Sergio Ramírez
Uno imagina que entre los negocios ilícitos que afligen al continente americano, el narcotráfico tiene una corona indisputable. Pero no. El negocio de los polleros le pisa los talones. Y sino saben este nombre, apréndanlo: los polleros son quienes manejan las redes del tráfico de indocumentados que buscan traspasar la frontera de México con los Estados Unidos, y sus ingresos se calculan en 10 mil millones de dólares al año, según un equipo de investigación de la Universidad Autónoma Metropolitana de México.
Los negocios que siguen en rentabilidad al de los polleros son la explotación sexual y la pornografía infantil, que tienen también sus reinos en las poblaciones fronterizas al norte y al sur de México, pues en la frontera con Guatemala bulle también una intensa actividad delictiva relacionada con el tráfico de inmigrantes ilegales.
Los polleros se hallan organizados en unos 120 grupos, que pertenecen a carteles internacionales que se ocupan de todo el proceso, desde captar al candidato a ser trasegado en su país de origen, hasta ponerlo al otro lado de la frontera, en territorio de Estados Unidos.
Pero no hay ninguna lealtad con el cliente. En muchos casos los emigrantes son abandonados a su propia suerte, al atravesar el río Grande, o en media travesía del desierto, o los dejan hacinados en vagones de ferrocarril y en contenedores de furgones, ya cobrado el precio del viaje clandestino.