Vicente Verdú
El éxito del blog o los SMS o los mails tiene que ver, sin duda, con lo que no puede verse. Por comparación, el teléfono nos delata mientras la vida tras los caracteres de la escritura nos enmascara. Efectivamente puede discernirse a través de la redacción, pero la información sobre el otro es incomparablemente menor que la recibida mediante la voz. La voz es intimidad en estado puro. Lo que se es. La voz huele, presiona, figura, suena, habla. Todos los sentidos se juntan en la voz que indica con su penetración o su acogimiento, la existencia de un hábitat inhóspito o milagroso, cálido o tajante, balbuceante o exterminador.
Morimos por la boca: ahogados por la voz.
Y, a la vez, demandamos socorro voceando.
Nos salvamos mediante el boca a boca donde siempre se funde la húmeda natividad de la voz.