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Escrito por

Jean-François Fogel

Jean-François Fogel Periodista y ensayista francés, trabajó para la Agencia France-Presse, el diario Libération, el semanal Le Point y el mensual Le Magazine Littéraire. Ha vivido una parte de su vida en España donde empezó una segunda carrera como asesor para empresas de prensa. Fue asesor del director del diario Le Monde, desde 1994 a 2002, y sigue trabajando en la concepción y la remodelación continua del sitio Internet creado por el vespertino. Es maestro y presidente del Consejo Rector de la Fundación Gabo. Ha publicado varios libros sobre literatura francesa y sobre América Latina, entre los que destaca  un ensayo sobre el periodismo digital, Una prensa sin Gutenberg (Punto de Lectura, 2007).

En 2010 se dedicó a renovar los seis sitios de los diarios del grupo francés SudOuest, donde continua siendo asesor de la estrategia digital. En los últimos años, se encargó de la creación de una plataforma de información digital para el grupo France Televisions, una de las tres más importantes de Francia. Asesora a varios medios en Europa y América Latina tanto en la concepción de sitios, como en la organización de la producción digital. Es director del Executive Master of Media Management, del Instituto de Estudios Políticos de Paris (Sciences Po).

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LIBROS Y CAMBIOS

No puedo decir cómo ni por qué. Hoy leí en el muy improbable sitio de una revista cultural en línea de San Antonio (Texas), una mala nota sobre los libros que cambiaron el mundo. En realidad la nota es la reseña de un libro sobre Rachel Carson, autora de Primavera silenciosa, una encuesta-ensayo para denunciar el uso de los pesticidas. El propio Al Gore, ex vice-presidente de EE UU y profeta del recalentamiento global, dice que el libro de Carson es la semilla de todo el movimiento ecologista.

Entonces, según el autor de la nota, es un libro que cambió al mundo. Y para dar una idea de la raza particular de los libros que son como éste se añade a la lista: Origen de las especies de Darwin, Manifiesto del partido comunista de Marx, La cabaña del tío Tom de Harriet Beecher Stowe, La jungla de Upton Sinclair, el Archipiélago del Gulag de Solzhenitsin.

Pensamos en la lista. Lo que falta obviamente es la Biblia, el Corán, etc., todos los libros que resuelven el problema de la presencia divina. Quizás podemos añadir La interpretación de los sueños de Sigmund Freud. Pero lo que me impresiona es que eso es todo. Lo que provoca dos conclusiones:

1. EE UU, tierra de inmigrantes que no tenían más que la lectura de la Biblia como historia común durante décadas, es un país que tiene fe en el libro. Allá, publicar un libro puede provocar un cambio histórico. Como en el caso de Harriet Beecher Stowe, que planteó el problema de la esclavitud; como el caso de Upton Sinclair sobre el tratamiento de la carne en los mataderos de Chicago; como el caso de Darwin, todavía discutido por poner el relato de la génesis en la Biblia en peligro.

2. El autor de la nota se equivoca: la potencia de los libros no tiene que ver con su capacidad de cambiar al mundo. Es peor: un libro cambia a un lector de una manera íntima, secreta, formidable al modificar la visión del mundo y de sí mismo.

Todos hemos conocido la experiencia de la lectura que nos hace diferente, pues al leer un autor que nos ofrece la vida en un orden revisado entendemos lo que la vida diaria, aburrida y hermética, tapa de manera continua. Gustave Flaubert, pasando por las ruinas humantes del castillo de las Tuileries en París, quemado por la Comuna, en 1871, dijo con gran convicción que de leer su novela La educación sentimental los insurgentes no habrían prendido el incendio.

Susan Sontag, el pasado sábado, en un ensayo fenomenal reproducido por The Guardian explicaba lo mismo: la novela es una herramienta que nos obliga a prestar atención al mundo. Su texto pertenece a una recopilación de ensayos At The Same Time. Mondadori lo publica en español: Al mismo momento. Ojala, pero si los otros ensayos son del mismo nivel, este libro no va a cambiar al mundo, pero puede cambiarnos.

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22 de marzo de 2007
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FRENTE A CHÁVEZ

“Hugo Chávez, una prueba para la política norteamericana” es un informe que tiene un solo defecto: su idioma. Su autor, Michael Shifter, lo escribió para la ONG “Inter-American Dialogue” de Washington y lo hizo para convencer a la comunidad del poder político y diplomático en la capital federal de EE UU. No podía utilizar otro idioma al momento de proponer una política alternativa a los gringos en su relación con Hugo Chávez, presidente de la república bolivariana y socialista de Venezuela. Entonces, hay que leer inglés para descubrir una excelente síntesis sobre Chávez, apoyada con informaciones y valoraciones de un montón de expertos. Vale la pena leer este trabajo.

Shifter es vice-presidente de “Inter-American Dialogue”  y sabe muy bien de qué habla al entregar la explicación principal del impacto de Chávez sobre la opinión en su país y a lo largo de América Latina: “el profundo malestar de la población con relación al orden político y económico” en la parte del mundo con el nivel más alto de desigualdad. La revolución de Chávez es una repuesta a esta situación que abarca muchos aspectos, es “una mezcla de populismo, nacionalismo, militarismo, y socialismo” que se ubica en un terreno muy favorable para la recepción de su mensaje.

Shifter recuerda cómo la oposición venezolana fracasó con varios métodos frente a Chávez: manifestaciones masivas (2001 y 2002), golpe militar (2002), huelga masiva de la industria petrolera (2002/2003), referéndum (2004), boicot de elecciones generales (2005) y por fin unidad alrededor de un candidato único durante la elección presidencial (2006). Chávez siempre ganó y ahora el presidente venezolano es una figura atrincherada en un poder  blindado por los cambios institucionales y la fuerte presencia de militares tanto en el poder político como en el poder económico.

Después de los combates de la oposición en contra de Chávez, viene el combate de EE UU predice Shifter. Todavía no hemos visto nada. Hasta ahora, las relaciones pasaron por cuatro etapas:

1. Una retórica hostil de Chávez desde su llegada al poder.

2. Un distanciamiento fuerte después del 11 de septiembre. Al comparar el despliegue militar norteamericano en Afganistán con el atentado de Al Qaeda en Nueva York, Chávez desafió a George W Bush. En seguida, el reconocimiento por EE UU del poder de los golpistas que intentaron derrocar a Chávez en abril de 2002 actuó al revés: Chávez lo percibió como un desafío de Bush.

3. De manera creciente fue imposible mantener una cooperación entre los dos países en áreas clásicas como la lucha contra el narcotráfico. Desde el referéndum de 2004, declaraciones hostiles de ambas partes es la música ambiental de una relación en camino hacia lo peor.

De verdad, entramos en una etapa mucho más difícil: el cálculo del monto de la indemnización cada vez que Chávez va a romper un enlace económico con EE. UU. Por el momento, Venezuela entrega 14 % de las importaciones de petróleo a EE UU, pero las primeras nacionalizaciones de empresas que afectan de manera directa las relaciones entre ambos países ya empezaron. El poder revolucionario indemnizó de manera razonable a Verazon y AES en el sector de las telecomunicaciones. Queda por ver lo que va a pasar con Chevron y Exxon, el 1 de mayo de este año, cuando el estado venezolano tome el control del 60 % de las operaciones sobre el petróleo en el Orinoco donde ambas empresas norteamericanas tienen el papel principal.

A lo largo, se perfila un divorcio. Dentro de cinco años, Chávez quiere entregar la cuarta parte de su petróleo a las exportaciones hacia China. Es un intento de trueque: menos comercio con EE UU para tener más “socialismo del siglo XXI” y promoción de una agenda anti-Estados Unidos en América Latina y, posiblemente, en el resto del mundo.  Shifter recuerda la enorme actividad de Chávez: ofrecer el “ALBA” como alternativa al “FTAA” de EE UU; irse de la Comunidad Andina para apartarse de Perú y Colombia que formaron acuerdos de libre comercio con Washington; politizar al Mercosur; relacionarse con Irán; acercarse a Rusia y varias repúblicas de la ex unión soviética; conseguir un liderazgo en la Organización de los países exportadores de Petróleo. En ocho años de poder, Chávez ha viajado ya más de un año afuera de su país para construir su política anti-Washington. Por el momento tiene pocos éxitos. Ni siquiera alcanzó un sitio en el consejo de seguridad el año pasado, pero su dedicación supone para EE UU la invención de una política. Shifter propone una política en diez puntos y de cierta manera es una honda reflexión sobre el papel miserable del país de Bush en su relación son sus vecinos del Sur.

Lo que hay que hacer según Shifter:

1. Hablar y actuar con Chávez en serio: cada vez que EE UU pretende ignorar al líder venezolano, que tiene recursos e influencia, es un problema para toda América Latina.

2. Utilizar meramente recursos democráticos: el apoyo de Washington (con palabras) a los golpistas del 2002 fue un empuje para Chávez en su camino hacia el liderazgo del continente.

3. Renunciar al sueño loco de crear un “frente unido” de países en contra de Chávez: ya pasó la época de la Guerra Fría.

4. Denunciar las violaciones de normas democráticas en Venezuela a través de organizaciones internacionales: nada peor que un comunicado de la Casa Blanca.

5. Incrementar los recursos dedicados a una agenda positiva en América Latina: en lugar de hablar de acuerdos bilaterales, arreglar asuntos de migraciones o de inversiones en infraestructuras, privilegiando a países confiables como Brasil, Chile, Colombia o Perú.

6. Eludir las respuestas directas a declaraciones de Chávez: el líder venezolano se dañó al insultar a Bush en un discurso en Naciones Unidas; no habría sido así con una repuesta de Bush.

7. Apoyar meramente organizaciones civiles u ONG y mantenerse aparte de grupos con una voluntad política directa de intervenir en Venezuela.

8. Establecer un censo de los recursos disponibles (ayudas, cooperación, etc.) para tener la posibilidad de expresarse de manera discreta y eficiente frente a Caracas. Un buen ejemplo: la prohibición a gobiernos extranjeros de vender a Venezuela piezas de repuestas norteamericanas para equipamientos militares: poca publicidad, verdadera molestia para Chávez...

9. Prepararse para lo peor reduciendo la dependencia de EE UU a las importaciones de petróleo desde EE UU.

10. Crear canales de comunicación a nivel personal con responsables venezolanos para compensar a nivel humano lo que se pierde a nivel de instituciones.

¿Dicho, hecho? Con Bush, lo dudo…

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19 de marzo de 2007
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UN MANIFIESTO LITERARIO

Hoy, jueves 15 de marzo del 2007, el texto llena más de la mitad de la página dos de Le Monde des livres, el suplemento literario del diario Le Monde. Es un manifiesto como otros tantos en Francia durante la campaña para la elección presidencial. Pero su tema es la literatura. 44 escritores piden a gritos una “literatura-mundo” en francés .

Entre los firmantes: Tahar Ben Jelloun, Nancy Huston, Alain Mabanckou, Edouard Glissant, JMG Le Clézio, Gilles Lapouge, Eric Orsenna, Patrick Rambaud. Muchos escritores con premios y un alto nivel de éxito comercial. Todos anuncian la muerte de la “francophonie” (el espacio conformado por los países de habla francesa). Y no hay necesidad de dar el pésame: “nadie habla el francophone, ni escribe el francophone” dice el texto que da un brindis a “la emergencia de una literatura-mundo en idioma francés, afirmada de manera consciente, abierta al mundo, transnacional…”

Este año, en Francia, los ganadores de los grandes premios literarios (Goncourt, Renaudot, Femina, Grand prix du roman de l’Académie française) son escritores que no tienen la nacionalidad francesa o que nacieron fuera de la “metropoli” francesa, es decir, la parte del territorio que está en el extremo oeste de Europa. Ahora, observan los firmantes del manifiesto, “el centro está en cada esquina del mundo”. Lógicamente, piden “la ruptura del vínculo carnal exclusivo entre la nación y el idioma que expresa su genio singular”. Según ellos, el “pacto colonial” ya está roto, y viene el tiempo de los que se expresan en francés y hablan del mundo, sobre todo artistas del Caribe y de África.

Por una parte, hay algo cómico en este manifiesto para una visión más amplia de la literatura en francés, pues utiliza como demostración el auge de los autores de Asia y de África en la literatura inglesa. El único novelista cuya prosa es citada entre comillas es el inglés Bruce Chatwin. Se dice maravillas de Kazuo Ishiguro, Ben Okri, Hanif Kureishi, Michael Ondaatje, Salman Rushdie, todos escritores en idioma inglés. Se habla de un canadiense, Réjean Ducharme, y de un suizo, Nicolas Bouvier, y no se cita a un solo autor que dé prueba de lo que afirma el texto (se supone que son los firmantes). Por otra parte, hay algo útil en la voluntad de promover el uso de la ficción para hablar del mundo y no sólo de Francia.

Este manifiesto es la versión literaria, llena de torpeza, de un debate intenso en este momento. Con el tema de la inmigración, se habla mucho en Francia del concepto de nación. Nicolas Sarkozy, candidato de derecha a la presidencia, propone la creación de un “Ministerio de la inmigración y de la identidad nacional”. El resto de los candidatos denuncia la propuesta como un acto racista. Pero entre los intelectuales, más allá de la literatura, la pregunta sobre lo que es Francia provoca debates fuertes. El diario Le Figaro publica hoy un diálogo entre el ensayista Alain Finkielkraut y el historiador Max Gallo. El primero publica un libro titulado ¿Qué es Francia? El segundo publica El alma de Francia. El manifiesto da una repuesta para ambos: ser un escritor francés es escribir en francés sobre el resto del mundo sin necesidad de perder su alma.

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15 de marzo de 2007
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BECKETT

El centenario del nacimiento de Samuel Beckett corresponde al año 2006. Pero las fiestas para celebrar al escritor se demoraron. Ayer se inauguró la exposición dedicada al premio nobel por el centro Pompidou. (El centro Pompidou es lo que turistas confundidos llaman “Beaubourg” utilizando el nombre del barrio. En Francia, un presidente pone su marca en la cultura. Beaubourg es de Pompidou como la nueva biblioteca es de Mitterrand y el museo de “las primeras artes” corresponde a Chirac.)

Hacer exposiciones sobre autores es una actividad que va creciendo en Francia. Una explicación es la dificultad de encontrar temas para atraer un público amplio. Entonces, se intenta buscar unas soluciones con autores. Pero un artículo de Le Monde recuerda que los escritores no son lo mejor para atraer al público aunque Jean Cocteau, en el centro Pompidou, consiguió 240.000 entradas.

Beckett ofrece la posibilidad de entregar una exposición en cierta forma alegre, o por lo menos distinta. La solución fue elegir unas palabras muy de Beckett y acumular documentos, recuerdos y evocaciones en el entorno de cada una para acercarse a una obra que mantiene su impacto en los teatros. Las palabras clave: voix, restes, scènes, truc, œil, cube, Bram, noir. Una traducción al castellano de las palabras francesas de este irlandés puede ser: voz, lo que queda, escenas, vaina (utilizo una palabra del Caribe, me parece mejor), ojo, cubo, Bram (apellido de un pintor), negro. Beckett es siempre una parafernalia suave.

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15 de marzo de 2007
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LA PELEA

Hoy, lo que hay que leer es la columna del periodista y reportero Andrés Oppenheimer. La publica El Nuevo Herald en Miami, pero sale también en unos cuarenta diarios de ambas Américas. Es la opinión escrita más visible a lo largo del continente en el momento de la doble gira, la de Bush y de Chávez, por las Américas. Por el momento, dice Oppenheimer “leve ventaja para el presidente venezolano”. Pero se trata de boxeo. El colapso de uno de los dos combatientes se puede producir en cualquier momento.

Como siempre, se verifica una verdad permanente: “los gringos son potentes y torpes”. La publicación del informe sobre los derechos humanos hace parte de la crónica diaria de los errores de Washington. América Latina no le pide tanta plata como respeto, consideración, renuncia a la horrible visión del propietario sobre lo que llama su “patio trasero”. Habría mucho que escribir sobre Chávez, sus kilos de sobra en un país donde falta ahora la comida. Es un personaje que camina hacia una mezcla de desafío, de violencia verbal y de impotencia que roza el ridículo. Se hicieron un montón de bromas sobre Bush, vestido de piloto y apoyándose en la lema “misión cumplida” después de la última guerra del golfo. Chávez va por este camino. Cada día cumple menos y habla más con un frenesí sospechoso: es el jefe único para todo en su país, pero quiere mantenerse en un discurso de denuncia del otro bando aunque éste ya desapareció.

Los más sabios son los latinos que pusieron la misma valoración a las figuras de Bush y de Chávez en la encuesta del último Latinobarómetro. Pero los sabios no tienen las recetas para detener a las guerras. No vamos a la guerra como tal pero ya estamos en lo que Chávez llama “un conflicto de baja intensidad”: un enfrentamiento mediático. El continente se aleja de las realidades para vivir en el mundo de las retóricas. Todo es igual, pero huele mucho peor.

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12 de marzo de 2007
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POR FIN

Por fin, Francia tiene lo que más le gusta: una elección con figuras de políticos al borde de una crisis de nervios.  Tengo como disciplina no escribir sobre política francesa en mi blog, pero al hablar hoy de la elección presidencial me involucro en lo que es más bien un deporte. Desde ayer, el partido tiene otra cara y a Francia le encanta este cambio.

Durante meses, la prensa resumía la elección presidencial en un mano a mano, un enfrentamiento entre Ségolène Royal, candidata del Partido Socialista, y Nicolas Sarkozy, ministro del interior y candidato de la Union pour la majorité présidentielle. Pero desde ayer un tercer candidato, François Bayrou, candidato de la Union pour la démocratie française se mueve al mismo nivel (respectivamente 25 %, 26 % y 24 % de las intenciones de votos en el último sondeo). Bayrou es, como Sarkozy, un hombre de derecha. Pero habla de romper el duopolio de los dos grandes partidos y, por el momento, su discurso funciona. Francia pasa de un partido entre dos candidatos a una pelea indescifrable entre tres personas con el temible Jean-Marie Le Pen, de ultra-derecha, en la sombra. Francia sabe que los tres mosqueteros eran cuatro.

Cualquier persona que entienda francés (y hay muchas entre los castellanohablantes) puede comprobar que lo que dicen los candidatos viene de muy lejos. Viene de la Revolución Francesa, la de 1789, que tanto impacto ha tenido en América Latina. Las palabras República, Nación, Igualdad (más que Libertad) pintan un país que no sabe cómo reconciliar la visión de sí-mismo con su presencia cada día más floja en un mundo globalizado. El enfrentamiento entre izquierda (Royal) y derecha (Sarkozy) ofrecía un paisaje clásico. Ahora, con tres, o más bien tres y medio, Francia no se reconoce en el espejo. Y las palabras de los candidatos amplían la confusión.

François Leotard, un ex ministro de derecha, y un ministro muy mediocre, es un francés que se jubiló de la política para escribir novelas. Intenté leer su primer libro, y el escritor me pareció peor que el ministro, pero al leer una reseña sobre su tercer libro, en Le Monde  apunto una frase suya que dice mucho sobre la política en Francia: "Avec le roman, dice Leotard, j'essaye de retrouver une liberté verbale que j'avais perdue. Il faut redonner un sens aux mots que l'on emploie."  (Con la novela, intento recuperar una libertad de expresión que había perdido. Hay que devolver su sentido a las palabras que uno utiliza).

Es una magnífica evocación de la campaña electoral en Francia: un ejercicio de retórica hecho por políticos que torturan el idioma en vivo, frente a sus electores. Dicen “contribución” para no dañarnos  con la palabra “impuesto”, hablan de “controlar” cuando deberíamos oír “prohibir” y proponen “estudiar la posibilidad” para eludir un “no tenemos los recursos”. En los años sesenta, un primer ministro, para contestar a una pregunta sobre los barrios o favelas de los suburbios de París sin reconocer su existencia, utilizaba el término “zonas de viviendas espontáneas en la periferia urbana”. La huída de los políticos entre las palabras sigue igual, pero el partido es fabuloso.

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9 de marzo de 2007
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REALISMO, ETC.

The Believer (el creyente) es una revista mensual de San Francisco. Su preocupación es la literatura y los escritores, pero puede tomar como tema la música o la tecnología, a veces incluir un CD o la reseña de un libro publicado años antes. La revista tenía su pequeño círculo de aficionados cuando un artículo en el New York Times le ha dado el estatuto de revista de referencia: hay que leer The Believer para saber lo que pasa. El Washington Post ha dicho más o menos la misma cosa y su artículo es todavía de acceso libre.

No creo nada de esto. The Believer no tiene capacidad para decir una cosa definitiva. Es una revista más. Pero una muy buena revista, de las que tienen visión e ideas. Excelente compaginación (se dice maqueta en ciertas partes de América Latina). Escritura sencilla, transparente, precisa. Lo más notable: pocas fotografías y muchos dibujos que simulan la técnica del grabado sobre madera. Además, existe un plus: cada mes, The Believer publica un gráfico en dos páginas para describir la evolución de un fenómeno. Por ejemplo los grupos de rock cuyo cantante es el músico que toca la batería.  A veces, el tema es más amplio, como en el número de febrero de este año: el realismo en la literatura.

El gráfico está firmado por Greg Larson, un escritor de San Francisco. Viene junto a un artículo que debate un postulado del novelista Donald Barthelme enunciado en 1887: “Creo que todos somos realistas. No tenemos otra posibilidad. La naturaleza de la conciencia es tal que no se puede hacer otra cosa que realismo. Conciencia es siempre conciencia de algo. Siempre escribimos sobre el mundo. Tengo una manera de expresar esta idea: el arte es el relato veraz de la actividad de la mente”. Barthelme pasa por momentos muy difíciles después en el artículo con un choque casi letal entre su realismo y la “elasticidad terminal” como concepto contemporáneo de la realidad. Pero aquí no voy a tratar esto. Lo que me interesa es el gráfico de Larson. Me parecía imposible reproducirlo en el blog. Por fin, con la ayuda de un amigo, saqué una imagen con escáner. Y la muerte de Baudrillard, el gran matador de la realidad, me convenció intentar una reproducción.

Vemos que el realismo, visto desde San Francisco es un género francés (Balzac, Flaubert, Maupassant y, por supuesto Zola). Tiene pocas influencias previas: la Grecia antigua (Platón, el de la luz y la sombra en la pared de la cueva y unos relatos) y novelas clásicas (El Quijote, Tristam Shandy). Después de la escuela francesa, hay cinco ramas: élite urbana (primera obras de James, Wharton), social (Dreiser), plebeya (Dos Passos, Upton Sinclair), satírica (Sinclair Lewis, Twain) y estoica (Crane, Jack London). La rama psicológica (Woolf, Joyce, el James de las últimas obras) no consigue meter la pata, influyendo muy al final en los anti-realistas como Sartre y el propio Donald Barthelme. Hay que notar la calidad en la manera de nombrar a las últimas versiones del realismo: suburbio, neo-suburbio, ironía amarga, neo-periodismo, dipsomaniaco, drogadicto, apocalíptico-históricos, etc.

¿Es realista el gráfico? No sé, de verdad no lo sé, pero hay una frase en italiano para responder a la pregunta: si non e vero e ben trovato.   

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8 de marzo de 2007
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BAUDRILLARD

La muerte de Jean Baudrillard (ayer, en París, a los 77 años) es un alivio para la izquierda francesa y de manera más amplia para toda la clase intelectual francesa. El sociólogo provocaba, con sus libros y sus artículos, una mezcla de celos (por su enorme éxito fuera) y de crispación (por su renuncia a construir una teoría de manera formal). Por lo demás, era un pensador prolífico cuya visión fundamental se puede resumir en una frase: la realidad desapareció por los excesos de su representación.

Las afirmaciones de Baudrillard sobre la guerra del golfo en 1991 (no tuvo lugar), sobre lo peor del 11 de septiembre (es una violencia simbólica por tumbar dos torres mucho más que por matar a tres mil personas), sobre las masas (que son cómplices de los dueños del poder) eran insoportables para los intelectuales vinculados a la izquierda y a una visión sociológica conformada por una forma de la lucha de clases. Para la corriente cercana a Pierre Bourdieu, Baudrillard era un enemigo de clase. Y para los discípulos de Foucault era el autor de Oublier Foucault (Olvidar a Foucault). Claro que era lo mejor que tenía Francia en su clase intelectual. Ahora, sólo queda Claude Levi-Strauss, muy viejo, casi jubilado, pero con una obra, tanto en el terreno de la etnología como en el pensamiento teórico que merece el respeto.

Tal como Levi-Strauss (autor de Tristes tropiques, Tristes trópicos, el libro que mata a todos los relatos de viaje), Baudrillard era un gran escritor apoyado por un editor (ver lo que dice Pierre Assouline en su blog). Era un artista con una forma de poesía melancólica en su manera de describir al mundo (sus memorias se titulan Cool memories). La precisión de su lenguaje le permitía entrar en un gran discurso teórico sin necesidad de una teoría formal aunque es el inventor de los siguientes conceptos:

1. La desaparición de realidad. Ya lo mencioné. No se puede confundir con las repeticiones de imágenes en la obra de Andy Warhol. El artista neoyorquino veía en la abundancia de la reproducción la creación de otra realidad. Para Baudrillard, era desaparición y punto.

2. La crítica de los medios. Pura lógica: si no hay realidad, sólo queda la posibilidad de criticar a su representación en los medios.

3. La implosión social. Donde los marxistas y la izquierda ve una explosión social, Baudrillard nota, al contrario, la implosión individual, con un gran papel de los medios en nuestros cerebros.

4. La ironía de las masas. Ser gobernado sería insoportable si no existiera una contraparte: disfrutar de cualquier incomodidad de los gobernantes. Así funcionan las democracias “En la sombra de las mayorías silenciosas” para citar un título del sociólogo.

5. La extasía. Es el final de cualquier proceso humano en nuestro mundo. Es decir, un proceso tan extremo que llega a la nada: al punto donde no existe realidad. En el mundo de Baudrillard, este punto se llama “hyperrealidad”.

Hay que notar la imposibilidad de sepultar a Baudrillard. Por dos razones. Uno, Baudrillard no existía al ser víctima también de la desaparición de la realidad. Dos, tampoco hay lugares para tirar algo: en la extasía de nuestro mundo no hay ni basura de la historia. Baudrillard está y no está. Para siempre.

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7 de marzo de 2007
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EL BESO DE LA MUERTE

Se me pide, como a muchos otros, proponer quiénes son los nuevos talentos entre los novelistas de América Latina. El proyecto “Bogotá 39” (REUNIR a 39 autores que tienen menos de 39 años para hablar del futuro de la literatura en Bogotá) me parece exquisito. Pero sólo si encontramos a aquellas 39 personas para llenar una lista. Treinta y nueve es mucho. O muy poco.

Es muy fácil hacer bromas, diciendo, por ejemplo, que Giuseppe Tomasi di Lampedusa, en Sicilia, o John Kennedy Toole, en EE UU (ambos con una novela única, póstuma y genial) no sonaron ni remotamente entrar en una lista como ésta y entraron en la lista de los inmortales de la literatura. Pero la idea de “Bogotá 39” es eludir situaciones como la de Lampedusa o de Toole: no esperar a un milagro para después de la muerte de un genio.

La idea viene de lejos: se puso en camino hace 11 años con la extravagante provocación de la joven revista Granta celebrando una lista de 20 autores como el futuro para la literatura. Vale la pena releer la lista hoy. Jonathan Franzen consiguió fama y respeto entre los elegidos. Para los otros, aparecer en la lista fue más o menos un beso de la muerte. Como el acceso prematuro al equipo de Liga 1 para un joven futbolista. Creo que Granta ha entendido su error al repetir la operación hace poco. Su nueva lista, de 21 novelistas es un ejercicio de equilibrio. Hay autores que ya tienen una fama internacional y ventas de libros muy fuertes como Nicole Krauss y Jonathan Safran Foer. Y autores que ni publicaron una novela. Pero todos tienen ya un relativo éxito comercial, al vender sus creaciones o publicaciones. Es decir: esta vez los autores elegidos por Granta tienen un futuro pues muchos de ellos ya tienen un presente.

Haré mi trabajo, voy a mandar mis recomendaciones para Bogota39, pero creo que hay que aprovechar la lección de Granta: no dar el beso de la muerte a desconocidos y elegir para el viaje a Bogotá a autores que van caminando.

(Un detalle sobre la segunda lista de los autores de Granta: un tercio nacieron afuera y/o crecieron hablando un idioma distinto al inglés, incluyendo al peruano-americano Daniel Alarcón. La literatura norteamericana recibe inyecciones de sangre nueva).

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6 de marzo de 2007
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FELIZ CUMPLEAÑOS

Mañana, Gabo (Gabriel García Márquez) cumple 80 años. Una polémica en El Mercurio, un homenaje en La República, unos testimonios en radio Caracol, un artículo seco en Prensa Libre, un caudal de actos en Colombia: la lista es interminable de los testimonios de interés hacia el maestro. Claro que es muy difícil añadir algo, pero, lo intento, desde mi visión de francés enamorado de América Latina.

1. Cien años de soledad provocó de mi parte una reacción única. Al terminar la última página de la novela, en su traducción al francés, he vuelto, enseguida, a leerla de nuevo. Quería entender cómo un escritor podía esconder el flujo del tiempo que pasa dentro de una crónica del tiempo que pasa (Ni Proust, con su mero tratamiento de la memoria de las emociones, lo alcanza).

2. Enseguida, tome la decisión de aprender lo suficiente de castellano para leer su novela en el idioma original. Todavía, leo a Gabo en su idioma: el colombiano. Su obra maestra, en este aspecto, es El general en su laberinto. Un clasicismo insuperable.

3. Al ser periodista, tuve la suerte de encontrarme con Gabo. Me ayudó sin pedirme nada y sabiendo, claro, que no tengo opiniones políticas parecidas a las suyas.

4. Años después Gabo me pidió dar talleres en su fundación de periodismo. Fue de lo mejor que me ha pasado en mi vida tanto a nivel profesional -descubrir que dar cursos es aprender- como humano –tengo amigos que se entregan al continente suramericano.

5. Las críticas al Gabo de los jóvenes escritores me parecen sanas y muy necesarias. La única manera de crear en la sombra de un genio es empezando por denunciar al genio.

6. Siempre, he creído que conocer a Gabo es como haber conocido a Homero en la antigüedad, la diferencia es que nunca se ha podido demostrar la existencia de Homero, y Gabo es una persona muy real: ¡Feliz cumpleaños, Gabo!

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5 de marzo de 2007
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El Boomeran(g)
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