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II. Duelo multitudinario, duelo cerrado

Por 12 de noviembre de 2010 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Sergio Ramírez

A veces resulta atractivo pasear a pie por las calles de una gran ciudad muerta, los teatros y librerías de la calle Corrientes cerrados a cal y canto. Pero al anochecer era ya visible como aquel sopor silencioso comenzaba a ser roto por las parvadas de gente que salían de las bocas del tren subterráneo para dirigirse a la Plaza de Mayo donde la multitud velaría en espera del cadáver que sería expuesto en la Casa Rosada a partir del día siguiente, un duelo multitudinario, pues más de 70 mil personas llegaron a desfilar frente al féretro, y a la vez un duelo cerrado, presidido por la presidenta vestida de riguroso luto, la mano siempre sobre la tapa del ataúd como quien busca en el contacto de las yemas de los dedos con la madera las últimas energías.

Kirchner fue velado en la Casa Rosada porque así ella retenía el control absoluto del ceremonial, y podía decidir a quién dejaba acercarse y a quién no, el primero de los rechazados el vicepresidente Julio Cobos, que encabeza la lista de los traidores sin perdón desde que en 2008 decidió con su voto en el Congreso la muerte de una crucial Ley Agraria propuesta por la presidenta.

            Esta evidencia de exclusiones me llevó a indagar sobre la naturaleza del duelo, sobre quiénes eran aquellos que llenaban la Plaza de Mayo y hacían colas para dar su adiós al ex presidente. ¿Se trataba exclusivamente de peronistas, y dentro del peronismo dividido en facciones, un duelo nada más de los partidarios del matrimonio Kirchner? Oí opiniones diversas. Para unos, era la maquinaria de movilización de masas manejada por los sindicatos peronistas, aliados del matrimonio, y para otros, una manifestación espontánea de cariño para un presidente que durante su mandato logró dar estabilidad social y económica al país tras un largo período de anarquía, forzó la sustitución de los magistrados de una Corte Suprema de Justicia corrupta, herencia del presidente Saúl Menem, y sentó de verdad en el banquillo de los acusados a los militares genocidas.

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Sergio Ramírez

Sergio Ramírez (Masatepe, Nicaragua, 1942). Premio Cervantes 2017, forma parte de la generación de escritores latinoamericanos que surgió después del boom. Tras un largo exilio voluntario en Costa Rica y Alemania, abandonó por un tiempo su carrera literaria para incorporarse a la revolución sandinista que derrocó a la dictadura del último Somoza. Ganador del Premio Alfaguara de novela 1998 con Margarita, está linda la mar, galardonada también con el Premio Latinoamericano de novela José María Arguedas, es además autor de las novelas Un baile de máscaras (1995, Premio Laure Bataillon a la mejor novela extranjera traducida en Francia), Castigo divino (1988; Premio Dashiell Hammett), Sombras nada más (2002), Mil y una muertes (2005), La fugitiva (2011), Flores oscuras (2013), Sara (2015) y la trilogía protagonizada por el inspector Dolores Morales, formada por El cielo llora por mí (2008), Ya nadie llora por mí (2017) y Tongolele no sabía bailar (2021). Entre sus obras figuran también los volúmenes de cuentos Catalina y Catalina (2001), El reino animal (2007) y Flores oscuras (2013); el ensayo sobre la creación literaria Mentiras verdaderas (2001), y sus memorias de la revolución, Adiós muchachos (1999). Además de los citados, en 2011 recibió en Chile el Premio Iberoamericano de Letras José Donoso por el conjunto de su obra literaria, y en 2014 el Premio Internacional Carlos Fuentes.

Su web oficial es: http://www.sergioramirez.com

y su página oficial en Facebook: www.facebook.com/escritorsergioramirez

Foto Copyright: Daniel Mordzinski

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