Sergio Ramírez
El Anticristo, que es puertorriqueño, se llama José Luis de Jesús Miranda, y le ha sido prohibido ya entrar en otros países centroamericanos, ante la protesta de las jerarquías católicas, y también de las evangélicas, alertas frente a las fatalidades que anuncian las escrituras, pues ya sabemos que la llegada del Anticristo no es sino aviso del final de los tiempos. El anuncio de su inminente visita a Nicaragua ha despertado un verdadero debate nacional, y el Anticristo recibe rechazos encendidos en los medios de comunicación, lo mismo que adhesiones de manifestantes por las calles, que desfilan uniformados con camisetas negras. Y dada la íntima afinidad del presidente Daniel Ortega con el cardenal Miguel Obando y Bravo, que ya se ha declarado opuesto a la llegada de quien se hace llamar el Apóstol, lo más probable es que no pase de la terminal del aeropuerto.
Según se cuenta, al Anticristo boricua se le aparecieron un día dos ángeles luminosos que le susurraron: “Mira, el rey de reyes viene a ungirte para el ministerio”. Luego sintió que a sus espaldas le hablaba un ser sin rostro, que le ordenó que tomara la Biblia porque iba a explicarle sus misterios. Desde entonces nunca más necesitó estudiar la Biblia, ni tiene por qué orar. Cuando llega la hora de enfrentarse a la feligresía, ya el tema de su sermón aparece grabado de manera indeleble en su cabeza.