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EL IMPERIO DEL RESULTADO

Por 16 de junio de 2006 Sin comentarios

Vicente Verdú

El hecho es el rey absoluto de la creación. Parecerá que el hecho pertenece al orden de lo vulgar mientras el pensamiento a un ámbito elevado, pero uno y otros pierden sus respectivos grados cuando sobreviene el  fait accompli.

Todo el mundo aficionado coincide, por ejemplo, en que los recursos de la selección española de fútbol son tan limitados como para no permitir ilusionarse con ella. Sin, embargo, un solo partido concluido frente a Ucrania, un resultado fáctico, cambia por completo la percepción de los factores.

¿La guerra de Irak? ¿La Guerra Civil? ¿La Guerra de Secesión? Cada una de estas batallas, repletas de fuerzas físicas y mentales, de economías, logísticas, tesis, armas y estrategias, exponen con su resultado la  razón verdadera, antes torcida o velada.

¿Los hechos tienen siempre razón? Parecería suicida aceptarlo y, sin embargo, una vez que el suceso aterriza la realidad entera, mental o no, se consterna para adquirir formas nuevas.

Ocurre así también con los cuentos o las novelas. El libro significa esto o lo otro de acuerdo con el final que, en este caso, desempeña la función del  hecho cumplido. La narración danza  hacia un futuro desenlace que, al materializarse, se iza como la referencia capital, cenital.

Desde esa cima se otea del pasado y se reestructura de manera que haga coherente su coronación. En ese proceso han de forzarse las interpretaciones previas y anularse determinados pronósticos, se disuelven pistas  y se reconduce, en fin, el pensamiento para que el interior de su reflexión venga a coincidir con el corazón del hecho. 

De esta manera, en general, muy lejos de conocer nuestra historia es la historia la que se encarga de reconocernos mucho después. Este bucle tan repetido como mirar la hora del reloj va rizando el sentido de nuestras vidas. ¿Somos buenos o malos como selección nacional? Sólo los hechos lo dirán. Lo dirán más allá de los  incontables análisis anteriores al campeonato, desarrollados en el territorio de la observación, la investigación o la reflexión. Todas ellas se apagan ante la deslumbradora luz de los hechos y, en consecuencia, son ellos quienes nos aleccionan sobre el menguado efecto de nuestra intervención. ¿Deberíamos renunciar a la acción por delicada  que sea? ¿Deberíamos entregarnos a la facticidad, a la fatalidad? Realmente es lo que, sin declarar, venimos haciendo pero nos comportamos, sin embargo, como si no fuera así. Vivimos como si los acontecimientos sin pies ni cabeza fueran del todo inválidos y nosotros los fautores.

De esta creencia se obtiene una sensación de tranquilidad vital que entona  nuestra estima. La autoestima de suponernos libres y eficaces. Porque de la fatalidad, de la ley fáctica, se deduce, por el contrario, la condición de subordinados y condenados.

¿Rechazaremos por tanto la dictadura del hecho para salvarnos? Paradójicamente no. Gracias a su imperio incontrolable, gracias al azar que lo ceba, se alienta  la mayor esperanza de nuestras vidas.  El azar contribuye a la sinrazón del mundo tanto como a la fe en el porvenir del mundo. Algo llegará a pasar que no prevemos ni  somos capaces de ponderar.  En su explosión inesperada estallará el milagro: la máxima compensación feliz a la tan predecible repetición de la desdicha.

¿Ganará España el campeonato? ¿Argentina? ¿Costa de Marfil? ¿Australia? No todo parece igualmente probable pero sí cualquier resultado es posible. El hecho acaece y manda, desintegra la razón, hunde el cálculo. En ese espacio inaugural, incontestable,  fulge la contundencia del resultado.

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Vicente Verdú

Vicente Verdú, nació en Elche en 1942 y murió en Madrid en 2018. Escritor y periodista, se doctoró en Ciencias Sociales por la Universidad de la Sorbona y fue miembro de la Fundación Nieman de la Universidad de Harvard. Escribía regularmente en el El País, diario en el que ocupó los puestos de jefe de Opinión y jefe de Cultura. Entre sus libros se encuentran: Noviazgo y matrimonio en la burguesía española, El fútbol, mitos, ritos y símbolos, El éxito y el fracaso, Nuevos amores, nuevas familias, China superstar, Emociones y Señoras y señores (Premio Espasa de Ensayo). En Anagrama, donde se editó en 1971 su primer libro, Si Usted no hace regalos le asesinarán, se han publicado también los volúmenes de cuentos Héroes y vecinos y Cuentos de matrimonios y los ensayos Días sin fumar (finalista del premio Anagrama de Ensayo 1988) y El planeta americano, con el que obtuvo el Premio Anagrama de Ensayo en 1996. Además ha publicado El estilo del mundo. La vida en el capitalismo de ficción (Anagrama, 2003), Yo y tú, objetos de lujo (Debate, 2005), No Ficción (Anagrama, 2008), Passé Composé (Alfaguara, 2008), El capitalismo funeral (Anagrama, 2009) y Apocalipsis Now (Península, 2009). Sus libros más reciente son Enseres domésticos (Anagrama, 2014) y Apocalipsis Now (Península, 2012).En sus últimos años se dedicó a la poesía y a la pintura.

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