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COTILLEOS

Por 11 de octubre de 2006 Sin comentarios

Javier Rioyo

Me gustan los cotilleos. Siempre me han  gustado. Soy un adicto a ellos y gran parte del día lo entretengo leyéndolos. El último libro de cotilleos que he leído es más que recomendable. Está, desde las primeras páginas hasta su final, cuatrocientas páginas después, lleno de incursiones en la vida privada y en la vida amorosa oculta de los personajes. Y se nos acercan los engaños, pasiones, amores, huidas, trampas y ocultamientos de muchos personajes célebres de nuestra historia cultural, política o dramática. Un libro para no aburrirnos. Es una novela, pero está cargada de verdades posibles, de vidas descubiertas porque nos adentramos en su propia correspondencia. ¡Es como el placer de violar la correspondencia! Como mirar por un agujero secreto a la pared del vecino, como asomarnos por el ojo de la cerradura a vidas privadas a las que no habíamos sido invitados. Una excelente novela de cotilleos acaba de publicar Vicente Molina Foix. Y no disimula su condición, se llama El abrecartas y justamente nos permite, sin complejos, cumplir ese deseo de abrir las cartas ajenas y cotillear en sus vidas. Así crece la literatura, así se hicieron también las grandes historias de la literatura. Los cotilleos de Molina Foix son más o menos cercanos, desde lo singular de un niño rico de Fuentevaqueros y las picardías con otros niños menos ricos de su pueblo hasta las andanzas de dos jóvenes, uno más que otro, guapos y osados chicos de Barcelona llamados Félix de Azúa y Enrique Vila-Matas. Hay muchos más cotilleos, por ejemplo los de Vicente Aleixandre, Gregorio Prieto, Luis Cernuda, Eugenio D’Ors, Ortega, Alberti, María Teresa León, Vitín Cortezo, Oriol Bohigas o Enrique Múgica Herzog…En fin divertidos cotilleos de muchos de los llamados “Epénticos” y de otros que no lo fueron.

Todos dicen que es la mejor novela de Molina Foix, yo también lo pienso y, además, la más cercana a los que somos y nos reconocemos como cotillas. Yo me di cuenta que lo era cuando comencé a leer los poemas homéricos. Desde luego Plutarco fue un maestro de los cotilleos. Y el cotilleo sigue su carrera literaria con los cantares de gesta, con el romancero, con los viajes de Clavijo o Marco Polo. O con los de Saint-Simon o la condesa d’Aulnoy. Sin olvidar las memorias de Casanova, de Lautremont o La Rochefoucauld. Y ya más cerca del libro de Molina Foix, las correspondencias, los epistolarios de Erasmo, Lope de Vega o Madame Sevigne. O esas dos cumbres epistolares recientemente reeditadas entre nosotros, que son las de Juan Valera o Ramón María del Valle Inclán. Claro que tampoco hay que olvidar los grandes cotilleos literarios escritos por Oscar Wilde o Marcel Proust. Desde luego el libro de Molina Foix merece estar entre lo mejor de la literatura del cotilleo. Hay otros, pero son más aburridos.

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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