Vicente Verdú
Frente a la pureza inane del racismo y el nacionalismo, el vibrante mundo de la hibridación. En las ciencias, en la tecnología, en la comunicaciones, en el amor, el mejor perfecto se encuentra en la “combinatoria”.
Tengo unos amigos catalanes en la red dirigidos por Alfons Cornella que de vez en cuando cuelgan en su “Infonomía” signos reales de por dónde van las cosas.
La “combinatoria” y el “cruce” son hoy los padres de la innovación. Los artefactos nuevos, los servicios inéditos, las urbanizaciones originales, no nacen de la revolución sino de la copulación.
Lo innovador proviene de la mixtura y, con ella surge un producto que sin perder sus ascendencias se convierte en una criatura inaugural.
Los fabricantes de coches han practicado esta idea en los últimos diez o quince años. No hay una berlina, un deportivo o un cupé en sentido estricto. Prácticamente la totalidad de los modelos son una combinación de tres o cuatro elementos. El familiar posee tracción cuatro por cuatro y aspira a ser a la vez deportivo y monovolumen y camioneta. El cuatro por cuatro posee un interior tan lujoso como un modelo de la serie más alta y ofrece a menudo una respuesta tan ágil como nunca antes se vio en un vehículo con el aspecto de dedicarse a las tareas agrícolas.
Una compañía japonesa StarFlyer ha combinado la vieja idea de una línea aérea de bajo coste con otra de gran estilo. Pero viene a ser lo mismo que previamente hizo Ikea, Zara o Muji combinando los materiales baratos con un diseño igualable al de marcas altas. Gracias a Infonomía he conocido el trabajo de Virginia Postrel The substance of style donde se redondea este argumento. Incluso en la educación se ha aplicado el modelo híbrido, de placer y sacrificio mediante el flete de cruceros donde se junta ocio y clases de historia universal. Como también se empelan cada vez más los videojuegos en las escuelas de Canadá, Estados Unidos o Gran Bretaña para facilitar el gusto por el aprendizaje.
Cruzar es inventar, en las frutas, los animales, los materiales. Inventar desde lo preexistente para superarlo no en dirección vertical sino horizontal. Lo horizontal domina ahora a lo vertical, en la organización laboral lo flat gana prestigio frente a la pirámide jerárquica, en lo cultural lo superficial se impone a lo profundo, en el conocimiento, lo extensivo a través de las pantallas triunfa frente al conocimiento intensivo del libro. La tierra es plana, dice este best seller sobre la globalización. Sobre esta bandeja se ofrecen hoy las nuevas sustancias, la nueva moral, las golosinas.