Vicente Verdú
Puesto que todo el mundo sufre, de cara al verano, la dura tarea de sacarse de encima esos dos o tres malditos kilos de más, no debería considerarse insensato revisar la medida del canon.
Con dos kilos de más sobre la generalidad de los habitantes el panorama corporal cobraría plena legitimidad y del mismo modo que las tallas han sido corregidas oficialmente para ajustarlas a la realidad, la realidad sería aquí también más dulce y consoladora.
El peso real se correspondería con el peso ideal en un instante. Las monedas, las deudas externas, los salarios mínimos o la carga fiscal se convalidan de vez en cuando aproximando el valor nominal a la circunstancia benéfica, acercando la quimera a algo mejor en lo real.
La utopía, en definitiva, se ha revelado tan fastidiosa como ingenua. En la sociedad madura y viciosa toda tentación utópica –siempre localizada en el más allá- se sustituye por la coyuntura actual enclavada en el ahora y aquí. ¿Dos, tres kilos de más? El carnoso fardo que opera como un depósito culpable y depresor será pronto eliminado y no por Nature House y casas de este estilo, sino por un acuerdo de felicidad doméstica nacido del sentido común.