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La lámpara

Por 28 de junio de 2012 Sin comentarios

Eder. Óleo de Irene Gracia

Vicente Verdú

En el barrio de las galerías de arte de París, entre el Sena y Saint Germain des Près vi expuesta en un escaparate la lámpara de sobremesa "Diábolo", del diseñador francés Max Ingrand.

Se trata de una composición en vidrio y latón que combina de manera pecaminosa (diabólica) un grupo vertical de cuatro a seis triángulos tan calculadamente dispuestos que la memoria es impotente para recordar su orden y su concurso  de luz. No posee la fragilidad del cristal sino la vulnerabilidad superior del equilibrio del Mal. La lámpara podría volar o hacerse añicos, mantenerse en pie o desaparecer como una visión inmortal. Y de esto me parece que habla expresamente su presencia. No es la mano ni la mente, ni la mesa de trabajo ni la experiencia del oficio quienes le dan entidad. La entidad o la identidad no procede a estas alturas (fue concebida cerca de 1960)  de paternidad alguna. Existe como sujeto puro más que como objeto elaborado y de ahí procede su temible fascinación. Puede estar y no estar de acuerdo a su capricho puesto que ella entera es caprichosa desde la base al azimut.

Después de varias visitas a la tienda dijeron que había sólo cuatro ejemplares iguales repartidos por el mundo. ¿Todos en Francia? ¿Alguno en las islas Caimán? Al misterio  de la lámpara lo acompañan dos factores más. Uno: que su autor, repetidamente premiado por sus diseños y director por un tiempo de la superfábrica de cristales Saint Gobain, el murió a los 60 años habiendo obtenido, entre otras distinciones, la de oficial de la Legión de Honor. Pero todo esto no es nada en su vida si se tiene en cuenta lo que viene después de ella. La lámpara, que medirá unos treinta y tantos  centímetros,  no está hecha con materiales nobles ni seminobles. Y posee, sin embargo, el honor de ser inasequible para el 95% de la humanidad. En esa tienda, Jacques Lacoste, en el número 12 de la rue de Seine la venden por  60.000 euros. Es el precio de su única unidad localizable. La unidad es pues así la santísima condensación del deseo y la síntesis extrema de la maldita belleza. Una síntesis tan particular, que su estética bien podría significar el alma oculta del autor y su martirio. O bien, llevando el precio carísimo a la máxima estima, el artículo sería una molécula del mismísimo diablo reproduciendo su amor.

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Vicente Verdú

Vicente Verdú, nació en Elche en 1942 y murió en Madrid en 2018. Escritor y periodista, se doctoró en Ciencias Sociales por la Universidad de la Sorbona y fue miembro de la Fundación Nieman de la Universidad de Harvard. Escribía regularmente en el El País, diario en el que ocupó los puestos de jefe de Opinión y jefe de Cultura. Entre sus libros se encuentran: Noviazgo y matrimonio en la burguesía española, El fútbol, mitos, ritos y símbolos, El éxito y el fracaso, Nuevos amores, nuevas familias, China superstar, Emociones y Señoras y señores (Premio Espasa de Ensayo). En Anagrama, donde se editó en 1971 su primer libro, Si Usted no hace regalos le asesinarán, se han publicado también los volúmenes de cuentos Héroes y vecinos y Cuentos de matrimonios y los ensayos Días sin fumar (finalista del premio Anagrama de Ensayo 1988) y El planeta americano, con el que obtuvo el Premio Anagrama de Ensayo en 1996. Además ha publicado El estilo del mundo. La vida en el capitalismo de ficción (Anagrama, 2003), Yo y tú, objetos de lujo (Debate, 2005), No Ficción (Anagrama, 2008), Passé Composé (Alfaguara, 2008), El capitalismo funeral (Anagrama, 2009) y Apocalipsis Now (Península, 2009). Sus libros más reciente son Enseres domésticos (Anagrama, 2014) y Apocalipsis Now (Península, 2012).En sus últimos años se dedicó a la poesía y a la pintura.

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