Jean-François Fogel
Dos noticias hoy. Dos ejes de crecimiento para los autores.
Primera noticia: crecimiento en el tiempo.
En París, una decisión de la Cour de Cassation (el más alto tribunal francés en asuntos extra-constitucionales) trae una etapa decisiva en un maratón judicial. En dos palabras, según los jueces: se puede. Se puede escribir otro volumen para prolongar la historia de Los miserables de Víctor Hugo. Los herederos del escritor han perdido, por el momento, pero parece una derrota muy seria, una pelea contra la casa Plon que publicó dos novelas utilizando tanto a los personajes como al argumento imaginado por Víctor Hugo.
Cosette ou le temps des illusions (Cosette o el tiempo de las ilusiones) y Marius ou le fugitif (Marius o el fugitivo) provocaron la ira de Pierre Hugo, el tataranieto del genial poeta. Ver al policía Javert salvado de las aguas del Sena como un Moisés le parecía el colmo del ultraje a la obra de su antepasado. En el derecho francés después de la desaparición del «derecho de autor» se mantiene un «derecho moral» a la integridad de una obra. Los herederos no pueden cobrar dinero pero tienen derecho a impedir una modificación de la creación. O por lo menos tenían hasta la decisión que pone tanto una vieja obra como sus personajes disponibles para todos. Le Figaro reporta la decisión sin comentarla. El diario The Guardian, se moviliza más y recuerda la promesa de los herederos: si seguimos en este camino, pronto tendremos la décima sinfonía de Beethoven.
Para todos los autores, claro, es tremenda oportunidad. Por el momento se mueven entre el presente y el futuro. Deben ahora pensar en utilizar la marcha atrás. Unas posibilidades: después de Ulysses, las vacaciones de Leopold Bloom en los pubs de Torremolinos; más allá de la Odisea, Ulises en el Club Méditerranée; claro, una buena opción es el tercer volumen de la Biblia (Jesús Cristo vuelve a la Tierra al enterarse que olvido sus gafas).
Segunda noticia: crecimiento en el espacio (para castellanohablantes).
Hablo del espacio de difusión de los libros, claro, al leer que la Casa de América (en España) crea con el grupo Planeta un premio de novela con una dotación colosal: 200.000 dólares para un texto inédito en castellano.
Tengo dos reacciones frente a la noticia: una es que se trata del punto de llegada del boom literario empezado en los años 60. Otra es recordar el texto que publicó el escritor Enrique Vila-Matas el domingo pasado en el diario chileno El Mercurio. «El gran problema que tienen los escritores españoles de hoy, escribe Vila-Matas, es su visibilidad internacional.» El titulo del texto habla de una «narrativa invisible». América Latina desconoce a los escritores españoles y además es más fácil entrar al mercado español siendo mexicano que catalán o madrileño, afirma Vila-Matas. La impresión que da un premio tan bien dotado por una casa editorial española es que ahora no toman riesgo, en España, en el momento de controlar al lugar donde todo se pone en marcha, América Latina.