Jean-François Fogel
Estoy en México. Presencia casual en un momento de ruptura. Ruptura del protocolo, ruptura en el flujo de la historia, ruptura dentro del país. Quizás no va más allá del símbolo, pero es muy preocupante. Dolía ver la cara avergonzada de los mexicanos mirando la televisión a mi lado este viernes por la mañana: lo siento, parecían decir, pero es mi país.
1. Protocolo
A las doce de la noche y un minuto, Fox, el ya ex presidente, entregó el poder a Calderón, el nuevo presidente. Una ceremonia apresurada, en un salón del palacio presidencial, que no corresponde al protocolo clásico. «Calderón cambia reglas» titula El Universal. En realidad era mucho más que eso, era algo como decir "Calderón cambia el papel del nuevo presidente". Un encuentro en la medianoche para entregar una bandera de manera rápida recuerda un titular: Midnight Express. La ceremonia, difundida por televisión, se parecía, a pesar de los abrazos, al final de un negocio sucio: «aquí está el paquete, espero que nadie nos vea …».
2 . Historia
México es el único país que se dedicó, en la misma semana, a atacar a la vez su pasado, su presente y su futuro. No recuerdo otro caso similar. Me explico. Pasado: una demanda judicial en contra del ex presidente Luis Echevarría, por su papel en la represión de las manifestaciones estudiantiles del 68. Presente: negación del ex presidente Fox, cuya salida del poder fue tapada por los propios miembros de su colectividad, para suavizar el enfrentamiento entre los partidos. Futuro: el presidente Calderón asume su cargo como si fuera un acto vergonzoso, lo que resulta insoportable a muchos mexicanos, según la BBC.
3. País
Es claro que un mandato que empieza con puñetazos de congresistas que durmieron en la Cámara, orinando en botellas, no da una imagen muy atractiva de México. «No ignoro la complejidad del momento político ni de nuestras diferencias, dijo el nuevo presidente, pero estoy convencido de que mañana debemos poner punto final a nuestros desencuentros e iniciar una nueva etapa». ¿Cuándo es mañana? México es un país dividido en dos: el norte, rico y dinámico, que votó por Calderón; y el sur, pobre y marginado, que optó por López Obrador, quien después de proclamarse «presidente legítimo» hace unos días anda como Calderón, con una bandera que va de su hombro derecho a su cadera izquierda. Claro que no es posible equivocarse entre un presidente elegido y un payaso disfrazado pero conocemos el poder de los símbolos: un país dividido en dos figuras muy parecidas en los periódicos. Pobre México, tan lejos de la democracia y tan cerca de una ruptura.