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Políticos trileros

Por 18 de septiembre de 2009 Sin comentarios

Eder. Óleo de Irene Gracia

Vicente Verdú

Un lugar común al que recurren los políticos cuando las cosas les van mal es que hicieron las cosas bien pero que, por esto o aquello, no las supieron comunicar. ¿Y qué consecuencia debemos sacar  entonces los ciudadanos? ¿Acaso que, de un modo general, cuando algo nos parece descabellado, errado o perjudicial debemos atribuirlo a que no pudimos entenderlo bien? Y no habiendo entendido bien lo que se hizo apropiadamente, ¿cuánto de ese desentendimiento es responsabilidad de la mensajería  política o de nuestros defectos de recepción?

El dilema es altamente importante porque con este planteamiento el asunto pasa de lo que fuera una imperfección real a lo que fuera sólo una apariencia imperfecta y con ello el caso salta del hecho a su representación formal. A partir de este cambalache que cambia el objeto enjuiciable, la  maniobra, como en los trileros, siempre juega en su favor. A partir de aquí  los políticos o sus políticas no podrán someterse nunca a un escrutinio cabal puesto que entre lo que hicieron y aquello que llegamos a ver  discurre un velo que propicia un equívoco sin cesar. No será posible pues, en momento alguno, argumentar sobre su incompetencia puesto que la acción quedará siempre mediatizada y revestida por las volubles circunstancias de la buena o la mala comunicación. Porque ¿cómo distinguir, en un determinado intervalo, si la comunicación es pertinente o no? Tras esta duda constante, arteramente establecida por la autoridad, el político encubre sus responsabilidades y durante su mandato va administrando esta falacia que, ¡hasta cuatro años más tarde!, no habrá  manera de hacérsela pagar. Pero pagar incluso por lo que de cierto haya en sus deficiencias de comunicación  que por sí mismas debieran expulsarlos de sus funciones, porque ¿cómo un político puede representarnos si se declara incompetente en comunicación, ineptos para la consecuente comunicación con la ciudadanía: figuras inútiles cuando no nefastas para un sistema democrático cuya salud depende de la buena representación?   

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Vicente Verdú

Vicente Verdú, nació en Elche en 1942 y murió en Madrid en 2018. Escritor y periodista, se doctoró en Ciencias Sociales por la Universidad de la Sorbona y fue miembro de la Fundación Nieman de la Universidad de Harvard. Escribía regularmente en el El País, diario en el que ocupó los puestos de jefe de Opinión y jefe de Cultura. Entre sus libros se encuentran: Noviazgo y matrimonio en la burguesía española, El fútbol, mitos, ritos y símbolos, El éxito y el fracaso, Nuevos amores, nuevas familias, China superstar, Emociones y Señoras y señores (Premio Espasa de Ensayo). En Anagrama, donde se editó en 1971 su primer libro, Si Usted no hace regalos le asesinarán, se han publicado también los volúmenes de cuentos Héroes y vecinos y Cuentos de matrimonios y los ensayos Días sin fumar (finalista del premio Anagrama de Ensayo 1988) y El planeta americano, con el que obtuvo el Premio Anagrama de Ensayo en 1996. Además ha publicado El estilo del mundo. La vida en el capitalismo de ficción (Anagrama, 2003), Yo y tú, objetos de lujo (Debate, 2005), No Ficción (Anagrama, 2008), Passé Composé (Alfaguara, 2008), El capitalismo funeral (Anagrama, 2009) y Apocalipsis Now (Península, 2009). Sus libros más reciente son Enseres domésticos (Anagrama, 2014) y Apocalipsis Now (Península, 2012).En sus últimos años se dedicó a la poesía y a la pintura.

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