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II. NOMBRES DE LA MELANCOLÍA: CABANGA

Por 15 de febrero de 2007 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Sergio Ramírez

            Podríamos leer hüzün como saudade, la palabra del portugués que hemos adoptado al español. Pero en Nicaragua usamos un término singular para designar la melancolía, o la nostalgia por lo perdido, y que abarcaría con ventaja todos los significados del hüzun de Pamuk, y los de saudade: cabanga, que proviene de kaobanga, del idioma africano shanga, o talvez de cauwanka, de una de las lenguas perdidas de los indígenas de Costa Rica, país al que el diccionario de la Real Academia atribuye la procedencia del término, y lo define como melancolía, tenue tristeza, añoranza, nostalgia. Estar acabangado, morirse de cabanga, decimos.

            No sé si cabanga se utilizará en alguna otra parte de América Latina, además de Costa Rica y Nicaragua, pero no es, de todos modos, una palabra común del idioma. Sentimos cabanga, sobre todo, por el ser amado que nos dejó, y tememos, o sabemos, que nunca más podremos recuperar su presencia a nuestro lado. El dolor frente al abandono amoroso, que no se limita a sumirnos en apenas una tenue tristeza, como afirma la Academia, y pasa a manifestarse en apremiante desesperación. Cabanga es la materia de que están hechos los tangos.

            Pero también sentimos cabanga por la tierra lejana, vista desde la ausencia obligada, éxodos o exilios, y en los dos casos, ser amado o tierra lejana, se trata de un sentimiento que más allá de la melancolía que lo engendra, va hacia la exaltación romántica, y nuestra idea de la felicidad interrumpida aleja de la memoria todo defecto en aquello que perdimos, que más bien se ilumina con el esplendor del recuerdo de la perfección. El amor perfecto, la ciudad perfecta, que porque no está más nos quita ahora la paz, y nos hunde en el desasosiego.

            Pero la verdadera perfección de este sentimiento está, más bien, en la imposibilidad de recuperar lo perdido. Es la manera en que la cabanga, animal insaciable, se alimenta a sí misma. Al fin y al cabo, la cabanga viene a ser una manera dolorosa de felicidad.

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Sergio Ramírez

Sergio Ramírez (Masatepe, Nicaragua, 1942). Premio Cervantes 2017, forma parte de la generación de escritores latinoamericanos que surgió después del boom. Tras un largo exilio voluntario en Costa Rica y Alemania, abandonó por un tiempo su carrera literaria para incorporarse a la revolución sandinista que derrocó a la dictadura del último Somoza. Ganador del Premio Alfaguara de novela 1998 con Margarita, está linda la mar, galardonada también con el Premio Latinoamericano de novela José María Arguedas, es además autor de las novelas Un baile de máscaras (1995, Premio Laure Bataillon a la mejor novela extranjera traducida en Francia), Castigo divino (1988; Premio Dashiell Hammett), Sombras nada más (2002), Mil y una muertes (2005), La fugitiva (2011), Flores oscuras (2013), Sara (2015) y la trilogía protagonizada por el inspector Dolores Morales, formada por El cielo llora por mí (2008), Ya nadie llora por mí (2017) y Tongolele no sabía bailar (2021). Entre sus obras figuran también los volúmenes de cuentos Catalina y Catalina (2001), El reino animal (2007) y Flores oscuras (2013); el ensayo sobre la creación literaria Mentiras verdaderas (2001), y sus memorias de la revolución, Adiós muchachos (1999). Además de los citados, en 2011 recibió en Chile el Premio Iberoamericano de Letras José Donoso por el conjunto de su obra literaria, y en 2014 el Premio Internacional Carlos Fuentes.

Su web oficial es: http://www.sergioramirez.com

y su página oficial en Facebook: www.facebook.com/escritorsergioramirez

Foto Copyright: Daniel Mordzinski

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