Vicente Verdú
La curación de mis males de estómago, me decía -hace tiempo- el doctor Lang, no vendrá de una operación quirúrgica con o sin laparoscopia, sino de una operación que se dirija directamente al núcleo de la vida. Allí donde se anida el yo y maneja los resortes por los que sufre el individuo, se pervierte o se droga de errores repetidos. Si alguien se operara del estómago y sólo del estómago, la enfermedad reaparecería. Volvería a presentarse como una escalofriante reaparición del rostro extirpado. Porque el yo no se encuentra físicamente en el estómago. Sólo se proyecta como una idea allí y, por ejemplo, en la intangible figuración del píloro.