Vicente Verdú
Me parece que es Ortega quien dice que en España no han sido nunca los líderes u hombres insignes quienes han protagonizado nuestra historia sino el pueblo llano. El pueblo que conquista América, el pueblo que se alza contra la invasión francesa o el pueblo que decide la llegada de la segunda República. También es el pueblo quien determina la dirección de este país mientras los políticos ponen rumbo hacia otra –o ninguna- parte.
La actualidad es un refrendo de esta teoría orteguiana. Los representantes de cada partido claman o braman, las banderías autonómicas dividen a unos y otros, los directores de periódicos bogan hacia una u otra radicalidad, mientras el gentío hace su vida de espaldas a estas reyertas. Sucede como cuando se perdió Cuba, que mientras literatos y próceres pregonaban el desastre, los madrileños, como si tal cosa, llenaban las plazas de toros.
Durante el franquismo se repetía mucho que la promoción del fútbol buscaba enajenar las conciencias cegando la atención hacia las cuestiones políticas. Ahora viene a suceder lo mismo pero al revés: las cuestiones políticas agostan de tal modo la conciencia de los ciudadanos que estos se interesan cada vez más por el fútbol.
Puede concluirse que la política cada vez interesa menos pero además se hace muy fácil comprender el porqué. En las reiteraciones de los discursos del gobierno y la oposición, en la improductividad de sus debates, en el desgaste de tiempo y esfuerzos, en la ampliación de las corruptelas y corrupciones, en las mentiras, las farsas, las falsas alianzas, se desarrolla un argumento de tan bajo interés que la clientela se achica día a día.
¿Quién dirige el sentido de la nación? Efectivamente no el sinsentido de los combates parlamentarios o extraparlamentarios.