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La silla

Por 4 de enero de 2010 Sin comentarios

Eder. Óleo de Irene Gracia

Vicente Verdú

El mueble más inmediato y sencillo, el primer eslabón en el sistema del mobiliario doméstico es la silla. Otras figuras del mobiliario podrían escogerse como ejemplo de sencillez pero ninguno lo es tanto en intención, concepción y elocuencia.

 El banco o el taburete son todavía más simples pero se diría que pertenecen todavía a un tiempo primitivo, casi animal, y de hecho, ambos encuentran una fácil connotación con el pesebre, el pretil o el escabel para ordeñar el ganado. La silla, sin embargo, mercede a su respaldo, es ya algo humano.

Una fabricación pensada, aún esquemáticamente, con el pensamiento humano, tanto que, a  la manera de los pictogramas  designa por anticipado su función práctica. Todos entienden con facilidad su referencia a un uso determinado y de hecho, su dibujo crea una dialéctica  exacta, desde el boceto a la cosa y de la cosa al trazo.

 Sin desdeñar el amplísimo surtido de sillas diferentes dentro tanto de la simplicidad como de la retórica, el hecho viene a ser que acaso ningún arquitecto llega a sentirse del todo completo, sea Le Courbusier, Miess, Siza o Moneo, sin haber pergeñado una silla con su nombre. El arquitecto consigue así desarrollar no sólo su particular concepción del espacio puro sino, además, su concepción respecto a la confortabilidad de su habitáculo.

 En la Edad Media apenas había muebles en las habitaciones y de ahí que el espacio desnudo cumpliera las veces no sólo de refugio indiscriminado sino de ámbito diferencial según los mundos que deseara crear y los estados de ánimo que pretendía suscitar en ellos producir. Las iglesias, los conventos, los dormitorios, los oratorios, las lonjas, se autonombraban a través de la inspiración  que hablaba en su seno.

 Los muebles, después, han  venido a ser quines califican una y otra habitación con una fuerza – a veces torpe, a menudo burda- que, en ocasiones, perturba la calidad intrínseca al  espacio básico. Un buen arquitecto es aquél que aúna la espacialidad a sus contenidos pero siempre el promotor le permite llevar a cabo la labor completa. Cuando se lo autorizan, sin embargo, el diseño de muebles, armonizados en su espacio,  viene a ser la obra íntegra.

Pero no faltan sino que abundan los ejemplos de excelentes  interiores perjudicados y hasta estragados por la presencia de muebles horrísonos o, al cabo, inapropiados.  Podría así decirse que los muebles son los primeros habitantes de ese inmueble y así como es común que los ocupantes de una vivienda la estropeen con una mala decoración o un mal uso, los  muebles sin tino invadiendo los cuartos torturan o malbaratan a su contenedor y establecen al cabo una atormentada pugna que desestabiliza el ambiente. y su destino.

 Muebles incómodos para ese espacio al margen de la máxima confortabilidad que posean por sí mismos para ser expuestos y admirados.

La silla sería la primera letra en la secuencia semiótica del mobiliario. Es como una letra inicial que llama hacia un estar en el lugar, el primer punto que invita a permanecer un tiempo en ese concreto espacio. "Dar silla a alguien" es invitar a otra persona a sentarse ante quien lo desea aunque otra manera de dar silla más o menos duradera es procurarle la postura yerta mediante  la silla eléctrica. La palabra silla procede del latín sella, asiento, y hay tantas sillas como las que discurren en una sucesión casi infinita desde la silla de enea a la silla a la silla de montar y desde la silla gestatoria a la silla de ruedas.

La mayor parte de los hogares se definen por los muebles escogidos y muy especialmente por las sillas que se disponen alrededor de la mesa de comer.  A través de la interpretación que propicia su diseño, el visitante alcanza a ponderar tanto el gusto estético de los amos como acaso el gusto mismo de los platos que se servirán ante ellas. Sillas mullidas o sillas estrictas, sillas desacopladas y sillas que forman un amable juego o una melodía perfecta. Ese comedor, en cuyo aspecto, ha venido interviniendo mucho las mujeres  habla del carácter de ella y hasta de su fisonomía en cuanto persona y en cuanto esposa.

No pocos detalles del mobiliario completarán el perfil de los amos y, obviamente, en una casa abundan las pistas de todo tipo, textuales, textiles, tectónicas, que orientan las conclusiones, pero la silla, excepcionalmente, es una información de gran alcance sobre el carácter integral de un domicilio y el bienestar o el malestar que allí se esconde.

 

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Vicente Verdú

Vicente Verdú, nació en Elche en 1942 y murió en Madrid en 2018. Escritor y periodista, se doctoró en Ciencias Sociales por la Universidad de la Sorbona y fue miembro de la Fundación Nieman de la Universidad de Harvard. Escribía regularmente en el El País, diario en el que ocupó los puestos de jefe de Opinión y jefe de Cultura. Entre sus libros se encuentran: Noviazgo y matrimonio en la burguesía española, El fútbol, mitos, ritos y símbolos, El éxito y el fracaso, Nuevos amores, nuevas familias, China superstar, Emociones y Señoras y señores (Premio Espasa de Ensayo). En Anagrama, donde se editó en 1971 su primer libro, Si Usted no hace regalos le asesinarán, se han publicado también los volúmenes de cuentos Héroes y vecinos y Cuentos de matrimonios y los ensayos Días sin fumar (finalista del premio Anagrama de Ensayo 1988) y El planeta americano, con el que obtuvo el Premio Anagrama de Ensayo en 1996. Además ha publicado El estilo del mundo. La vida en el capitalismo de ficción (Anagrama, 2003), Yo y tú, objetos de lujo (Debate, 2005), No Ficción (Anagrama, 2008), Passé Composé (Alfaguara, 2008), El capitalismo funeral (Anagrama, 2009) y Apocalipsis Now (Península, 2009). Sus libros más reciente son Enseres domésticos (Anagrama, 2014) y Apocalipsis Now (Península, 2012).En sus últimos años se dedicó a la poesía y a la pintura.

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