Javier Rioyo
Estoy leyendo unos cuentos escritos por Georges Moustaki. No están mal, pero nunca serán como sus canciones. Algunas de sus canciones tienen ya casi 50 años, “Milord” sigue viva, sobre todo en la voz de la Piaf. Que no sólo cantó algunas canciones del joven de Alejandría sino que fue su amante durante unos años. Moustaki debía ser un joven hermoso. La primera vez que me encontré con él, yo era muy joven, me pareció un maduro interesante. Ya tenía el pelo bastante blanco, conducía una moto, le acompañaba una mujer hermosa, vestía de cuero negro y se metía en un cine de arte y ensayo. Todo según el guión que uno espera de los mitos de aquellos años. Algunas de sus canciones me acompañan desde quinceañero. Algunas no las olvidaré nunca.
Pero ahora, cuando pienso en él, recuerdo algo que no viví pero que me contaron. Algo que da su imagen de seductor. Y también la nuestra de seducidos por el aura de la fama, creo.
Una amiga mía, muy hermosa, además de pelirroja, estaba citada para una rueda de prensa con el cantante. Han debido pasar diez o doce años. Ella tendría 30 y él más de 60. Estuvo encantador, cercano, amable…y en un momento, se acercó a mi amiga, le dio su número de habitación y la invitó a subir. Todavía quedaban dos horas para el concierto. Mi amiga se quedó un tanto paralizada. No sabía qué hacer. Dudaba entre sus deseos, su curiosidad, su feminismo, su orgullo o su oportunidad. Estuvo dudando media hora… y subió a su habitación. Después, el concierto y nunca más se supo. No lo olvida. No sé si por tan memorable como historia de sexo, sino por el sujeto del encuentro.
¿Qué hubiera hecho si no hubiera sido famoso?… Es verdad que es un hombre hermoso, un maduro seductor, pero si hubiera sido un guapo o rico desconocido, ¿se hubiera encontrado con él durante una hora en una habitación de una ciudad mediterránea? Creo que no. Me lo contó mi amiga. Sentí envidia, no por Moustaki, sino pensando que nunca me pasaría eso con… digamos Francoise Hardy o Marie Laforet. Vamos, ni con Emma Suárez. Una de las buenas cosas de ser famoso es que te pueden pasar cosas como esa. Es posible que también haya que hacer hermosas canciones, tener unos ojos azules y una voz subyugadora. En fin, que no todos nos llamamos Moustaki.