
Eder. Óleo de Irene Gracia
Javier Rioyo
Emociona visitar la exposición sobre ese "cuerno" republicano y español en el sur de Francia. Conmueve viajar a esa Toulouse forjada por rebeldías democráticas y españolas. Una ciudad que se transformó con las ilusiones de muchos derrotados de la España republicana. Vital, quijotesca, amparadora de miles de españoles que, ni cautivos, ni sometidos, armados con la esperanza de cambiar el futuro, supieron hacer de todos una ciudad que empezó siendo ajena y terminó siendo suya.
Toulouse, tan francesa, es también una patria española. Siempre ha sido una ciudad cercana y abierta. Una de esas ciudades que rompían los tópicos de nuestra separación de Europa por los Pirineos. Pero cuando Toulouse se hace más sanguínea y emocionalmente nuestra es a partir de la primavera del año 39. Después de haber pasado la frontera con los fríos del invierno, de haber soportado la vida de refugiados en campos del sur de Francia, miles de aquellos españoles, conscientes de la imposibilidad del regreso, se reparten por pueblos y ciudades cercanas a la frontera. Quizá con la vaga esperanza de un día poder volver al país que los expulsó.
La vida es dura en aquellos años. Derrotados por los fascistas españoles, tienen que volver a luchar contra el nazismo que viene de Alemania. Francia es también un país secuestrado en sus libertades. Otra guerra contra la barbarie emprenden para supervivir muchos republicanos españoles. Después de años de incertidumbre, de muertos, de penurias, los españoles demócratas se han ganado un lugar en la Francia democrática. Los españoles de Toulouse se integran en la vida cotidiana de una ciudad que está normalizando la vida. Tienen que comenzar una nueva vida. Trabajadores, artesanos, campesinos, algunos licenciados, profesores, tenderos, mujeres que cosen, limpian, sirven o enseñan. Un grupo humano que quiere tener una vida mejor en una ciudad que ya empieza a ser también la suya y un idioma que también será el suyo.
Pasan los años, las décadas, el franquismo sigue en el poder, los españoles de Toulouse viven con las ventajas de la democracia, aunque con el dolor del exilio. Muchos quieren regresar, algunos lo hacen en los años sesenta, no demasiados. España, aquella tierra de la que fueron expulsados, sigue siendo un país sin libertades y sin trabajo. Miles, millones de españoles que tienen que volver a salir al extranjero.
Los españoles del exilio toulesano son un grupo humano que ayuda a la transformación de la ciudad que nunca han dejado de sentir los valores democráticos en los que creyeron. Ya son parte del paisaje humano de una ciudad que no hubiera sido la misma sin la contribución de aquellos derrotados que supieron vencer la batalla del futuro. Toulouse también es española.