel. Desapareció durante cuatro años. Ya no existía. Fue declarado muerto después de su secuestro por un grupo guerillero también desaparecido, el Ejército Revolucionario Guevarista.

Ayer, el diario El Tiempo de Bogotá, contaba su fenomenal historia. Es una historia descomunal, incluso en un país que no conoce límites ya no en el realismo mágico, sino en la política mágica, mezcla de violencia y de democracia formal. Hoy, el Nuevo Herald de Miami da más detalles. Leonardo Nur es un náufrago que sobrevivió. Náufrago entre los hombres. Náufrago en la naturaleza. Náufrago hundido en la historia de un continente.

Los soldados japoneses perdidos en la selva de las islas del Pacífico después de la Segunda Guerra Mundial son figuras remotamente parecidas a este colombiano atado a un árbol en el momento de su rescate y esperando un tiro en la cabeza. Su semblanza obvia es con Edmond Dantes, el héroe del Conde de Monte-Cristo, saliendo del mar vivo a pesar de su muerte reciente. Leemos la noticia como una promesa literaria. La de tener la historia de otro Luis Alejandro Velasco, el marinero hundido en el mar y rescatado por Gabriel García Márquez en una hazaña periodística de alto alcance literario. Leonardo Nur es una oportunidad para repetir la proeza. Con una historia más que rica, doble: náufrago de un rehén y náufrago de un ejército guerillero. Todos los lectores esperan. ¿Quién se atreve?    

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9 de febrero de 2007
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EL VIEJO PROBLEMA

Lectura de un artículo de Cristóbal Alliende en El Mercurio del domingo. La fecha es importante. Este domingo ya era un día de febrero, es decir, un día de vacaciones total en Chile. Ni hablar de literatura o de libros nuevos en los periódicos. Alliende es una firma que aparece a menudo en la prensa en Chile (fue editor de la revista De Libros de El Mercurio). Pero no hay duda sobre lo que es su artículo, «El novelista en su libro»: algo utilizado para tapar el vacío del verano en el hemisferio Sur.

Ese «algo» es apasionante: el viejo problema de la relación entre el autor y su novela. Alliende lo resuelve en ocho puntos. Se pueden resumir en una doble afirmación: el novelista está y no está.

Los ochos puntos de Alliende son contundentes:

1. Una novela tiene un autor (nada de la supuesta autonomía del texto).
2. Una novela es un telescopio para ver también a su autor.
3. El autor es prescindible (no importa conocer al autor para disfrutar su novela).
4. La novela autobiográfica es tramposa (si no, no es novela).
5. El autor es un mentiroso (por ser humano).
6. El autor es el propietario de su novela (con el derecho a comportarse como un gerente malo).
7. El autor tiene con sus personajes una relación que otra persona no puede tener.
8. La relación del autor con su obra no procede del mundo natural.

Ahora bien, me parece que falta un noveno punto: el novelista es el traductor de su obra. Marcel Proust, lo cita al final de su Búsqueda del tiempo perdido cuando pone muy feliz a su narrador. Este último sale del salón de los Guermantes y, después de sobrepasar su dosis razonable de vino, llega a pensar que pasar la vida con los Guermantes le ayudaría a escribir un gran libro. Pero enseguida entiende su equivocación. Recuerda que la realidad no es «una especie de basura de la experiencia». De ser así, el realismo sería el colmo del arte. Y Proust, o más bien su narrador –ya estamos en el problema– explica por qué un autor no tiene que inventar su libro. En realidad, dice, lo tiene en sí mismo y le falta traducirlo para sus lectores. Sigue la famosa frase: Le devoir et la tâche d’un écrivain sont ceux d’un traducteur (El deber y la tarea del escritor son los del traductor).

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8 de febrero de 2007
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UN ENLACE OLVIDADO

Al dedicarme a la tarea insoportable de cambiar programas en una computadora (u ordenador, como se dice en ciertos países) encuentro un enlace olvidado. Un enlace hacia una maravilla que no sé bien cómo describir. Claro que odio las artes digitales. Y tampoco considero la tecnología Flash como una ruptura en la historia de la creación artística. Pero me deslumbró en su época (creo que era el 2003) lo que hizo una Julie Potvin con L'horloge, un poema de Baudelaire dedicado al tiempo.

Al verlo otra vez me parece que todo es perfecto en este trabajo de ilustración que se puede comparar con los que hacían los grandes ilustradores; es decir, los artistas más grandes en la época predigital.

El poema de Baudelaire hace parte de la serie «Spleen e ideal». Es donde se encuentra el verso «Mi garganta de metal habla todos los idiomas». Busqué una traducción al castellano. La que encontré no me gusta pues el famoso verso se transforma en «Mi garganta metálica toda lengua conoce».

Última recomendación: aunque desconozcan el francés, hay que ver aquella maravilla.

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6 de febrero de 2007
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ILÍCITO

Ilícito es el título del último libro de Moisés Naím. Un libro bueno, a veces excelente pero también frustrante. Leí la edición colombiana (Debate) que tiene ya unos meses. Se va a publicar en España en marzo. Supongo que el libro ya salió o va a salir en todos los países de América Latina, pues Moisés Naím es una figura de primer orden por ocupar la posición de director de la revista Foreign Policy.

¿Cómo un libro bueno genera frustración en su lectura? La respuesta tiene que ver con el tema imposible de este largo ensayo/encuesta sobre traficantes, contrabandistas y piratas. Hay análisis, hay información, pero no siempre se puede cerrar de manera perfecta el círculo del pensamiento y de los hechos al tratarse de un mundo criminal. Naím, que fue ministro en Venezuela y director ejecutivo del Banco Mundial, no se extravió al dedicar un trabajo de economista y politólogo al hampa internacional. Al revés: explica muy bien cómo en un mundo globalizado por empresas transnacionales, existe un espacio nuevo para las actividades ilícitas. Son estas últimas, dice, las que cambian el mundo. Aunque Naím estudia sobre todo cinco áreas, narcotráfico, armas, personas, falsificaciones y dinero, se entiende muy bien que se trata de un tema único mirado desde un punto de vista nuevo: la derrota económica y tecnológica del estado-nación.

Una buena entrevista en línea del autor permite entender cuanto cambio la política. Lo que Naím llama “agujeros negros geopolíticos” son territorios de nuestro mundo, territorios amplios en América Latina o en la Costa del Sol en España. Afirmar que los traficantes están cambiando el mundo es una tesis nueva por su tamaño. Naím habla de una influencia política de los traficantes que va “más allá  de la tradicional ‘compra’ de políticos o burócratas”. Existen, dice, capturas de gobiernos estatales o locales. Al final “los intereses de un país pueden estar completamente en sintonía con el fomento y la protección de actividades  comerciales ilícitas a escala internacional”.

Al empezar su libro Naím enuncia tres ideas “falsas” sobre el comercio ilícito. Uno: no hay nada nuevo; dos: no es más que delincuencia; tres: es un fenómeno sumergido. Su demostración implacable convence después que sí, estas ideas son falsas. Nuestro mundo cambia y no sabemos cambiar nuestra manera de ver al mundo. Vemos gobiernos, bancos, empresas cuando hay una red nueva que ya socava las bases mismas de nuestra vida y convivencia en sociedades democráticas. Ilícito es un libro que abre ventanas. Lo que se ve es escalofriante.

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5 de febrero de 2007
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LEO «EL LIBRERO»

Para ser más precisos leo el número 6 (enero 2007) editado en Caracas por Sergio Dabhar. Es una revista fuera de lo normal: 48 páginas, papel couché, tamaño grande (27 x 31,5 cm), a todo color y… gratuita. En un continente donde escasean las librerías, con un precio sofocante para cualquier libro, El Librero va por el camino del lujo y de la gratuidad.

Durante años, Sergio Dabhar tuvo un papel fundamental en el diario El Nacional como periodista y ejecutivo en la sala de redacción. Como director de la colección de actualidad de la editorial Debate, es responsable, entre otros libros, de la edición de «la» biografía de Hugo Chávez -El comandante sin uniforme de los periodistas Cristina Marcano y Alberto Barrera. Con El Librero impulsa una idea y que es más que un modelo económico, algo sorprendente en el contexto de Caracas. ¿Tiene lógica una revista como ésta? Respuesta: sí, hay lectores y entonces hay necesidad por parte de las casas editoriales de comunicarse con ellos.

El Librero (5000 ejemplares buscados como pan caliente) es el único contexto dedicado solamente a los libros donde se puede publicar un anuncio publicitario de alta calidad (tanto por la definición de la impresión como por el soporte). Tampoco se trata de lo que llamamos en Francia una «trampa para publicidad». El Librero es una verdadera revista con artículos, en este número, sobre los libros infantiles, los libros de béisbol, los libros para médicos, las novelas ilustradas, una análisis de las tendencias del mercado, un adelanto sobre una novela política La última vez, de Adriano González León, que se publicará en febrero. Libros, libros, libros.

«No quisiera algo barato» reconoce Dabhar con una obvia sorpresa frente al éxito de su aventura. Los libreros piden tener más revistas, los editores ponen anuncios y desde afuera se les pide ejemplares de algo que falta en todas partes. Cuando Dabhar habla del «punto de equilibro entre las necesidades de los libreros y las de los lectores» entendemos que la revista cuida su posicionamiento: no es una revista cultural y tampoco es un especie de volante comercial para repartir entre compradores potenciales. Es una revista para ayudar a los libreros que recomiendan y orientan.

Para un europeo, hay un hueco inexplicable en América Latina. Cada diario importante tiene su suplemento (más bien sus páginas) de libros. Argentina tiene Ñ que es una maravilla aislada. Pero a nivel del continente, no hay nada que se dedique a los libros sin ser una revista cultural destinada a una audiencia restringida. Sergio Dabhar, que dice ser rentable ya, tiene un invento entre sus manos.

(Un blog escrito en Caracas habla de El Librero: http://desdeelexilio.blogspot.com/2006/12/el-librero.html)

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2 de febrero de 2007
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LA GRANDEZA DE LA DICTADURA

Una revolución tiene que ser grande. No se puede imaginar una revolución pequeña. Una revolución va para el todo o nada. «Hicimos una revolución más grande que nosotros» es una frase que Fidel Castro pronunció muchas veces en Cuba. La revolución bolivariana socialista de Venezuela llega ahora a la etapa de su grandeza.

Ayer, frente a la estatua de Simón Bolívar y a los miembros de la Asamblea Nacional, el vice-presidente, Jorge Rodríguez, fue preciso al definir los efectos de la revolución sobre Venezuela: «Claro que queremos instaurar una dictadura, dijo, la dictadura de la democracia verdadera y la democracia es la dictadura de todos, ustedes y nosotros juntos, construyendo un país diferente.» Entonces, todo va en camino y no falta la necesaria lucha contra el enemigo cuya existencia confirma la preocupación del presidente George W. Bush. Tenemos el panorama clásico de una revolución en nombre del pueblo y en contra de EE UU. Sólo falta la grandeza o más bien la idea de la grandeza.

Al ser reelegido, el presidente Hugo Chávez, hizo circular una nueva iconografía para implementar la idea de una revolución que acelera con cinco motores a la vez. Con color rojo y flechas para crear de manera inconsciente la idea de un motor de inyección directa. No está mal como símbolo, pero falta lo monumental, lo que obliga al pueblo a romperse el cuello para mirar arriba. Parece que ya viene con una flecha de hormigón de 100 metros de altura que apunta hacia EE UU. Su autor es el arquitecto brasileño Oscar Niemeyer. El artista, que ya tiene 99 años, prometió no revelar su diseño: «no lo voy a mostrar a nadie antes de que Chávez lo vea». Pero como todo artista tiene su orgullo y la Agencia France-Presse, el diario O Globo, en Brasil, y el diario El Nacional en su portada de hoy, mostraron el proyecto. Puro Niemeyer. Será Brasilia en Caracas.

El propio Chávez, en su programa de televisión Aló Presidente, habló de la sierra de El Ávila, la montaña casi virgen querida por los habitantes de la capital venezolana, como sitio para acomodar el enorme monumento. Al pensar en el comandante que se animó tanto con su proyecto y en la flecha de hormigón del viejo arquitecto, se debe recordar la famosa definición de Gustave Flaubert, «Erección: no se dice más que para hablar de monumentos».  

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1 de febrero de 2007
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EJES DE CRECIMIENTO

Dos noticias hoy. Dos ejes de crecimiento para los autores.

Primera noticia: crecimiento en el tiempo.

En París, una decisión de la Cour de Cassation (el más alto tribunal francés en asuntos extra-constitucionales) trae una etapa decisiva en un maratón judicial. En dos palabras, según los jueces: se puede. Se puede escribir otro volumen para prolongar la historia de Los miserables de Víctor Hugo. Los herederos del escritor han perdido, por el momento, pero parece una derrota muy seria, una pelea contra la casa Plon que publicó dos novelas utilizando tanto a los personajes como al argumento imaginado por Víctor Hugo.

Cosette ou le temps des illusions (Cosette o el tiempo de las ilusiones) y Marius ou le fugitif (Marius o el fugitivo) provocaron la ira de Pierre Hugo, el tataranieto del genial poeta. Ver al policía Javert salvado de las aguas del Sena como un Moisés le parecía el colmo del ultraje a la obra de su antepasado. En el derecho francés después de la desaparición del «derecho de autor» se mantiene un «derecho moral» a la integridad de una obra. Los herederos no pueden cobrar dinero pero tienen derecho a impedir una modificación de la creación. O por lo menos tenían hasta la decisión que pone tanto una vieja obra como sus personajes disponibles para todos. Le Figaro reporta la decisión sin comentarla. El diario The Guardian, se moviliza más y recuerda la promesa de los herederos: si seguimos en este camino, pronto tendremos la décima sinfonía de Beethoven.

Para todos los autores, claro, es tremenda oportunidad. Por el momento se mueven entre el presente y el futuro. Deben ahora pensar en utilizar la marcha atrás. Unas posibilidades: después de Ulysses, las vacaciones de Leopold Bloom en los pubs de Torremolinos; más allá de la Odisea, Ulises en el Club Méditerranée; claro, una buena opción es el tercer volumen de la Biblia (Jesús Cristo vuelve a la Tierra al enterarse que olvido sus gafas).

Segunda noticia: crecimiento en el espacio (para castellanohablantes).

Hablo del espacio de difusión de los libros, claro, al leer que la Casa de América (en España) crea con el grupo Planeta un premio de novela con una dotación colosal: 200.000 dólares para un texto inédito en castellano.

Tengo dos reacciones frente a la noticia: una es que se trata del punto de llegada del boom literario empezado en los años 60. Otra es recordar el texto que publicó el escritor Enrique Vila-Matas el domingo pasado en el diario chileno El Mercurio. «El gran problema que tienen los escritores españoles de hoy, escribe Vila-Matas,  es su visibilidad internacional.» El titulo del texto habla de una «narrativa invisible». América Latina desconoce a los escritores españoles y además es más fácil entrar al mercado español siendo mexicano que catalán o madrileño, afirma Vila-Matas. La impresión que da un premio tan bien dotado por una casa editorial española es que ahora no toman riesgo, en España, en el momento de controlar al lugar donde todo se pone en marcha, América Latina.

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31 de enero de 2007
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INFORME SOBRE PEDRO JUAN GUTIÉRREZ

Para reducir el cansancio de los compañeros de la seguridad cubana, cuya actividad frenética garantiza el éxito de la Revolución, tomé la decisión de redactar el informe sobre la comparecencia de Pedro Juan Gutiérrez frente al público del Hay Festival, en Cartagena, el 28 de enero de 2006. Favor transmitir una copia al ministro de cultura, Abel Prieto, siempre celoso del éxito de autores que tienen el talento que le falta a él, como a los responsables de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba.

Lugar: Salón Rey, Claustro Santo Domingo.

Duración: una hora y pico.

Atmósfera: faltan sillas para una audiencia de unas 300 personas. No hay intervenciones en contra de la Revolución pero es notable la falta de expresión pública a favor de una rápida recuperación del comandante en jefe.

Presentación: Pedro Juan Gutiérrez lleva un sombrero blanco. Camisa y pantalón de algodón. Ningún rasgo de comportamiento burgués, aunque el sombrero sobre su calvicie provoca varios comentarios en la sala como «con su cara dura y su sonrisa suave, el sombrero se parece más al cine americano que a La Habana».

Guión: la entrevistadora, la periodista Alma Guillermoprieto, lee un extracto de un libro de Pedro Juan Gutiérrez, donde el narrador dice «soy una mierda, mi valor es la de una mierda, etc.», eso antes de preguntarle de manera perversa si el narrador es él. Nuestro compatriota da la cara y consigue unas risas al utilizar la autodecisión como arma.

Planteamientos: el compañero Pedro Juan dice varias veces «somos mestizos», al insistir sobre la naturaleza especial de la mezcla de africanos y españoles en Cuba. Habla también de centro Habana como un territorio «muy violento», «muy agresivo», sin dar la culpa de esta situación a la Revolución o a la idiosincrasia cubana. Por fin, insiste de manera repetida en su voluntad de entender el papel de los años 60 en la historia de Cuba (no recuerda a la audiencia que aquella década es la del triunfo de la Revolución).

Rasgo personal: dice Pedro Juan Gutiérrez que su desánimo total en el año 1994 lo llevó a ser escritor tal como otros tomaron la decisión de salir en balsa hacia Florida. (Favor comprobar cuál era la actividad del compañero en las organizaciones de masa en este año).

Referencias a enemigos de la Revolución: habla de los escritores cubanos como de un grupo único dividido de manera artificial por el exilio. Al ser invitado a citar nombres de buenos escritores en el exilio, cita sólo cuatro que no son revolucionarios: Guillermo Cabrera Infante, Gastón Baquero, Reinaldo Arenas y Zoe Valdés.

Nota específica: al calentarse, Pedro Juan habla de una parte de la isla donde nacieron Batista y… (por milagro no llego a pronunciar el segundo apellido, el del comandante en jefe).

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30 de enero de 2007
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BOLAÑOMANÍA

En el salón Rey del claustro Santo Domingo, en Cartagena de Indias, el tema era «Roberto Bolaño y la nueva generación de escritores latinoamericanos». En el escenario: Sergio Gamboa, novelista colombiano, y Jorge Volpi, escritor mexicano que tomará pronto el cargo de director de una cadena de televisión en su país. En el Hay Festival se procura dar un moderador para casi todos los actos. No fue el caso en un viernes de celebración literaria animada por los dos escritores. En un movimiento concertado de vaivén o más bien de subastas, se dejaban la palabra uno al otro. No recuerdo haber oído otra celebración literaria como ésta. Extractos de la misa para el descanso del alma de Santo Bolaño, autor de Los detectives salvajes y 2666:

Jorge Volpi : «Roberto Bolaño es el escritor de fin del siglo XX más importante en América Latina».

Santiago Gamboa: «la prosa de Roberto Bolaño era un universo que lo contenía todo, una prosa universal».

J.V.: «es el referente de nuestra generación… Hay un casi absoluto consenso que comenzó a producir la obra de Bolaño desde Los detectives salvajes».

S.G.: «la lectura de Bolaño es un cataclismo. Uno no puede seguir escribiendo como si Bolaño no existiera».

J.V.: «2666 es una de la novelas mayores de los últimos tiempos».

Fue así durante una hora. No faltó la puñalada a la generación del boom. Gamboa tiene que matar al padre, como todos los artistas. Quizás él lo hace mejor por ser compatriota de García Márquez. Entonces, resumió la producción del boom como -lo que es cierto- una idea de la unidad geográfica de América Latina con un proyecto cultural y político en novelas «totalizantes». «Bolaño, añadió, llevó esto a sus últimas consecuencias al negar lo que hizo el boom». Volpi, recordando cómo Bolaño se inspiró en México más que en cualquier otro país hizo una denuncia de los autores del boom: «ninguno escribió una frase cuando murió Bolaño».

El conjunto del homenaje me produjo una sensación extraña. Gamboa y Volpi son buenos autores. El Manifiesto del crack, que Volpi hizo con sus amigos, supera de lejos el Manifiesto de los infrarrealistas de Bolaño y sus amigos. ¿Por qué celebró tanto a Bolaño cuya prosa tiene los momentos flojos de un poeta convertido a la prosa? Gamboa repitió varias veces una frase de Bolaño «la verdadera obra maestra por definición debe ser inadvertida» sin dar otro ejemplo de obra maestra e inadvertida que la de los «poetas malditos» franceses (Rimbaud, Verlaine, etc.).

Matar simbólicamente a los referentes del boom para crear otro referente ya muerto de verdad me provoca un cierto malestar. Lo mejor de Bolaño, ya lo escribí aquí, está en sus entrevistas. A largo plazo, veremos, pero por el momento me gustan los artistas latinos libres que caminen por su cuenta. Seguiré leyendo a Volpi y Gamboa a menos que escriban sobre su ídolo.

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29 de enero de 2007
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