Vicente Verdú
El asunto número uno en las preocupaciones de los españoles ha dejado de ser el terrorismo o el asunto del desempleo. En la cima de las amenazas aparece hoy la emigración.
Los españoles no han seguido una actitud escandalizada ante la llegada de emigrantes que, con inesperada velocidad, hallaron los espacios laborales necesarios para integrarse y crear un nuevo paisaje humano en las ciudades o en las zonas rurales de España. El temor a ser desplazados en el trabajo se ha desvanecido ante la evidencia de que las faenas desempeñadas por los inmigrados completaban el crecimiento económico y no trababan, de hecho, el mercado laboral. El problema, sin embargo, se ha enconado cuando, parte de los emigrantes no se dirigen a buscar un salario sino un botín y con mayor frecuencia y daños a las personas.
La actualidad española se llena hoy de bandas organizadas venidas de fuera que asaltan casas y chalets, torturan y desvalijan a sus ocupantes en sucesivas ediciones de secuestro-exprés importadas de otras realidades. Pero especialmente no de Latinoamérica, de Argentina o de Colombia, sino de los países del este, segregados de la antigua URSS o de la vieja Yugoslavia.
El prurito de lo políticamente correcto ha silenciado hasta ahora la nacionalidad de los agresores pero ahora ha comenzado a identificarse y, con ello, a separar la función, que desempeñan los ecuatorianos, bolivianos o colombianos asistiendo a gentes mayores, niños o enfermos, los trabajos que cumplen con exornada actitud los argentinos y los oficios simples que desarrollan con abnegación los subsaharianos o norteafricanos. Las asechanzas sobre la seguridad ciudadana provienen ampliamente de organizaciones delictivas especialmente adiestradas en la crueldad, efecto acaso de situaciones en las que fue preciso deshumanizarse para seguir manteniendo parte de la condición humana.
¿Solución? Lo peor de la solución que se está insinuando –y practicando- es el recurso a la defensa privada para suplir los defectos de la policía. ¿Sucederá ahora que se empleará en las compañías de seguridad a los emigrantes buenos contra los malvados? ¿Que asistiremos, sobre el atemorizado escenario del desarrollo, a la lucha entre gladiadores gratuitos y de pago? ¿Aparecerá una guerra hasta ahora inédita entre representantes del tercer mundo para proteger y favorecer in situ la paz del primero?