Jean-François Fogel
Mañana, Gabo (Gabriel García Márquez) cumple 80 años. Una polémica en El Mercurio, un homenaje en La República, unos testimonios en radio Caracol, un artículo seco en Prensa Libre, un caudal de actos en Colombia: la lista es interminable de los testimonios de interés hacia el maestro. Claro que es muy difícil añadir algo, pero, lo intento, desde mi visión de francés enamorado de América Latina.
1. Cien años de soledad provocó de mi parte una reacción única. Al terminar la última página de la novela, en su traducción al francés, he vuelto, enseguida, a leerla de nuevo. Quería entender cómo un escritor podía esconder el flujo del tiempo que pasa dentro de una crónica del tiempo que pasa (Ni Proust, con su mero tratamiento de la memoria de las emociones, lo alcanza).
2. Enseguida, tome la decisión de aprender lo suficiente de castellano para leer su novela en el idioma original. Todavía, leo a Gabo en su idioma: el colombiano. Su obra maestra, en este aspecto, es El general en su laberinto. Un clasicismo insuperable.
3. Al ser periodista, tuve la suerte de encontrarme con Gabo. Me ayudó sin pedirme nada y sabiendo, claro, que no tengo opiniones políticas parecidas a las suyas.
4. Años después Gabo me pidió dar talleres en su fundación de periodismo. Fue de lo mejor que me ha pasado en mi vida tanto a nivel profesional -descubrir que dar cursos es aprender- como humano –tengo amigos que se entregan al continente suramericano.
5. Las críticas al Gabo de los jóvenes escritores me parecen sanas y muy necesarias. La única manera de crear en la sombra de un genio es empezando por denunciar al genio.
6. Siempre, he creído que conocer a Gabo es como haber conocido a Homero en la antigüedad, la diferencia es que nunca se ha podido demostrar la existencia de Homero, y Gabo es una persona muy real: ¡Feliz cumpleaños, Gabo!