
Sergio Ramírez
Al pasar de los años, las formas de poder han vuelto a reproducirse en Nicaragua, basadas en las mismas ambiciones personales y en el autoritarismo sin maquillajes, con lo que ya no vale la pena establecer diferencias entre un gobierno de izquierda, y otro de derecha. ¿Qué diferencia hay entre el sistema electoral de Somoza, viciado y excluyente, y el de ahora, que actúa bajo la voluntad exclusiva de Ortega?
Pero la violencia no tiene espacio, además, porque el control autoritario de la familia Ortega no abarca ni a la Policía Nacional ni al Ejército de Nicaragua, como lo dije antes, con lo que un enfrentamiento militar contra estas instituciones no tiene ningún sentido. Por eso, la lucha con lo que Dora María ha empezado es otra, la resistencia civil, algo que también necesita de coraje, entrega y sacrificio, como lo ha demostrado su huelga de hambre, y que tiene diversas expresiones, como seguramente se verán en el futuro.
La lucha pacífica hace milagros para el cambio político y social, y ya ha quedado demostrado con creces en los ejemplos de Mahatma Gandhi, de Rosa Clark, de Martin Luther King, de Nelson Mandela, y basta una férrea voluntad, la voluntad de resistir, para doblegar a las tiranías más obcecadas. Y quien puede encabezar con éxito una resistencia semejante es aquel que predica con el ejemplo, y pone por delante su propia vida para encabezar a los demás.