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LA TORTURA DE LA DESIGUALDAD

Por 7 de junio de 2006 Sin comentarios

Vicente Verdú

Lo que en España se llama los “mileuristas” ( jóvenes de los que se abusa laboralmente con salarios de 1.000 euros)  son en Rusia los “cieneuristas”. Con una cruel particularidad: los precios en la mayor parte de las grandes ciudades de Rusia no son extraordinariamente inferiores a la media española y, por si faltaba poco, Moscú es la segunda capital más cara del mundo. Y su nivel de precios no deja de crecer. ¿Que cómo se las arreglan los “cieneuristas” y los otros millones de rusos que ni siquiera llegan al  ciento? Simplemente, siendo pobres.

La pobreza masiva no constituye una novedad en Rusia, ni en la de los zares ni en la de los bolcheviques. La novedad reside ahora en lo que se conoce como los "nuevos rusos", grupos de multimillonarios inéditos que han conseguido su posición con robos a plena luz y en veloz complicidad con las antiguas estructuras del comunismo. ¿El comunismo? Lo mejor que tenía el comunismo real no era el disfrute real de las riquezas sino el goce fatal de la igualdad.

En todo momento, cuando se miden los niveles de felicidad en el mundo no es insólito que naciones tan misérrimas como Niger se encuentren ocupando los primeros puestos. La desdicha, el malestar, la depresión son más comunes en países capitalistas avanzados y neoliberales que en los que apenas viven con ocho o diez dólares diarios. El secreto reside en que echando la vista alrededor aquellos que tienen poco no advierten que otros se valen de ellos para tener mucho. La desigualdad es un pilar de la infelicidad. Y de la infelicidad a todos los niveles de estatus laboral y profesional.

En Estados Unidos, donde los habitantes  de las suburban city no tienen demasiada ocasión de contrastar sus grados de satisfacción doméstica y personal, unos a otros se miden por los bienes que poseen. La mayor frustración, en consecuencia, del ejecutivo que no cesa de conceder horas y más horas de trabajo a su empresa, y negarlas por tanto a tratar con su pareja y sus hijos, es comprobar que, pese a ello, el 4×4 del vecino es un X5 cuando sus ingresos no les han permitido pasar de un Chevrolet. Justamente esta frustración, repetida una y otra vez, está conduciendo a un creciente desapego productivo de los empleados  más valiosos. Es decir de aquellos más capaces de reflexionar de manera crítica y de imaginar otra clase de vida.

Llegar a la revelación de que la carrera por ganar más que el otro, sin importar cuánto se gane, aboca a perder la respiración y la ilusión. Por el contrario, la evidencia de que se posee lo suficiente o lo que socialmente se considera común, devuelve la salud o la calma. Tantos delitos en los países más adelantados económicamente se relaciona  con este factor de la desigualdad,  más todavía en las grandes ciudades, en escaparates tan fulgentes como ominosos al estilo del actual Moscú, donde mientras los "nuevos rusos" compran en las caras tiendas de Prada o se alojan en los mejores Kempisky del mundo, los antiguos rusos, herederos de los sujetos proletarios de la Revolución, necesitan abastecerse en los abigarrados mercadillos donde es incluso posible adquirir billetes del metro por la mitad de precio, gracias a las martingalas de los subfuncionarios.

¿Ser pobre? Nadie es más pobre, dicen los chinos, que quien no sigue el consejo de no aspirar a mucho. "En la vida -me decía un elegante acupuntor que ejerce en una esquina de Martínez Campos en Madrid- no hay que tener mucho ni poco, solo algo". Y ese "algo" efectivamente cura, apacigua y solaza si representa, respecto a su entorno, la dosis justa. La injusticia mata. La injusticia, la inequidad, la desigualdad son instrumentos de tortura.

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Vicente Verdú

Vicente Verdú, nació en Elche en 1942 y murió en Madrid en 2018. Escritor y periodista, se doctoró en Ciencias Sociales por la Universidad de la Sorbona y fue miembro de la Fundación Nieman de la Universidad de Harvard. Escribía regularmente en el El País, diario en el que ocupó los puestos de jefe de Opinión y jefe de Cultura. Entre sus libros se encuentran: Noviazgo y matrimonio en la burguesía española, El fútbol, mitos, ritos y símbolos, El éxito y el fracaso, Nuevos amores, nuevas familias, China superstar, Emociones y Señoras y señores (Premio Espasa de Ensayo). En Anagrama, donde se editó en 1971 su primer libro, Si Usted no hace regalos le asesinarán, se han publicado también los volúmenes de cuentos Héroes y vecinos y Cuentos de matrimonios y los ensayos Días sin fumar (finalista del premio Anagrama de Ensayo 1988) y El planeta americano, con el que obtuvo el Premio Anagrama de Ensayo en 1996. Además ha publicado El estilo del mundo. La vida en el capitalismo de ficción (Anagrama, 2003), Yo y tú, objetos de lujo (Debate, 2005), No Ficción (Anagrama, 2008), Passé Composé (Alfaguara, 2008), El capitalismo funeral (Anagrama, 2009) y Apocalipsis Now (Península, 2009). Sus libros más reciente son Enseres domésticos (Anagrama, 2014) y Apocalipsis Now (Península, 2012).En sus últimos años se dedicó a la poesía y a la pintura.

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