Vicente Verdú
Así como el sexo, según el nuevo feminismo, ha dejado de considerarse una determinación biológica para tratarse como un género cambiante y de libre elección vital, la edad puede estar ingresando en el mismo modelo de cultura.
Hablamos de cultura más que de naturaleza a secas pero ¿existe una naturaleza fértil que sea plenamente de secano? El riego con el que se humedece culturalmente la idea de edad permite hoy que cada cual pueda elegir su tramo generacional preferido.
El caso de los llamados “adultescentes” puede ilustrarlo. La media de edad de los hijos que permanecen todavía en casa de sus padres asciende en España a los 32 años. Cronológicamente, según el modelo tradicional, serían adultos pero ahora copian papeles de menores de edad.
Del mismo modo hay sujetos en la misma infancia que asesinan como gánsteres y algunos personajes en la senectud incluso visten ropas de Tommy Hilfiger. Las edades, en general, van liberándose de su rostro biológico para caracterizarse culturalmente.
La cosmética, el disfraz, los nicknames, el travestismo y el jugueteo con los roles, ha dejado de ser un simple episodio festivo finalizado con la noche de gala o la partida.
Todos los movimientos en torno al cambio de aspecto, de identidad, de comportamiento, se encuentran en el centro de nuestra época. Cualquier otro momento histórico ha reclamado para sí un nombre unívoco, nuestro tiempo no se conformará con la designación que no mencione como punto central de su nominación la alusión al excentricismo.
Ser significa cambiar, vivir intensamente es sinónimo de un tutti-frutti vital. Del mismo modo, creerse a la última significa no haber entendido el anacronismo del fin y la finalidad.
La característica de un hombre o una mujer, si son modernos, consiste en ser una parte hombre y otra parte mujer, siendo las proporciones del constructo un asunto creativo de cada cual. Actores, artistas, interactivos: lo sustantivo de nuestra época no es la simple relación entre emisor y receptor sino la dialéctica de la interacción, el travestismo sin tregua.