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EL TIEMPO, EL AGUA, EL SILENCIO

Por 8 de junio de 2006 Sin comentarios

Vicente Verdú

Si es cierto que la edad no proporciona enseñanzas decisivas puesto que llegan a destiempo, sí contribuye con su mismo desarrollo a comprender el íntimo efecto del tiempo o del silencio. El tiempo y el silencio forman los dos grandes legados de la edad y se confunden en uno solo tras descubrir, pasado el tiempo, que la sustancia de ambos es la espera.

Con el silencio nos procuramos una holgura adicional que propicia la higiene y salud de las peores tesituras. El silencio actúa allí como una holganza sobre el accidentado artefacto del tiempo y como una efectiva ampliación del calibre por el que sobrevienen las cargas más gruesas o conflictivas. El silencio que introduce un hiato, la espera que detiene la prisa, crean un vestíbulo, siendo este -inversamente- el ámbito del silencio y de la espera. Gracias a ese nuevo zaguán los efectos más vivos se demoran, reducen su velocidad y definitivamente se vuelven más holgazanes. Esta holgazanería, como los reposos en las convalecencias, contribuye a la paz y a la cura.

El tiempo tiende a destruir, a matar sin tregua y a transformar la materia en memoria pura.
No es posible detener el tiempo cronológico pero sí volverlo arborescente, entretenerlo, amortiguar su violencia mediante el intermedio del vestíbulo o la espera.

La espera es el silencio. O, al revés: el silencio inaugura un hecho puro donde la realidad se asombra y, por un momento, al vacilar, no prosigue su impulso trazado. No mantiene su impulso motorizado por el tiempo que se acelera tanto más cuanto más se le atiende y tanto menos cuando la tensión se transforma en lasitud, la impaciencia en espera.

Los budistas hablan del tiempo como del agua, y al revés. El agua se abre paso entre los escollos y las presas gracias a una potencia muy muda. Silenciosa.

Mediante el poder del silencio el agua se filtra, desgasta el obstáculo, lo sortea. Siempre triunfa el profundo silencio del agua para dejar al cabo cada elemento en su valor preciso. El agua pulsa y certifica la resistencia de los materiales, descubre las fisuras invisibles, muestra al fin la auténtica naturaleza de la materia, su estructura fundamental, su calavera. El agua conduce a la muerte como lo hace paralelamente el tiempo. Y el tiempo, como el agua, se despliegan indefectiblemente gracias a la extrema potencia del silencio. El silencio o el tiempo son la base de la muerte o la persistencia, y gracias a conocer esta clave podemos aspirar a tratar con ellos. El silencio dispone la posición de cada cual como el agua la posición de la geofísica. Igualmente la acción perezosa del tiempo, sin ser acuciado, sin ser juzgado, conduce a la reordenación del mundo, al orden estructural de la materia.

Existe, en la experiencia de la edad, la edad del tiempo. Nosotros y él nos unimos al cabo como el agua se une al agua al finalizar su laberinto. En ese momento y coincidiendo con su mezcla completa, la disolución absoluta, reina dichosamente el silencio.

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Vicente Verdú

Vicente Verdú, nació en Elche en 1942 y murió en Madrid en 2018. Escritor y periodista, se doctoró en Ciencias Sociales por la Universidad de la Sorbona y fue miembro de la Fundación Nieman de la Universidad de Harvard. Escribía regularmente en el El País, diario en el que ocupó los puestos de jefe de Opinión y jefe de Cultura. Entre sus libros se encuentran: Noviazgo y matrimonio en la burguesía española, El fútbol, mitos, ritos y símbolos, El éxito y el fracaso, Nuevos amores, nuevas familias, China superstar, Emociones y Señoras y señores (Premio Espasa de Ensayo). En Anagrama, donde se editó en 1971 su primer libro, Si Usted no hace regalos le asesinarán, se han publicado también los volúmenes de cuentos Héroes y vecinos y Cuentos de matrimonios y los ensayos Días sin fumar (finalista del premio Anagrama de Ensayo 1988) y El planeta americano, con el que obtuvo el Premio Anagrama de Ensayo en 1996. Además ha publicado El estilo del mundo. La vida en el capitalismo de ficción (Anagrama, 2003), Yo y tú, objetos de lujo (Debate, 2005), No Ficción (Anagrama, 2008), Passé Composé (Alfaguara, 2008), El capitalismo funeral (Anagrama, 2009) y Apocalipsis Now (Península, 2009). Sus libros más reciente son Enseres domésticos (Anagrama, 2014) y Apocalipsis Now (Península, 2012).En sus últimos años se dedicó a la poesía y a la pintura.

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