Una vez me dijo Vargas Llosa que una biblioteca ideal podía hacerse con dos mil títulos. Hace unos cuántos miles que me pasé de volúmenes y tan como vamos, me parece que me seguiré pasando mientras no sepa cómo quitarme este enganche tan adictivo.
Ayer en los premios de novela "Biblioteca Breve", esos que crearon un grupo de "modernos", europeístas- más afrancesados que de otros territorios- y renovadores de nuestro mundo editorial, de nuestro mundo cultural hace ya cincuenta años. Volvió a ser recordado el inevitable Carlos Barral. Y Víctor Seix, Joan Petit, Castellet, Valverde y otros críticos, escritores y editores que cambiaron nuestras lecturas y nuestros autores.
Por edad empezamos más o menos con diez años de retraso de la nómina de los premiados, pero sin duda muchas de esas obras fueron nuestras lecturas de la literatura en español. Algunas obras siguen vivas y sus autores muertos. Y viceversa.
Pero repasando los títulos de los primeros premios todavía es reconfortante que se encontraran novelas y novelistas de tanta importancia para nuestras lecturas, para nuestras vidas de lectores.
Perdí Las afueras, la primera novela de Luis Goytisolo y la que inauguró el premio. ¿Dónde estarán los libros que extraviamos?
Conservo Nuevas amistades, de García Hortelano; Dos días de septiembre de Caballero Bonald, La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa; Los albañiles de Vicente Leñero, Tres tristes tigres, de Cabrera Infante, Últimas tardes con Teresa, Marsé; Cambio de piel, Carlos Fuentes. He perdido País portátil, de Adriano González León que acaba de morir, creo que sin dejar de hablar tal y cómo le conocí. Nunca tuve Sonámbulo del sol de Nivaria Tejera y por algún lugar debe estar La circuncisión del señor solo de Leyva. Desde luego el catálogo de esta primera etapa es significativo, importante y como para no dejar que nuestra biblioteca disminuya.
Y el premio murió, cambió, renació y sigue disfrutando de buena salud. Y de prestigio. Estoy interesado por esa mirada a la pareja de los orígenes de la nicaragüense Gioconda Belli.
Con editoriales y editores como aquellos nunca conseguiremos desprendernos de algunos libros. Nunca nuestra biblioteca será esencial y breve. Yo creo, no creo estoy seguro, que la de Vargas Llosa tampoco... pero tiene más metros que nosotros para no preocuparse por tener la casa tomada por esos animales que un día, también ellos, irán a parar al lugar del polvo. Enamorado o no.
