
Eder. Óleo de Irene Gracia
Vicente Verdú
Hay pinturas en las que no hay rayas pero las rayas fundan y confunden, despejan y complican, señalan y se esfuman. Todas las rayas trazadas en la pintura desde su alma que es el dibujo o más tarde, cuando el cuadro, ansioso de orden las reclama, son algo más que el armazón de un cuadro. Su función de sustentación o delimitación representa sólo una insignificante parte de su importancia. Ni la composición, cualquiera que sea, acaba con la autonomía de la raya que, si parecer ancilar cuando se reciben las primeras lecciones, pasa después a convertirse, si se quiere, en el factor estético clave. En el vestido, en el peinado, en el tráfico, en la adicción, la raya es el signo supremo de todos los tiempos.