Vicente Verdú
Hemos pasado la vida escuchando que la vida no se deja escuchar. O que, en definitiva, es imposible predecir por dónde van a ir los tiros.
Nos trazamos grandes planes pero ¿quién puede ignorar que se trata de planeamientos ilusorios, simples juegos de rol?
Los papeles definitivos corresponden a los hechos consumados y desde ellos se reinterpreta el hilo argumental. No hay vida con guiones cerrados y cada vez menos. Deberíamos aplaudir cuando vemos realizadas nuestras predicciones, porque la naturaleza de los hechos consiste en desmentir su pronóstico y en desmentirse como manera de ser, gracias a lo cual merecen nuestra atención. Poco interesante sería vivir si en el cumplimiento de un programa como si su trama nos perteneciera en propiedad.
La insuficiencia para controlar nuestro destino da aroma y calidad al proceso. De otro modo no se distinguiría de un protocolo opaco o de un irrespirable corredor. Los ojos no ven más allá, gracias a Dios.
Gracias a Dios no somos Dios. Ni sus hijos forjados a imagen y semejanza.