Vicente Verdú
La superficie de agosto es melosa, afectada de calor, en el primer punto de la producción de la carne o de la fruta maduras y las cigarras se convierten en mitad abejas, mitad moscas de una epidemia que ha comenzado a depositarse sobre el frutal y cooperará a su descomposición inexorable a lo largo de los treinta días. Treinta días que nunca parecen efectivamente treinta o bien se presentan de una manera obsesivamente esférica y no lineal con lo cual no parecen poseer fin ni secuencia ni cabeza. Agosto discurre aparentemente como los otros tiempos, consumiendo día a día, gota a gota de cada ración diaria, pero en su concepción esencial, agosto es inagotable. Inagotable porque él mismo es el agotamiento, el agostamiento del tiempo.