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EL VERANEO Y LA REVOLUCIÓN

Por 27 de julio de 2006 Sin comentarios

Vicente Verdú

Este fin de semana partirán de Madrid, de París, de Londres, de Berlín o de Roma, millones de trabajadores y empleados para disfrutar sus vacaciones. El Frente Popular francés inauguró en los años treinta del siglo XX la conquista de las vacaciones pagadas y desde entonces, salvada la segunda guerra mundial y otras guerras, los obreros se sacaron el mono, como en un rito de liberación, durante los veinte o treinta días continuados en los estíos. El verano, la vacación y la liberación se juntaron como cercanas categorías simbólicas en la cultura del capitalismo industrial.

¿Qué sucede ahora con la sociedad del conocimiento y el capitalismo de ficción? Poco más o menos que quienes veranean según el concepto tradicional son cada vez menos y llegarán a ser sólo los miembros de una pequeñísima elite. Los obreros industriales siguen repitiendo la procesión del veraneo cada vez con más oportunidades de traslado puesto que en España, en virtud de la residencia secundaria, se ha llegado a la media nacional de una casa por cada dos habitantes y los viajes valen cada vez menos.

No es necesario hablar de la exigua calidad y peores condición de esas segundas residencias reducidas con frecuencia a la menesterosidad de una construcción indigna y un emplazamiento de vertedero. Con todo, el ejército obrero industrial cambia el sudor de la factoría por las infernales penalidades de la convivencia familiar en los entornos de la playa tórrida. Los campesinos, de su parte, no cambian, en general, prácticamente nada. Su conspicua idea de la tierra sigue decidiendo que su puesto natural se encuentra allí, en el predio donde nació y del que se nutre, trabajo y ocio se entrecruzan en su secular dedicación del mismo modo que paradójicamente está ocurriendo con el más reciente escalón del quehacer productivo.

¿Los nuevos empleos? Douglas Coupland empezó sus novelas reportaje con Microsiervos donde recogía su experiencia de algunos meses dentro de la empresa Microsoft, emblema de la sociedad del conocimiento y de la nueva etapa del capitalismo de ficción (véase El estilo del mundo. Anagrama, 2003)

¿Vacaciones para los microsiervos? El concepto huele en Estados Unidos a rancio y correspondiente a un tiempo donde todavía se aludía a la explotación y la revolución. Hoy la vacación entre los jóvenes empleados norteamericanos se ha desvanecido en las jornadas semanales de casi 60 horas y hasta dos o tres años continuados sin fines de semana ni salidas de excursión netamente extralaboral.

El tiempo de ocio se ha mezclado con el trabajo y viceversa. Se vive sin contraponer la parcela personal a la laboral puesto que la laboral ha llegado hasta las cenas de amigos y matrimonios, la presencia del portátil y el móvil empresarial en cualquier momento del día o del año, del descanso o del viaje.

Pero ¿cómo liberarse de esta esfera absoluta? No ya batallando sindicalmente al modo rotundo del Frente Popular y reivindicando mayor periodo de asueto como pretendió la fracasada semana francesa de 35 horas. El asueto se ha disuelto silenciosamente y en su lugar va creciendo una forma de vida que no será definida propiamente como laboral sino sospechosamente “integral”.

Reclamar, por tanto, mayor calidad de vida no será otra cosa que demandar redundantemente mayor calidad de vida lo que supone, indispensablemente, incorporar los periodos de maternidad, de paternidad, de entretenimiento, de diversión, de curación o de soledad en el contrato general de producción social.

No seremos trabajadores en un momento y veraneantes después. Ni seremos dependientes unos días y otros no. El objetivo a conquistar por el trabajador en la sociedad del conocimiento es hacer valer su imperio sobre los medios de producción, la propiedad de su herramienta decisiva que es el saber y, a partir de esa fuerza determinar la organización, sus ritmos, sus circunstancias, sus necesidades de amor, de creación, de innovación, como base del beneficio para todos. ¿Reaparición de una utopía? Efectivamente. ¿No nos quejábamos de su insoportable ausencia?

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Vicente Verdú

Vicente Verdú, nació en Elche en 1942 y murió en Madrid en 2018. Escritor y periodista, se doctoró en Ciencias Sociales por la Universidad de la Sorbona y fue miembro de la Fundación Nieman de la Universidad de Harvard. Escribía regularmente en el El País, diario en el que ocupó los puestos de jefe de Opinión y jefe de Cultura. Entre sus libros se encuentran: Noviazgo y matrimonio en la burguesía española, El fútbol, mitos, ritos y símbolos, El éxito y el fracaso, Nuevos amores, nuevas familias, China superstar, Emociones y Señoras y señores (Premio Espasa de Ensayo). En Anagrama, donde se editó en 1971 su primer libro, Si Usted no hace regalos le asesinarán, se han publicado también los volúmenes de cuentos Héroes y vecinos y Cuentos de matrimonios y los ensayos Días sin fumar (finalista del premio Anagrama de Ensayo 1988) y El planeta americano, con el que obtuvo el Premio Anagrama de Ensayo en 1996. Además ha publicado El estilo del mundo. La vida en el capitalismo de ficción (Anagrama, 2003), Yo y tú, objetos de lujo (Debate, 2005), No Ficción (Anagrama, 2008), Passé Composé (Alfaguara, 2008), El capitalismo funeral (Anagrama, 2009) y Apocalipsis Now (Península, 2009). Sus libros más reciente son Enseres domésticos (Anagrama, 2014) y Apocalipsis Now (Península, 2012).En sus últimos años se dedicó a la poesía y a la pintura.

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