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UN FILÓSOFO DE MODA

Por 4 de julio de 2006 Sin comentarios

Jean-François Fogel

Número de verano de Le magazine littéraire. Como siempre, el mensual dedica su portada a un informe que ocupa unas cuarenta páginas. Esta vez, promete decir todo sobre “El deseo, desde Platón hasta Gilles Deleuze”. En España, el deseo es un asunto que Pedro Almodóvar asume por completo (tanto teoría como práctica en la ficción). Me parece insuperable el nombre de su empresa de producción cinematográfica: “El Deseo S.A.”. No hay que añadir nada a una mera línea del registro mercantil para entender una filosofía completa del deseo. El deseo no pertenece a nadie; solo somos sus víctimas.

Claro que Francia, tierra del existencialismo, del estructuralismo y post-estructuralismo, no se puede comer una explicación tan sencilla. Francia necesita dudas y pensamiento revolucionario. Los franceses necesitan teorías para prescindir de la realidad. El informe de Le magazine littéraire da vueltas a una única pregunta: ¿existe el deseo? No, dice en la conclusión el ensayista Charles Dantzig, en una especie de necrológica donde anuncia a la vez la muerte del deseo y el nombre de su heredero: se llama “placer”. Caso cerrado: el placer no necesita al deseo; estamos en Francia…

Lo más significativo del informe es lo que estuve a punto de no ver: el principio. En una pugna de representantes de la élite francesa, profesores, periodistas, historiadores y sociólogos, el que habla primero es un filósofo esloveno: Slavoj Žižek. Aparece en una entrevista para encuadrar el tema. En Francia, siempre existe el deseo de tener un hombre que alimente a la clase intelectual, un hombre que finge molestar al burgués con una postura rebelde que provoca un sentimiento general de falsa complicidad. Sartre, Barthes, Deleuze, Foucault, Bourdieu, Derrida asumieron este papel en su momento. Es algo que va más allá de lo que ellos dijeron o escribieron. Para un intelectual, se trata de expresarse en público y convertirse en un punto de referencia utilizado por todos, incluyendo a sus no lectores. Hoy en día, el que parece listo para asumir este cargo de intelectual de amplio consumo es el filósofo esloveno.

Después de una entrada tímida en pequeñas casas editoriales (como Climats, Nautilus, Amsterdam) Žižek es ahora un autor de Flammarion o Le Seuil. Tiene formación de psicoanalista; fue alumno de Lacan (publicó Todo lo que usted siempre quiso saber sobre Lacan y nunca se atrevió a preguntarle a Hitchcock); ofrece el perfil responsable de un intelectual que fue candidato a la presidencia de su país en 1990, en nombre del partido social-demócrata. En Francia, un intelectual de izquierda que actúa en el campo socio-político pero utiliza la dimensión psico-afectiva es pan caliente para la prensa de izquierda. Žižek ya tiene tremenda presencia en medios que se dedican a reproducir los extraños acentos que coronan las dos zetas de su apellido.

Encontré un solo sitio en español que presenta, en una buena recopilación, la figura del filósofo. Basta ver la lista de sus artículos o textos para adivinar la dosis de provocación y estimulación que ofrece Žižek. Pocos columnistas entregan a su periódico títulos como “Aprendiendo a amar a Leni Riefenstahl”, “Bienvenido al desierto de lo real”, “Capitalistas, sí…, pero zen…”, “¿Demasiada democracia?”, “La pasión en la era descafeínada”, “OTAN, la mano izquierda de Dios”, “¿Un Lenin ciberespacial? ¿por qué no?”, “La medida del verdadero amor es «puedes insultar al otro»”, “Estados Unidos debería intervenir más y mejor”, “Y vivieron felices y descontentos”, etc.

Žižek es un pensador tutelar para el movimiento altermundista. Desencadenó, hace poco, en la London Review of Books un ataque fenomenal en contra de los “comunistas liberales”, como George Soros o Bill Gates, denunciando “la máscara humanitaria que se esconde tras la explotación económica”. Entonces, el producto Žižek es garantizado de izquierda. Pero, como el filósofo va y viene entre Liubliana, París, Buenos Aires y Nueva York, es también un producto de exportación. Y además está muy presente en el mejor mercado: las universidades americanas.

Para la izquierda francesa, Žižek combina las ventajas de un Deleuze (que nunca se cansó de pintar de nuevo la vieja casa de la lucha de clases) y de un Derrida (que EE. UU. compró sin parar). Puede ser el resultado de la globalización o del cansancio de las ciencias sociales en Francia, pero me parece que este esloveno gana el combate mediático en Francia en lo que tiene que ver con la posición de profeta socio-político de la clase intelectual. Es divertido, produce mucho, y decenas de sus libros están listos para una traducción al francés. Creo que en Francia tenemos Žižek para rato.

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Jean-François Fogel

Jean-François Fogel Periodista y ensayista francés, trabajó para la Agencia France-Presse, el diario Libération, el semanal Le Point y el mensual Le Magazine Littéraire. Ha vivido una parte de su vida en España donde empezó una segunda carrera como asesor para empresas de prensa. Fue asesor del director del diario Le Monde, desde 1994 a 2002, y sigue trabajando en la concepción y la remodelación continua del sitio Internet creado por el vespertino. Es maestro y presidente del Consejo Rector de la Fundación Gabo. Ha publicado varios libros sobre literatura francesa y sobre América Latina, entre los que destaca  un ensayo sobre el periodismo digital, Una prensa sin Gutenberg (Punto de Lectura, 2007).

En 2010 se dedicó a renovar los seis sitios de los diarios del grupo francés SudOuest, donde continua siendo asesor de la estrategia digital. En los últimos años, se encargó de la creación de una plataforma de información digital para el grupo France Televisions, una de las tres más importantes de Francia. Asesora a varios medios en Europa y América Latina tanto en la concepción de sitios, como en la organización de la producción digital. Es director del Executive Master of Media Management, del Instituto de Estudios Políticos de Paris (Sciences Po).

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