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PODREDUMBRE POLÍTICA

Por 11 de octubre de 2006 Sin comentarios

Vicente Verdú

Si se restara del tiempo que los políticos dedican a los ciudadanos el tiempo que destinan a otros políticos, ¿qué quedaría? Más o menos un resto negativo que no justificaría ni su elección, su permanencia y su remuneración.

Menos todavía el amplísimo poder que le concede la ciudadanía mediante un sistema democrático convertido ya en el gran truco pervertidor de nuestro tiempo. Ni los elegidos, en la inmensa mayoría de los casos, responden a un deseo directo de los electores, ni una vez en el cargo siguen más directrices que las del jefe de su formación.

De este modo la masa política se comporta como una materia emancipada de la sociedad y entregada a las estrategias del poder del partido. Los diputados y diputadas votan esto o aquello, se personan o no, callan o vociferan en el parlamento de acuerdo a las pautas que reciben para superar las coyunturas que amenazan su preeminencia o para fortalecer su posición de dominio.

¿El partido representa la palanca para generar justicia, libertad y bienestar? El partido es ahora el partido y perdería una parte sustantiva de su existencia si cayera en la oposición. Lo decisivo es encastillarse en el poder y, para conseguirlo, el mayor trabajo se lo llevan las maniobras de defensa o ataques permanentes a la oposición.

La oposición, obviamente, procede a su vez del mismo modo. Tanto porque así se define políticamente como porque su acceso al poder quedará más o menos abierto según socave o desprestigie al rival.
La dedicación a esta labor ha crecido tanto en intensidad como en grandes proporciones de tiempo y planeamiento. Cada nuevo gobierno se inaugura con una breve ceremonia de ritual y, de inmediato, estalla o se prolonga la trifulca perpetua, una pugna ante los ciudadanos que reproduce insoportablemente el argumento anterior.

Puede ser, efectivamente, que en la sociedad del espectáculo nada pueda ser real sin su representación y nada pueda ser comunicado sin su dosis de lenguajes agresivos.  Pero también, en comparación con la muy surtida oferta de entertainment, el enfrentamiento político huele ya a naftalina y aburre como una desgastada y barata función teatral.

¿Para qué esta política desvirtuada? ¿Para qué estos políticos? El rampante crecimiento de la abstención ante las urnas por todo el mundo va indicando el distanciamiento del público respecto a un cuerpo institucional en podredumbre. La corrupción de los cargos nacionales o locales, la viciosa relación entre partidos, la vileza de las acusaciones, la perfidia general en ese ámbito, obliga a revisar el sistema y a impedir cuanto antes que el erario público siga financiando esta insufrible reyerta particularista y desleal.

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Vicente Verdú

Vicente Verdú, nació en Elche en 1942 y murió en Madrid en 2018. Escritor y periodista, se doctoró en Ciencias Sociales por la Universidad de la Sorbona y fue miembro de la Fundación Nieman de la Universidad de Harvard. Escribía regularmente en el El País, diario en el que ocupó los puestos de jefe de Opinión y jefe de Cultura. Entre sus libros se encuentran: Noviazgo y matrimonio en la burguesía española, El fútbol, mitos, ritos y símbolos, El éxito y el fracaso, Nuevos amores, nuevas familias, China superstar, Emociones y Señoras y señores (Premio Espasa de Ensayo). En Anagrama, donde se editó en 1971 su primer libro, Si Usted no hace regalos le asesinarán, se han publicado también los volúmenes de cuentos Héroes y vecinos y Cuentos de matrimonios y los ensayos Días sin fumar (finalista del premio Anagrama de Ensayo 1988) y El planeta americano, con el que obtuvo el Premio Anagrama de Ensayo en 1996. Además ha publicado El estilo del mundo. La vida en el capitalismo de ficción (Anagrama, 2003), Yo y tú, objetos de lujo (Debate, 2005), No Ficción (Anagrama, 2008), Passé Composé (Alfaguara, 2008), El capitalismo funeral (Anagrama, 2009) y Apocalipsis Now (Península, 2009). Sus libros más reciente son Enseres domésticos (Anagrama, 2014) y Apocalipsis Now (Península, 2012).En sus últimos años se dedicó a la poesía y a la pintura.

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