Vicente Verdú
Los veranos casados son veranos clausurados. Los veranos solteros y jóvenes, sin embargo, se presentaban como un reverso de la clausura y la ocasión, justificadamente apasionada, de experimentar algún cambio sentimental. Sólo sentimental, acaso. Con muchos menos desplazamientos que ahora o con apenas ninguno. Sin embargo ¿cómo comparar el atractivo de un recorrido por el mundo con el recorrido por otro cuerpo o incluso, en la consecuencia, con un recorrido sin cesar de la emoción?