Vicente Verdú
A menudo, cuando las cosas se ponen notoriamente cuesta arriba, recuerdo una frase de Ortega que decía: "Vivir es cierta dificultad de ser". Alguna, poca o mucha dificultad para ser, pero obstáculos a fin de cuentas.
Quien no percibe esta obstinada resistencia de la vida a dejarse vivir es improbable que logre una completa conciencia del gozo. También de la razón del dolor o, lo que viene a ser lo mismo: su sólida sinrazón. Una sinrazón que llegando a ser muy poderosa impone su reino y decide la ley absoluta del valor. El valor de vivir puesto que, quiérase o no, el trato continuo con el mundo implica conflicto y no puede concebirse forma biológica alguna sin él.
Contra esta esencia de vivir, la farmacología ha dispuesto una extensa gama de narcóticos, pero se hace evidente que el narcótico se emparenta con la muerte y cuando acudimos a él representamos el deseo de desaparecer. De desaparecer precisamente cuando la carga de dificultad que impone eventualmente la vida podría matarnos irreversiblemente por una sobredosis de ser.