Vicente Verdú
Mientras, de un lado, el Estado de Bienestar desaparece, de otro se abre la sociedad del low cost. Viajes a Nueva York por 50 euros, asesoramiento jurídico anual por 80 euros, relojes a 5 euros, jamones a 72 euros.
Un extraño -¿satánico?- capitalismo del bajo coste se desliza como un narcótico contra la subversión de la antigua clase obrera y de la clase media.
¿Clase media? ¿Clases sociales? ¿Quién piensa en ello? Ahora se trata tan solo de clases de vida. La batalla contra la explotación capitalista ha tomado la forma general de la lucha por la vida.
No se entabla la lucha contra el Capital sino contra el Destino. No existe una superexplotación de la juventud, la mujer o el Tercer Mundo, sino una búsqueda fatídica de la productividad en el altar universal del máximo beneficio.
¿Objeciones? La protesta será una secreción de la debilidad, una máscara de la impotencia.
El sistema se legitima no sólo por su universalidad sino por su caridad.
Los más ricos de los multimillonarios son los primeros benefactores de la Humanidad y la mayor de sus empresas, Wal Mart, es la encarnación del low cost a toda costa. ¿Todavía se cree en la existencia de un nuevo mundo por alcanzar?
¿No será que la utopía se halla aquí y solo la ceguera de los obcecados revolucionarios se resiste a verla?