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Escrito por

Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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Hablar de uno mismo

Hay otros temas, pero no nos interesan tanto. Creo que era Nietzsche el que decía que no hablar de uno mismo era una refinada forma de la hipocresía. Y podremos, somos y quisiéramos ser muchas cosas, pero, ¿quién quiere ser llamado hipócrita? Seamos educadamente hipócritas, pero no todo el rato. No con nosotros mismos... aunque si no lo somos con nosotros mismos, no es lo mismo. No merece la pena.
 
Creo que estoy cubista sin querer. Debe ser culpa de la hora, de los tequilas, de alguna cantina, de las malas compañías y de mí mismo. No seamos tan hipócritas.
 
Mañana comienza el Congreso de Cultura Iberoamericana. La cosa promete. Dedicada al cine, con especial guiño para Buñuel, nuestro Buñuel. Un cineasta al se le pueden hacer muchos reproches, incluso ninguno, pero que nunca consiguió parecer un hipócrita. Y al hombre se le pueden, o deben, hacer muchos más reproches, aunque tampoco le viene bien ese calificativo.
 
En la pandilla española del cine en México está Antonio Banderas, encantador como siempre y sin que eso parezca ningún esfuerzo. Habla de sí mismo, incluso habla de otros y sinceramente no parece hipócrita. Debe ser la seducción de la fama, esa aura que nos impide ver el bosque.
 
Yo creo que fueron los tequilas. Me parecieron sinceros e interesantes, no ya Icíar Bollaín o Juan Diego que no podemos olvidar que son actores, sino los productores, intermediarios culturales, políticos y otras faunas que han venido para hablar de cultura y cine en un mundo tan complicado como México. Todos animados en la noche anterior al congreso. Casi perfecto, todavía sólo podemos hablar de suposiciones. Mañana, los Príncipes de Asturias y el ministro de Cultura inauguran este encuentro. Espero no tener el síndrome del cónsul Firmin, no perderme por las cantinas y confundir la realidad con el éxito. Intentaré no hablar mucho de mí, hay otros temas, aunque nos pillen más lejos. Siempre dando vueltas alrededor de nuestra propia autobiografía. Aunque la escriban otros.

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1 de octubre de 2008
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Repetir la historia

Decía George Santayana que "los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla". La frase de ese pensador, escritor y puritano americano/español -en realidad debería haber escrito Jorge, por su origen abulense, poco recordado, poco leído y notable escritor que cambió de patria, de idioma- es una de esas frases recurrentes que nos hacen reflexionar sobre nuestra incapacidad de cambiar casi nada. Repetimos hasta la saciedad los mismos, parecidos errores como condenados por la letra de algún bolero.
 
Me fui de Nueva York en pleno naufragio de la crisis. Los economistas, banqueros, ricos, agentes de bolsa, manipuladores financieros y otros actores principales de nuestra economía olvidaron el "crack del 29". O nada aprendieron de aquello. Se recuperarán, ganarán, olvidarán y harán que olvidemos.
 
Llevo unos días de poetas en Nueva York, al margen de la crisis pero imposible abstraerte a sus circunstancias. En la calle, los bares, la televisión, la prensa cada día nos muestran las imágenes de esos ricos que se ponen serios para decir que todo va muy mal. Ya no se suicidan tirándose desde sus oficinas de Wall Street, ahora se conforman con tomar el dinero y correr. Ricos sí, cobardes, también.

/upload/fotos/blogs_entradas/crimen_mltiple_en_tijuana_med.jpg
 
De Nueva York a México, acabo de llegar al DF y la historia de la pelea de los narcos, de la guerra sucia abierta, de sus ejecuciones, torturas y asesinatos me hacen recordar otras visitas a México, otros tiempos, parecidas historias. Nos repetimos. Y mucho más en nuestras historias menos ejemplares. Durante unos días hablaremos de cultura, cine, intercambios y la realidad de eso que Buñuel llamó "los olvidados", nos rodea con su mundo de marginaciones e injusticias.
 
Para no separarme bruscamente de JRJ, el poeta, el aforista, recordar dos de los suyos conservando su particular ortografía:
 
"Orden en lo exterior da hermosa inquietud al espíritu." Así nos gustaría estar con cierto orden en nuestras afueras para poder cultivar nuestro propio desorden.
 
Y otro: "Desconfiad de vuestra inteligencia, cuando lo malo empieza a parecernos bueno".
 
P.D. Los aforismos me hacen recordar a una querida desconocida que de vez en cuando aparece por este lugar del mundo con el mundo de Chiqui. Me hubiese encantado conocerla en NYC, incluso en Boston. Otra vez, espero. Y yo creo, querida Chiqui que lo Cernuda no quita lo Jiménez. No hay que prescindir. Dos amores, tres, incluso más, mucho mejor que soportar a estos olvidadizos y manipuladores de la historia. Yo creo que podrías bucear por los aforismos ‘juanramonianos'. Te pillan cerca y son excelentes hasta traducidos. Saludos.

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30 de septiembre de 2008
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Final del capitalismo con Poeta en Nueva York

El 'crash' ya no es lo que era. Estoy en el cogollo del capitalismo, en el centro de la crisis y, con tanto guardaespaldas, tanto funcionario, tanta seguridad, tantos coches de lujo y tanta Asamblea General de la ONU, que no hay manera de ver el bosque de la gran depresión. Mi hotel es una Babilonia donde se cruzan armanis de temporada o de rebajas que se cruzan con esos trajes de sederías Carretas rescatados por ejecutivos de los países árabes y sucedáneos. Un estilo inimitable.

/upload/fotos/blogs_entradas/gaviota_en_nueva_york_med.jpgPara ver la dimensión de la crisis, seguí indicaciones de Enric González, amante de esta bestia viva que es Nueva York, que aplicaba el marxismo de Groucho en los tiempos de la gran depresión: "No entiendo de economía, pero sé que cuando los neoyorquinos alimentan a las palomas de Central Park, las cosas van bien; cuando las palomas de Central Park alimentan a los neoyorquinos, como ahora, las cosas van mal". Tranquilidad de reconvertidos izquierdistas, zapateristas, zapatistas y otros istas, temerosos por la caída del capitalismo, las palomas siguen volando y cagando. Tan hermosas como ratas de los callejones de Wall Street. Los capitalistas resisten. Renacen, aunque haya que usar fondos del Estado. Aguantan más que Kissinger, se despeinan menos que la Palin y mantienen el amor por los steakhouses del Peter Luger. Como homenaje a Francisco Ayala, también me sacrificaré, cruzaré el puente de Brooklyn por esas carnales y poéticas razones.

Estoy aquí no por analista de crisis, sino por la gracia de Huelva, de Moguer y su poeta, Juan Ramón Jiménez. Recordado y homenajeado en esta ciudad que amó y detestó. Primero fue el amor; el poeta estaba recién casado. Conoció una ciudad que enseñaba su carne y su alma en años de esplendor cerca de los felices veinte. La confundió con el epicentro del "comunismo capitalista", lugar de progreso ingenioso y donde cada día se puede fabricar una religión. Ciudad perfecta si tuviera seis domingos y un lunes. Como casi todas. Centro de melancólicos progresistas, de vivos que se mueven sin parar en "este cementerio cúbico". Se forjó con más fe en los ricos, en los negociantes o en los piratas que en los predicadores y los poetas. Todavía mantiene la fe en los incrédulos.

Un mundo que conoció otros viajes de Juan Ramón, que no le recibió como esperaba en sus años de destierro. Le cerró algunas puertas, pero abrió los cementerios de sus colinas. Poéticos y encantadores espacios para el poeta. Llenos de vida y amables como para "alquilar una tumba ¡sin criados! y pasar aquí la primavera". Ciudad ruidosa, otoñal de hablar bajo por la que nos guía Eduardo Lago. Prosaica ciudad para resistir la crisis. Esperar el amanecer en Nueva York, ese "marimacho de las uñas sucias" que se despierta. El capitalismo está salvado.

Artículo publicado en: El País, 27 de septiembre de 2008.

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29 de septiembre de 2008
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Para la inmensa minoría

Antiacadémico, individualista -"yo soy comunista individualista"- esencial, severo, maniático, leal, agnóstico, español, andaluz universal, desterrado y absolutamente necesario si hablamos de poesía en español. Primer poeta del pasado siglo. Depurado poeta donde se producen todas las revoluciones sin salirse de su exigente, depurado y necesario orden. Juan Ramón Jiménez, siempre reeditado, regularmente leído, muy conocido por, gracias o a pesar de su burro, de ese Platero que le haría famoso. Demasiado para el amante de las inmensas minorías.

/upload/fotos/blogs_entradas/diario_de_un_poeta_recincasado_med.jpgEstoy en Nueva York bajando del burro, aunque él no lo necesita, en compañía de muchos que aman a Juan Ramón, sin olvidarnos de Platero, pero queriendo caminar mucho más lejos que Platero.

Hay dos libros, también otros escritos, correspondencias, cartas y poemas sueltos, que señalan la presencia, la importancia y la huella de los días americanos, de esa América del Este que llegó a conocer muy bien, que marcan la vida y la obra de Juan Ramón. Primero, y por delante de todos, ese aire fresco que se inicia en nuestra poesía con Diario de un poeta reciéncasado. Me gusta hacer una sola palabra de esa condición de recién casado. Y así se escribe en una edición que quiero, que guardo desde hace muchos años. El poeta estaba estrenando amor, se casó en una iglesia (¿?) de Nueva York y aquí escribió algunos de sus más hermosos y libres poemas. Comenzó a introducir la libertad, y la prosa, en nuestra poesía. Una buena guía de interiores, de sentimientos, de una ciudad que sigue viva pero que ya poco tiene que ver con aquella de Juan Ramón, alguna esquina, alguna plaza, el mar, el Hudson, el metro y, sobre todo, algún cementerio. Los cementerios americanos, esos parques, plazas abiertas a la luz, el juego, la vida, los horizontes. /upload/fotos/blogs_entradas/edgar_lee_master_22_med.jpg¡Qué buenos poemas, qué buenos libros han dado los cementerios! Entre otros ese libro que tanto gustaba a Juan Ramón, que tanto nos gusta a nosotros, Spoon River de Edgar Lee Master.

El otro libro americano, con muchas paradas en Nueva York de J.R.J.,  es esa claridad de pensamiento, de convicciones, actuaciones y pensamiento del poeta en tiempos de guerra en España. Él no quiere llamarla guerra civil. Dice que es una guerra de Independencia. Una guerra entre leales o desleales a España. Él estaba con los leales, contra los rebeldes, los falsos detentadores de la espiritualidad. Los contrarios a los espirituales fueron aquellos generales tabernarios, africanistas y aquel clero retrógrado que nada tenía de espiritual. Lo espiritual está en el pueblo, él es la fuente de lo espiritual. Lo otro fue la mentira, el secuestro de nuestra patria, de nuestro espíritu. Nunca volvió vivo a España. Ahora sus huesos descansan, en compañía de los de su mujer, en un hermoso lugar del sur donde nació.

Juan Ramón, "humilde entre los serios, orgulloso entre los vanidosos" es una lectura que nos hace mejores. Unas veces más buenos y otras no. Como él dijo en alguno de esos aforismos que me son tan cercanos: "Un día me parece que el ideal de la vida consiste en ser bueno; otro en ser malo". Me gustaría ser así, al menos parecerlo. Yo también, en el fondo bueno, "a veces me hago el malo para que ellos no tengan tanto remordimiento".

Seguiré en Nueva York y con Juan Ramón. Me hace rejuvenecer. O envejecer. "Todos tenemos la misma edad, la del mundo".

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25 de septiembre de 2008
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Inventario de olvidos

He viajado bastantes veces a Nueva York. Tardé en hacerlo, pero me gusta desquitarme. Me busco excusas, invitaciones, conmemoraciones o cualquier motivo. Siempre estoy excitado el día previo. Me parece que me faltarán libros, papeles, dinero, documentos, billetes, ropa, compañía, soledad...Y me dan ganas de no moverme, de quedarme en mi ciudad. En esta ciudad que también es mi Nueva York, ese lugar que conozco y desconozco. Que me sorprende y en la que me gustaría ser turista. Siempre que voy a Nueva York me dan ganas de quedarme en Madrid. Siempre que estoy en Madrid quiero viajar a Nueva York.

En NY siempre seré un turista, un paleto, aunque tenga bastantes claves, bastantes secretos, bastantes fotos, algunos bares y algunas amigas/os. También está la historia, los libros, las librerías, los exilios, el jazz y las sorpresas. Y los mercadillos, los musicales, los parques, las tiendas y los cócteles. Las alturas y algunos sótanos. Las estaciones, los taxis y el humo de las calles. El metro y los museos. Hay carne y bloody mary's. En NY y con los poemas de Juan Ramón Jiménez. Él llegó primero, después vinieron casi todos. Lorca como un primero. Y todos los que algún día tuvieron, quisieron o soñaron cruzar el puente de Brooklyn.

/upload/fotos/blogs_entradas/alguienanda..._med.jpgEl último de los poetas que he conocido, de los españoles en NY, se llama Hartkaitz Cano, su libro: Alguien anda en la escalera de incendios, está publicado en El Gaviero Ediciones. Me gustan muchos de sus poemas. Creo que es la tercera vez que cruza el Puente de Brooklyn, que su patria podría ser un buzón y que en otra vida no le hubiera importado ser una chica. Ahora es ése, el que aconseja apartarse de las puertas del metro cuando se cierran: "apártate de la guillotina de los días".

Nueva York es buena para los poetas.  Y eso que no se bien que es Nueva York. Tendré que entrar a la ciudad por la Grand Central Station y leer el rótulo que diga: New York.

Ya lo escribió Rafael Sánchez Ferlosio: "tan sólo el rótulo de la estación dice de veras el nombre de la ciudad; lo demás son citas, más o menos fieles, de ese único texto original"

¿Qué libro se me olvidará para pasear por Nueva York?

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23 de septiembre de 2008
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Esa jodida tierra

Comíamos huevos fritos con boquerones en un mercado de Madrid, el de Barceló -todavía real, literario aunque cercano a la extinción, reconversión, privatización o como llamen a esas especulaciones de nuestros espacios civiles-, en un bar e invitados por el buscador de rarezas, galerista, taurino y testigo de nocturnidades Chiqui Abril.

En Víznar y alrededores mataron a centenares como Federico. Él era el poeta, y los otros, los que habitaban sus poesías

En la celebración estaban dos hermanas García Lorca, Gloria y Laura. No era el momento ni el lugar para recordar tumbas, pero no pudimos evitarlo. Más allá de los comunicados oficiales, de las entrevistas, de los silencios o las declaraciones, la familia Lorca vuelve por donde solía. Lejos de circos mediáticos.

Desde hace muchas décadas vienen diciendo lo mismo: no quieren mover los restos de Federico. Asesinado, enterrado con otros muchos en una fosa, en un barranco; como uno más, muerto entre buena gente. Entre maestros, obreros, banderilleros o campesinos. Gentes del pueblo, de su pueblo. Había sido un niño rico, un joven amable, y era un autor famoso que sabía disfrutar de los placeres de la fama sin olvidar a los pobres de la tierra. Era una provocación para aquella calaña que tomó el poder a golpes de muerte y nocturnidad.

En Víznar y alrededores mataron a centenares de gentes como Federico. Él era el poeta, y los otros, los que habitaban sus poesías. Murió en ese lugar, que un día de brumas de hace diez años recorrí con otro poeta de Granada, con otro García. Triste lugar, residencia en la tierra de una tristeza que sentimos, como la sintió Marguerite Yourcenar, como la han sentido los que han paseado por aquel doliente paraje, sin parques, sin tumbas, sin fuentes ni placas: no hacían falta para la emoción. Montones de huesos bajo la tierra de muertos sin razón, sin piedad, sin juicio, sin derecho y sin valentía. Así matan los asesinos, los cobardes, los injustos y los malversadores de la verdad.

Contaba Isabel García Lorca, la hermana pequeña, que su hermana Gloria la conminaba a no llorar: "Nosotros no tenemos que llorar. ¡Que lloren ellos!". Y para darse fuerzas recordaba un verso de Federico: "La tristeza que tuvo tu valiente alegría".

La familia se exilió a Nueva York, con tristeza, quizá con lágrimas. Al partir el barco que les alejaba de su vida, su tierra, sus huertas y sus gentes, Federico García Rodríguez, padre del poeta, pronunció con dolor y firmeza unas palabras: "No quiero volver a esa jodida tierra". No volvió. Cada día la añoraba. Cada día pensaba en ella y en su hijo muerto, asesinado, enterrado en un barranco. Murió con dignidad y sepultura en tierra extraña. Allí murió, allí nacieron otros García Lorca, allí para siempre sus huesos, su sepultura. La de su hijo Federico está en todas las partes. En la memoria de millones. Aunque también esté en un barranco del lugar de Víznar.

Artículo publicado en: El País, 21 de septiembre de 2008.

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22 de septiembre de 2008
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Sin Madonna

Nunca escuché a Madonna, no en directo. Todo se complicó. No se podía llegar con facilidad. Me entretuve en el camino, los del insólito hotel histórico y caduco Valenciano ayudaron para que continuara mi veterana virginidad con Madonna. El asunto es que no me importó. Me perdí, y me encontré, por el barrio del Carmen. Y se me olvidó ese ídolo de masas, la reina de la escena fácil, relajada, divertida, erótica festiva o lo que sea que representa Madonna. Me gusta seguir suspendiendo en Madonna. Seguir virgen.

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19 de septiembre de 2008
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Volver a Absalón

Me encontré a un amigo en la calle, estaba terminando la última novela de Paul Auster, Un hombre en la oscuridad. Por hacerme el simpático, uno tiene esos defectos, le dije "¡Hombre!, leyendo a Auster, como todo el mundo". No me entendió -tampoco somos exactamente amigos, ni tampoco los amigos me entienden, ni yo les entiendo, muchas veces, ¡por eso somos amigos!- y creyó que criticaba su previsible lectura. /upload/fotos/blogs_entradas/absaln_absaln_med.jpgMe gusta Auster, y me gusta mucho este último Auster. Casi se disculpó y me preguntó, "¿y tú qué estás leyendo". Estoy leyendo Absalón, Absalón. "Ah bueno, yo lo leí hace casi 30 años. Y me marcó. No creo que pueda volver a ese libro". Yo también presumí de mi lectura de "Absalón" cuando tuve poco más de 20 años. Tuve la rareza de engancharme a Faulkner. A su mejor novela, que sigue siendo "Absalón" y a las otras obras maestras, dolientes, complicadas, fáciles, pequeñas y grandes que es toda su obra. Yo fui lector, con perdón, de Faulkner. Lo sigo siendo, me sigue sorprendiendo y sigo pensando que cada vez que lo leo es diferente. Quizá sea yo el distinto, el diferente.

Ahora en esta nueva traducción de Miguel Martínez- Lage, esta nueva manera de acercarse a Faulkner, después de tener presentes los regresos al escritor, las vueltas a sus regiones que hicieron algunos de los nuestros: Benet, Onetti, Marías, Manuel de Lope o Muñoz Molina, dice su traductor que la melodía Faulkner se interpreta mucho mejor.

Es posible que esté fuera del mercado, pero está en lo más verdadero de la literatura.

Nadie dijo que fuera fácil. Nuestro empeño por comprender, por comprendernos, es tan complejo y enredado como un relato de Faulkner.

El pasado y el presente, lo bíblico y lo irónico, el mundo, la vida, los rencores, el orgullo, la envidia y muchas copas. Lo escribió en Hollywood, rodeado de deudas, trabajando para Howard Hawks, soportando sus desgracias, escribiendo sin parar y bebiendo de la misma manera. Consiguió hacer una novela intemporal, una historia de Yoknapatawpha donde todos podemos encontrarnos. Y perdernos. Gracias a los de "la otra orilla", a los de Norma, porque han permitido que vuelva a esta región donde la literatura y la vida se cruzan. Me confunden y me emocionan.

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17 de septiembre de 2008
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Ética y vuelta al cole

Francia, tan laica, se arrodilla en Lourdes con el Papa. Comienza el colegio de la hija de los príncipes, un colegio cercano al "humanismo cristiano", algo es algo. Ese otro colegio, el Kotska, no admite a la hija de madres lesbianas. En la foto de información de "mi" periódico sobre la vuelta al cole, dos niñas monísimas y con aspecto encantador enseñan su pesado material escolar. Todo perfecto, además las dos hermanitas llevan el impoluto uniforme de las monjas. Comienza el curso, seis de cada diez lo harán en colegios públicos. Y en los colegios públicos, tres de cada cuatro son extranjeros. Pongamos que hablo de Madrid, pero más o menos los datos coinciden con la mayoría de los centros españoles. Es decir, se aseguran la enseñanza de la asignatura llamada Educación para la Ciudadanía una mayoría de la población emigrante que se escolariza. Los colegios católicos, y otros concertados, además de otros muchos de la comunidad de Madrid que muestran abierta hostilidad a esa asignatura nueva porque dicen que es adoctrinamiento. Un adoctrinamiento porque enseña ser ciudadanos conviviendo en una Constitución aprobada por la inmensa mayoría parlamentaria.

Los colegios religiosos y afines proponen otra asignatura. Una que llaman Ética. Una ética que en sus textos compara el aborto con las grandes guerras del siglo XX y con el holocausto, se oponen al divorcio, a los matrimonios que no sean heterosexuales, están contra las técnicas de reproducción asistida, anuncian desgracias para los hijos de padres separados, niegan la inseminación artificial, la fecundación in vitro o las madres de alquiler. Y encuentran imposible vivir de manera positiva si no se cree en Dios. Es una información de El País del lunes 15 de septiembre en las páginas de educación. En las páginas interiores, no en las primeras páginas.

A mí ese colectivo tan ético, religioso, cívico y católico me parece más peligroso que el huracán Ike. Que los destrozos que pueden causar en los pensamientos, obras, lecturas y pensamientos de estos españolitos que crecen en el mundo, son mayores que cualquier enorme tormenta, huracán o diluvio. Son efectos arrasadores, lentos, seguros y definitivos en una edad en la que es muy fácil ser manipulado.

Para niños y padres en edad escolar me permito recomendar una película hermosa, libre, poética y francamente rebelde, nada que ver con la asignatura de ética, ni con la políticamente correcta de Educación para la Ciudadanía, se llama Cero en conducta y la filmó hace más de 70 años un hombre sensible llamado Jean Vigó. No es fácil verla, pero si lo consiguen podrán ser más rebeldes. Y con causa.

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16 de septiembre de 2008
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Woody Allen, Pavese, Vila-Matas y las ciudades

La literatura necesita de los provincianos, dice Pavese. Todos somos provincianos, "el de las praderas va a hacer de provinciano a Nueva York, y el de Nueva York, a Europa". Y hace mucho que el europeo es un provinciano en Nueva York. Pavese fue un provinciano que no supo alejarse de su pueblo, de las colinas de su infancia. Su largo viaje fue Turín. Al amante de la literatura americana siempre le quedará New York. La soledad de NY parece más atractiva que la de una ciudad de la posguerra europea. Nunca hay posguerra en la ciudad de Woody Allen. Ni el Once de Septiembre, con su doloroso agujero, se acerca a los paisajes europeos de después de la batalla.

Al amante de la literatura americana siempre le quedará New York. La soledad de NY parece más atractiva

"La ciudad nos da símbolos así como la campiña nos da frutos", decía Pavese. Hemos conocido muchos de los símbolos de la ciudad por el cine de Woody Allen, provinciano en Europa, y uno de los culpables de nuestra seducción por esa ciudad forjada con símbolos.

Dejaron de importarnos los frutos de la campiña, nuestros paisajes fueron los rascacielos. Cambiamos la música del campo por la música del jazz. "Menos mal que a los mosquitos no les ha dado por tocar el saxofón", decía Ramón Gómez de la Serna, provinciano de Madrid, ciudad que podría ser feliz si no estuviera tomada por la crispación, como dice el barcelonés Vila-Matas. Otro que quiere vivir en Nueva York. Y terminará viviendo en París para pensar que debería vivir en Nueva York y soñar con una Barcelona que ya no es. No está contento Vila-Matas con su ciudad, la filmada por Woody Allen. Ignoro si el autor del Dietario voluble ha visto la película que sobre Barcelona, Oviedo y otras bonitas postales, retrata el viejo seductor de Manhattan en Vicky, Cristina, Barcelona, pero me gustará saber su opinión de probada cinefilia y de conocedor de una Barcelona que ya no era tan bona, que quizá era "despedazado anfiteatro de las nostalgias de una burguesía". No tan de moda, pero tan necesaria.

Película llena de símbolos urbanos, es decir, de tópicos. Mezcla de Gaudí, galerías, restaurantes, diseño, pa amb tomaca, vino blanco, vistas y parque Güell. Bella fauna, capaz de decir naderías profundas con intensidad. Artistas y yuppies suavemente rebeldes, entre el matrimonio y el sexo abierto con música de Paco de Lucía (?). Extranjeros cruzados con atormentados artistas a la española/barcelonesa. Un poco de Europa con regreso a Nueva York, pasando por Oviedo con unas gotas de románico. Ahora admiro más a Javier Bardem y Penélope Cruz, sólo dos grandes son capaces de salvar unos papeles tan insólitos, desgarrados, bilingües y de armas tomar.

Dice Vila-Matas que su ciudad es un parque temático para extranjeros, que "viene todo el mundo a cagarse en la calle y hasta les aplauden". En la película no hacen esas cosas. Hacen fotos artísticas. Toma el dinero y corre.

Artículo publicado en: El País, 14 de septiembre de 2008.

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15 de septiembre de 2008
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