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Novias imaginarias

Por 16 de junio de 2006 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

“Las chicas son reales. Las relaciones, no.” Ese es el lema del servicio “Novias imaginarias”, que se ofrece en este site. El producto es una novia a distancia. Puedes escribirle, puedes recibir mails de ella, fotos y mensajes telefónicos. Puedes presumir de ella con tus amigos y tendrás pruebas de tu relación, incluso fotografías en ropa interior. Pero no puedes tocarla. No es una prostituta: es tu chica instantánea, a medida y por pedido.

¿Que por qué querrías una de ellas? Según la publicidad, es posible que estés harto de que tu familia y amigos te presionen para tener una pareja. O quizá quieres poner celosa a esa persona tan especial. O simplemente, a todo el mundo le gusta recibir cartitas de amor, manuscritas y perfumadas, quizá acompañadas por una coqueta prenda de lencería rosa. ¿Por qué no?

Las chicas propuestas, huelga decirlo, no tienen pinta de bombas sexuales. De hecho, las condiciones del contrato prohíben cualquier referencia a fantasías vinculadas con la violación, el sexo con menores, el bestialismo y los deportes acuáticos (?). Si quieres eso, búscate una línea caliente. Estas chicas tienen un aire simpático y natural que las hace verosímiles, y su trabajo es enviarte mensajitos al teléfono móvil, mails y fotos contándote su vida y diciendo cuánto te echan de menos y lo duro que es llevar su amor a lo lejos.

Tú también les puedes escribir, pero nada de pedirles cosas raras ni de preguntar su verdadero nombre o lugar de residencia. Y tras un plazo de dos meses, tienes que terminar con ella. Puedes aducir la razón que te dé la gana. Entre las habituales están “creo que debemos darnos un tiempo”, “las relaciones a distancia son muy difíciles” y “eres demasiado buena para mí”. Por contrato, ella te enviará una última carta suplicándote que no la abandones. Entonces puedes retomarla o buscarte otra. Todas cuestan entre $45 y $60.

En el catálogo de Imaginary girlfriends hay de todo, pero nada especialmente bizarro. Todas son tan anodinas como la gente real. Por ejemplo, está la neoyorquina Anna Johnson, 24 años, administradora de una empresa de computadoras, amante de la música y los conciertos. Te ofrece cartas de amor “traviesas” pero también conversaciones amistosas. Pelo bonito. Ojos negros. Si te va más el rollo intelectual, quizá prefieras a Roxy, 20 años, Los Ángeles. Roxy lee mucho y quiere ser escritora, pero también sabe ser espontánea: le gusta trepar cercas, bucear, improvisar viajes en coche y dormir bajo las estrellas. Ofrece aparte de los mensajes digitales una carta manuscrita semanal y un regalo, quizá un anillo, por el paquete de dos meses. Para los que prefieren el sexo duro, Kristin (18) manda sus pantimedias con la primera carta, te deja mensajes constantes en la grabadora del teléfono y te ofrece mensajes de amor/lujuria, pero no puedes llamarla por teléfono.

Esta es la parte que se muestra a los clientes. Pero la página web también tiene un apartado para reclutar chicas que quieran ser novias imaginarias. Si tienes más de 18 años, puedes enviar tus fotos, y no tienen que ser de estudio. Al contrario, se valora especialmente el aspecto amateur, de ser posible, con sobreexposiciones o desenfoques que garanticen la espontaneidad de la toma. De todos modos, eso es lo peor pagado: $1 por imagen y $3 si cedes los derechos exclusivos.

El trabajo con verdadera demanda es el de escritora: la empresa necesita chicas dispuestas y capaces de escribir las cartas, los mensajes y grabar las llamadas. Deben ser creativas y adaptables, para ajustarse mejor a las necesidades emocionales de sus clientes. Su aspecto físico no importa y su privacidad está garantizada. Pueden ganar hasta $100 por su personaje, si suficientes clientes la escogen.

Imaginary girlfriends es un servicio para quien está solo y además necesita fingir que no lo está. Es la industria de la fantasía enlatada. Su éxito refleja una sociedad en que la soledad se ha convertido en un bien de consumo.

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