Sergio Ramírez
A los 33 países de su ministerio el Anticristo viaja en clase ejecutiva y considera que es ajeno a cualquier voto de pobreza, por lo que no tiene inconveniente en aceptar regalos suntuosos de parte de sus adeptos, un BMW blindado, por ejemplo, o diamantes. “Jesús nunca fue pobre”, explica su entusiasta obispo en Managua. “Él fue de linaje real, de la descendencia de David. Él usaba una túnica carísima, tenía de tesorero a Judas, manejaba dinero y tenía personas que le daban dinero para su ministerio. Ese estigma de que él fue pobre y humilde es mentira”.
La feligresía mundial debe aportar para que el Anticristo tenga medios que le permitan vivir en holgura, y para eso recibe un diezmo de todas las limosnas, lo mismo que para sus viajes. “Nosotros le pagamos pasaje, comida, seguridad, todo lo que él requiere y lo hacemos con gozo, porque él hace prosperar los pueblos”, afirma su obispo nicaragüense. Las transferencias mensuales las recibe a través de Western Union hasta Miami, donde el Anticristo tiene sus cuarteles generales.
Del sexo, en cualquier de sus manifestaciones, el Anticristo opina que es el mejor de los placeres, con lo que cuesta entrar en desacuerdo.