Vicente Verdú
Lo más parecido a pintar cuadros es escribir poemas. Yo fui un ferviente escritor de poesía hasta los cuarenta años, más o menos. Lo mejor de hacerlo fue su parecido con un juego de trayecto y resultado inciertos. El poema, como el cuadro, se escribe a través de un inexplicable diálogo con el autor. Y tanto es así que muchas de las obras se dan por finalizadas cuando el objeto es quien dice "basta". Hay otras formas de actuar pero en mi caso la falta de un plan previo y determinado es igual a emprender una libre aventura con el cuadro. En el transcurso del viaje se van intercambiando emociones y puntos de vista. Y nunca mejor dicho puesto que no sólo el pintor mira al cuadro sino que también el cuadro se mira a sí mismo y vocaliza sus emociones.
Al cuadro hay que dejarlo hablar desde el primer trazo puesto que viene a ser asombrosamente su estado de ánimo quien dicta. Podría pensarse que, por el contrario, es el ánimo del artista quien lo conduce pero, francamente, no sabría atribuirme exclusivamente lo que pasa. Pasa lo que pasa porque el humor del lienzo va conformándose con una autoridad que, en definitiva, lo pinta. ¿Y qué mayor experiencia mágica que observar un lienzo aparentemente blanco e inanimado cobrar vida y, por si fuera poco, adquirirla en colaboración con nuestra presencia y nuestro personal punto de vista?
Obra pictórica: http://vicenteverdu.net/