Vicente Verdú
El Real Madrid ha vuelto a ser proclamado el club de fútbol más rico del mundo. Obtiene este puesto en estos últimos años en que justamente no ha ganado ningún título. ¿Gana más dinero cuando menos victorias logra?
La ecuación no responde sino a la lógica de la perversión. Lo decisivo se encuentra en lo que no se ve, ¿cuenta lo que no se cuenta?
De la misma manera que tendemos a improvisar sin referencias a una edad, el Real Madrid se consagra como fantasma. Es tanto más famoso cuanto más desaparece como entidad futbolística. Es tanto más relevante cuando es menos Real.
Su caso se alza como un paradigma de la nueva realidad. La multiplicación del mito (o la leyenda, según dice el club) del Real Madrid nunca ha sido mayor que cuando ha confiado su grandeza a los profesionales de la marca. No habrían podido conseguirlo sin que un equipo jugara al fútbol pero, como demuestran los hechos, el encantamiento requería no la verdad del juego o los resultados sino su sustitución por el fantasma. Nada llega más lejos que la imaginación y nada la frena más en seco que la exactitud de lo verdadero. La holgura entre verdad y ficción coincide con el territorio del marketing.