Javier Rioyo
Francia, tan laica, se arrodilla en Lourdes con el Papa. Comienza el colegio de la hija de los príncipes, un colegio cercano al "humanismo cristiano", algo es algo. Ese otro colegio, el Kotska, no admite a la hija de madres lesbianas. En la foto de información de "mi" periódico sobre la vuelta al cole, dos niñas monísimas y con aspecto encantador enseñan su pesado material escolar. Todo perfecto, además las dos hermanitas llevan el impoluto uniforme de las monjas. Comienza el curso, seis de cada diez lo harán en colegios públicos. Y en los colegios públicos, tres de cada cuatro son extranjeros. Pongamos que hablo de Madrid, pero más o menos los datos coinciden con la mayoría de los centros españoles. Es decir, se aseguran la enseñanza de la asignatura llamada Educación para la Ciudadanía una mayoría de la población emigrante que se escolariza. Los colegios católicos, y otros concertados, además de otros muchos de la comunidad de Madrid que muestran abierta hostilidad a esa asignatura nueva porque dicen que es adoctrinamiento. Un adoctrinamiento porque enseña ser ciudadanos conviviendo en una Constitución aprobada por la inmensa mayoría parlamentaria.
Los colegios religiosos y afines proponen otra asignatura. Una que llaman Ética. Una ética que en sus textos compara el aborto con las grandes guerras del siglo XX y con el holocausto, se oponen al divorcio, a los matrimonios que no sean heterosexuales, están contra las técnicas de reproducción asistida, anuncian desgracias para los hijos de padres separados, niegan la inseminación artificial, la fecundación in vitro o las madres de alquiler. Y encuentran imposible vivir de manera positiva si no se cree en Dios. Es una información de El País del lunes 15 de septiembre en las páginas de educación. En las páginas interiores, no en las primeras páginas.
A mí ese colectivo tan ético, religioso, cívico y católico me parece más peligroso que el huracán Ike. Que los destrozos que pueden causar en los pensamientos, obras, lecturas y pensamientos de estos españolitos que crecen en el mundo, son mayores que cualquier enorme tormenta, huracán o diluvio. Son efectos arrasadores, lentos, seguros y definitivos en una edad en la que es muy fácil ser manipulado.
Para niños y padres en edad escolar me permito recomendar una película hermosa, libre, poética y francamente rebelde, nada que ver con la asignatura de ética, ni con la políticamente correcta de Educación para la Ciudadanía, se llama Cero en conducta y la filmó hace más de 70 años un hombre sensible llamado Jean Vigó. No es fácil verla, pero si lo consiguen podrán ser más rebeldes. Y con causa.