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LAS PLANTAS

Por 26 de febrero de 2007 Sin comentarios

Vicente Verdú

Las personas a quienes se les marchitan sus plantas despiertan notable recelo entre los demás. La planta no habla pero el hecho de aparecer esplendorosa o mustia la convierte en notorio testigo de su amo, documento de su finura o delación de su  incuria, su torpeza o su insensibilidad.

Los animales domésticos se comportan con sumisión y refuerzan siempre el ser de su amo pero las plantas actúan como jueces inflexibles, con vida imparcial que exhiben bien en su alegría o su tendencia a la muerte según el amor o el desamor que presuntamente reciben.

Siempre, en el fondo del sujeto a quien se le mueren sus plantas, se encuentra un inconsciente desdén por lo vegetal que el vegetal percibe intensamente y determina su voluntad de fallecimiento.

¿Desdén por lo vegetal? ¿Alguien puede acoger un sentimiento tan inútil? No es, sin embargo, la funcionalidad sentimental el factor determinante. La planta responde negativamente no sólo ante la circunstancia  de creerse desdeñada o desmañadamente tratada sino que reacciona incluso mortalmente si no se la mima.

He aquí el requerimiento crucial: el mimo. No basta con otorgarle algún amor y atención. Ni tampoco esforzarse en procurarle cariño a secas (o a cubos).  Es necesario  mimarla como a un bebé, atenderla como a un frágil discapacitado, proporcionarle ternura como a un paciente grave puesto que el vegetal casero se encuentra invariablemente al borde de la defunción. Sin auxilios íntimos y genuinos preferiría morir. Y, de hecho, el cuidado de una planta se hace para los no dotados en un permanente  sinvivir.

¿Merece la pena este desvelo? Inexplicablemente, la planta pierde luminosidad, el tallo se dobla, la flor se asfixia, la agonía ocupa la maceta. Finalmente, su muerte marca la casa con una insoportable seña de amargura.¿Merece la pena aventurarse a este proceso donde se junta el fin del ser y de su belleza, el vistoso sufrimiento de un inocente sin habla y la terrible consecuencia de nuestra irredimible culpabilidad?

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Vicente Verdú

Vicente Verdú, nació en Elche en 1942 y murió en Madrid en 2018. Escritor y periodista, se doctoró en Ciencias Sociales por la Universidad de la Sorbona y fue miembro de la Fundación Nieman de la Universidad de Harvard. Escribía regularmente en el El País, diario en el que ocupó los puestos de jefe de Opinión y jefe de Cultura. Entre sus libros se encuentran: Noviazgo y matrimonio en la burguesía española, El fútbol, mitos, ritos y símbolos, El éxito y el fracaso, Nuevos amores, nuevas familias, China superstar, Emociones y Señoras y señores (Premio Espasa de Ensayo). En Anagrama, donde se editó en 1971 su primer libro, Si Usted no hace regalos le asesinarán, se han publicado también los volúmenes de cuentos Héroes y vecinos y Cuentos de matrimonios y los ensayos Días sin fumar (finalista del premio Anagrama de Ensayo 1988) y El planeta americano, con el que obtuvo el Premio Anagrama de Ensayo en 1996. Además ha publicado El estilo del mundo. La vida en el capitalismo de ficción (Anagrama, 2003), Yo y tú, objetos de lujo (Debate, 2005), No Ficción (Anagrama, 2008), Passé Composé (Alfaguara, 2008), El capitalismo funeral (Anagrama, 2009) y Apocalipsis Now (Península, 2009). Sus libros más reciente son Enseres domésticos (Anagrama, 2014) y Apocalipsis Now (Península, 2012).En sus últimos años se dedicó a la poesía y a la pintura.

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