
Eder. Óleo de Irene Gracia
Vicente Verdú
De la misma manera que el keynesianismo es hoy el brazo mecánico del economicismo, las soluciones marxistas o neomarxistas, son los reflejos mecánicos de la izquierda. Pero ¿de qué ideas puede valerse la izquierda? La izquierda se halla prácticamente desaparecida en Europa y sólo se manifiesta a espasmos que recuerdan las burbujas de una ebullición recalentada. Tampoco la salud de la izquierda en Latinoamérica es capaz de sanar nada. Más bien el delirio se ha apoderado de las mentes de sus líderes y entonan grotescamente las malas canciones de tiempos pretéritos. La izquierda ha caído en el abismo del fin de una época y sus esfuerzos por salvar el vacío la dejan colgando patéticamente del recuerdo. La política progresista o como quiera que en adelante se denomine al movimiento que batalle contra la injusticia, la desigualdad, la corrupción y la falta de libertades aparecerá indefectiblemente de la participación directa y efectiva de los ciudadanos en una medida tan patente y eficaz que hará fácil observar las actuales votaciones como patéticos ejercicios de simulación, martingalas para que el poder ose declararse legítimo merced a esos rituales. Ningún partido político posee un proyecto a la manera de la vieja izquierda, pertrechada de ideología, de metas, de modelo social y productivo. La regla general de los partidos viene a ser la misma y converge en la mayor o menor capacidad para ganar en la liza de las campañas donde las ofertas son semejantes y ante todo decide la calidad del marketing. Pero de la misma manera que una nueva sociedad va naciendo de la creatividad de los muchos presentes en la red, la nueva política se hilvanará con las voces múltiples e independientes de los internautas siendo ya todos, al cabo, internautas nativos o de adopción, ciudadanos de una realidad hasta ahora desconocida y en marcha.